Recuerdo que mi madre suele repetir una frase que dice algo así "cuando te toca aunque te quites y cuando no, aunque te pongas", como si todo ya estuviera escrito en el destino, en nuestro destino. Como si algo pasara porque tiene que pasar y si no pasa, también es porque así tenía que ser.
Pienso todo esto, porque en este momento yo ya no debería existir. Ya tendría que estar muerto. Tendría que estar en la morgue, o no sé, algo así. Pero no, aún estoy aquí, por alguna maldita razón, pensando en todas estas idioteces.
Yo no creo en el destino, no creo que todo sea parte de un plan "divino y mágico", y que las cosas pasen por algo. ¿En serio las cosas pasan por algo?, ¿todos tenemos un plan divino?... Sí es así, dime, ¿qué de plan divino hay en que un perro sea sometido a torturas tan horribles?, o, ¿esto de planes divinos sólo aplica para nosotros los seres humanos evolucionados?... Esto me da risa. He conocido a muchas personas que se creen la especie elegida, los únicos con consciencia y todas esas estupideces. Que risa me dan. Déjame decirte que para mí, de evolucionados no tenemos mucho, no todos al menos. Para mí, están más evolucionados los animales.
Dime, ¿qué de divino hay en que existan esos jodidos monstruos que hacen daño?, ¿qué de divino hay en eso?...
Estoy tan sumergido en estos pensamientos, que no noto quien está ahí, justo afuera de mi casa, abriendo la puerta. Alzó la vista y ella voltea y me ve. Recuerdo que le había dicho que hoy podía pasar por sus cosas, que yo me iría de viaje. ¡Ja!
La observó y ella a mí, sé que está sorprendida tanto como yo, hace como seis meses que no nos veíamos. O más. Y la observo, y está mucho más hermosa. Observo sus ojos grandes y cafés, no lleva mucho maquillaje en el rostro, ella no suele maquillarse tanto, tiene ese tipo de belleza que no necesita maquillaje. Observo su boca, sus labios finos y su lunar a lado, en su mejilla. Observo su cabello largo y negro, lo lleva lacio, lo tiene con ondas pero se lo suele alaciar. A mí me gusta de ambas maneras. Observo su cuerpo. Tiene una estatura promedio, creo. Para mí es bajita, pero es porque yo mido más de 1.83. Observo que lleva unos jeans y un suéter negro. Y su cuerpo se ve tan bien como siempre, es delgada, pero no en exceso. Es perfecta en realidad. Para mí lo es.
-Bennet-pronuncia sutilmente, con la sorpresa marcada en su voz.
-Camila-respondo en ese mismo tono.
-Pensé que no estarías-comienza a excusarse-dijiste que hoy ya no ibas a estar...
-Se atrasó el viaje-respondo rápidamente interrumpiendo.
Ella afirma con la cabeza.
-Pero pasa-le digo acercándome a la puerta la cual ella ya había comenzado a abrir-tus cosas están en una caja en la habitación, puedes tomarlas...
Ella me hace caso y entra. Entro detrás de ella y rápidamente tomo las cartas que había dejado en la mesa. Sé que si ella hubiera entrado sola, las cartas hubieran sido lo primero que hubiera visto y sé también que las hubiera leído. Y hubiera llorado. Y probablemente me hubiera odiado.
Aprieto las cartas en mis manos arrugándolas.
Camila está en la habitación y yo me siento en el sofá. Algunos minutos más y Camila sale de la habitación con la caja entre sus manos. No es una caja muy grande, pues algunas de sus cosas ya se las había llevado antes, creo que eran las últimas que quedaban.
Camina hacia dónde estoy yo sentado y me observa. La observo también. Llevaba los últimos meses evitándola, rechazando sus llamadas, sus mensajes, no estando en casa, para, por si se le ocurría venir, no verla. Y ahora estamos ahí, frente a frente.
Pasamos algunos segundos así, en silencio, hasta que ella habla.
-¿Cómo has estado?-pregunta con su voz serena. Su voz siempre me causó paz.
Sonrío un poco.
-De la mierda-pienso- bien-es lo que respondo sutilmente, creo que mi voz casi ni se escuchó- ¿y tú?- le preguntó un poco más fuerte.
-También, bien-comienza a decir, sigue parada con la caja entre sus manos.
Lo cierto es que no quiero hablar con ella, siento que si lo hago, romperé a llorar y le diré lo que quiero hacer. Lo que ya tendría que haber hecho. Sé que ella quiere hablar, ha querido hablar desde que nos separamos. Pero yo no puedo.
-Bueno, me voy-dice resignada.
Yo asiento con la cabeza, me levanto del sofá para acompañarla a la puerta.
Antes de salir, Camila deja la caja en el suelo y se acerca poco a poco a mí, siento como mi corazón late sin poder frenarlo. Es el contacto más cercano que he tenido con alguien en meses, ya ni siquiera recordaba cómo se sentía. Y se acerca más y sin esperármelo, me abraza, me abraza con mucha fuerza. Yo, al principio no hago nada, pero después no puedo evitarlo y la abrazo también, con mucha fuerza, muchísima en verdad.
Y así nos quedamos algunos minutos, abrazados, sin hacer nada más, y yo siento que algo que creía perdido, aparece poco a poco de nuevo en mi interior.
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Frankie y yo
General FictionHay momentos en la vida donde parece que no hay nada más, que no vale la pena seguir intentándolo si a final de cuentas, nada resulta como quieres. Bennet está en este momento, dándose por vencido, parado en el puente más alto de su ciudad, a punto...