XII

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# Una vez que empiezo 

no me puedo detener,

tratar de escribir un par de versos 

que te ericen la piel,

viajaría por el universo

con tal de probar los labios de aquella mujer.

Era la inspiración de la conexión del bolígrafo con el papel

cada verso escrito desde la noche hasta el amanecer

y al perderme en su mirada

me hacía recordar todo aquello que escribía cada madrugada,

sus ojos eran de lo más normal al ver

pero yo sentía huracanes dentro de mi ser

y me di cuenta que me había hecho enloquecer

al percatarme que no quería dejarla de mirar

y que estando sin ella, tampoco la dejaba de pensar.

Era risueña conmigo en todo momento

y se volvía dueña de mis propios pensamientos.

Qué sufrimiento cuando me dijo que sólo quería mi amistad,

el viento sopló y me hizo sentir una fría soledad,

quería una estación de verano

y se avecinó un otoño con fuerte tempestad,

en unos años sería un anciano

sin una mujer que me llene de felicidad.

Por un lado era feliz

al ver una estrella caída del cielo,

por otro lado era infeliz

al no poder tocar aquella estrella en el suelo.

Ya había ido a muchos lugares

pero no había recorrido su cuerpo

para contar sus lunares,

quería recorrer aquel templo

como por el universo viajan las naves espaciales.

Con ella, más que una vida juntos quería,

era una estrella que se alejaba cada día

y me abundaba la melancolía

al pensar que ella nunca sería mía.






Un saludo a todos, quiero disculparme nuevamente por la tardanza, pero por motivos de satisfacción personal a veces suelo tardar en publicar un escrito. Dejando ello de lado, lo prometido es deuda, como dicen, así que aquí está la actualización y ya saben que el martes volveré a publicar. Gracias a todas las personas que me leen siempre, no me olvido de ustedes. ¡Abrazos y albricias a todos!


Delirios de la mente de un no escritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora