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•Casa Karasu•


[POV. MIN YOONGI]

Me desperté al lado del cálido cuerpo de JiMin. Este aun estaba sumido en el mundo de los sueños, lo tenía pegado a mí, uno de sus brazos rodeaba mi cadera y su tranquila y pausada respiración chocaba contra mi cuello.  Acaricié de forma lenta su regordeta mejilla, planté un pequeño beso en sus mullidos labios y me levanté. 

La poca claridad que entraba por la ventana de la habitación bastó para saber dónde estaba mi ropa, la cual se encontraba arrugada a los pies de la cama. 

Ojalá no me hubiera tenido que ir tan temprano porque, aunque amaba a Park con todo mi corazón y alma, mi casa me necesitaba.  

Observé unos segundos más la figura de mi amado descansando en paz en la cama y me obligué a abandonar la habitación. 

Al pasar por los largos pasillos recibí grandes reverencias de cursos menores y los novatos Karasu, ahora era uno de sus más importantes superiores en la escuela.

Aquella mañana parecía ser de las más tranquilas después de lo sucedido con los anteriores Satsugai.  Los medios televisivos, y con ellos, los periodistas, no estaban rondando por al alrededor. Me asomé a una de las ventanas más cercanas a observar la entrada del Bosque Tenebroso. Los campamentos de la policía humana y los expertos en magia ya no estaban. Las camionetas de la televisión tampoco, solo quedaba el cordón policial prohibiendo la entrada al terreno. 
Mi mente celebró la desaparición  de los medios de seguridad y comunicación, por fin habría un poco de tranquilidad dentro de lo que cabía en la situación tan extraña vivida semanas atrás. Ya no nos molestarían,  no nos abordarian a preguntas al salir de clase o al pasear por los muchos terrenos del castillo. Ninguno de ellos quedaba en la escuela. 
A paso decidido y apresurado llegué a las mazmorras, donde una puerta de metal bien resguardada de ojos curiosos, se hallaba escondida bajo un hechizo protector. Sólo abría a los Karasu, a nadie más. 

Una entrada se abrió ante mí; a la izquierda se encontraba una puerta plateada acompañada de pequeños escalones que darían lugar a la sala común y los dormitorios; a la derecha unas escaleras resbaladizas por la humedad me guiarían hasta la segunda puerta pintada de negro;  detrás de ésta estaba la sala del consejo. 

Mis pasos firmes salpicaban en los pequeños charcos formados sobre la roca, haciendo que el sonido del agua chapoteando llenara la estancia hasta dar con la azabache puerta, la cual sólo se abría con sangre de un miembro del consejo. Con una daga escondida entre las piedras pinché levemente mi dedo hasta que una gota escarlata comenzó a brotar de mi piel. Marqué una 'X' en la superficie de la entrada y poco después me dejó entrar.

La habitación del consejo estaba casi vacía, ya que tres personas me aguardaban en una de las mesas oscuras de caoba, sentados en magníficos tronos de terciopelo rojo. Los tres individuos giraron sus rostros hacia mí poco después que la puerta que me permitió el paso, se cerrara de forma automática, dejando un sonido sordo a su paso.

—Por fin llegas, Min YoonGi —gritó JiHoon muy enfadado. ¿Sabes lo qué es ser puntual?

—Déjalo, JiHoon. Estaba muy ocupado, ¿verdad? —JooHeon levantó sus cejas de arriba abajo sugiriendo lo que todos pensaban y sabían. Asentí divertido por el gesto de mi amigo—. Ves, déjalo. Por unos minutos de retraso no pasa nada...

—¿Minutos? ¡Ha sido una puta hora! 

—¿A sí? —JooHeon posó sus dedos bajo su barbilla y alzó su mirada—  Pues a mí no me ha parecido tanto. 

Mientras estos dos discutían mi mirada se posó en la figura que había al frente de la mesa. Su cabellera rojiza estaba totalmente tirada hacia atrás, sus gafas de sol negras le cubrían gran parte de la cara,  pero por sus labios apretados y sus brazos cruzados delante de su pecho sabía que no estaba nada contento. 
Me acerqué hasta donde ellos estaban y tomé asiento, encarando al nuevo líder de la casa Karasu.
Él elevó su rostro y retiró sus gafas.  Su penetrante mirada estaba puesta en mí. 
Agaché mi cabeza en modo de disculpa. 

√ Aquelarre // yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora