Colapso

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Puedo sentir el viento en el rostro, estoy seguro que nunca había sentido algo así.

Ni siquiera aquella vez en el barco, se asemeja a esta sensación. Tal vez porque estoy muchos metros arriba del agua y las alturas hacen que el viento se sienta más en el rostro. No lo sé, no soy ningún científico para saber esto. Pero si puedo sentirlo, siento el viento en mi rostro como nunca antes.

Trato de no ver hacia abajo, aunque, siendo casi la 1 de la mañana, es imposible que se pueda ver más allá de las luces que alumbran la ciudad. Aún así, no veo hacia abajo.

Siento mi corazón latir en cada parte de mi cuerpo, en mis sienes, en mis brazos que se sostienen del barandal, en mi boca, y mi labio tiembla. Hace frío, y sólo llevo una sudadera muy ligera. Y siento frío. Me digo a mí mismo si debí traer una chamarra o sudadera más gruesa. Pero, este no es un momento para pensar en eso. No sé si la gente cuando está a punto de morir, cuando ya sabe que va a morir, se pone a pensar cómo le gustaría ser encontrado. Con ropa, sin ropa, peinados, despeinados, limpios, sucios. A final de cuentas nada de eso importa ya; esas son cosas que sólo le importan a la gente viva. A la gente que se preocupa por cómo vestir para verse más elegante, o más guapa o más interesante y robar las miradas de todos. A la gente que se preocupa por lo que van a decir los demás. No querrán que los encuentren sucios, con ropa desgastada o vieja. Imagínate qué dirán de ellos. Creo que algo bueno de morir es eso, ya no importa lo que dirán de ti.

Digo, si podrían decir, "¡vaya, encontraron a Bennet muerto desnudo!". Y tal vez muchas personas lo podrían comentar y sería una anécdota peculiar; un muerto sin ropa. Pero lo más importante, yo ya no sabré lo que dicen de mí, ya no tendré que preocuparme por ello. No puedo evitar pensar que así debe sentirse ser completamente libre, creo que la muerte de cierta manera es libertad.

Y no puedo evitar reír ante este pensamiento.

Siento una ráfaga de aire en mi rostro y trago saliva. Se siente mucho viento, más del que imaginé. Me pregunto si cuando me aviente, el aire desviará mi trayectoria. ¿Caeré más a la derecha de dónde caería si no hubiera tanto viento?, ¿o caeré de diferente manera?...

Desde hace seis meses que decidí lo que haría, investigué, y leí sobre la mejor manera de caer para asegurar la muerte. A la altura que estoy, tengo nada de probabilidad de sobrevivir, pero, podría caer primero con las piernas y esto amortiguaría el golpe, y claro, tendría muchas fracturas y dolor. Una vez me fracturé la pierna, y déjame decirte que duele como pocas cosas en la vida. Por eso, la mejor forma de arrojarse es de cabeza, mi cabeza será lo primero que choque con el concreto y será una contusión inmediata, suponiendo que mi trayectoria no se modifique con este maldito viento.

Otra posibilidad, una muy afortunada, sería que en el trayecto me de una crisis nerviosa, algún ataque al corazón y muera antes de caer. Pero no tengo tan buena suerte para que eso pase. Por eso decidí buscar el lugar más alto del país, donde, no tengo posibilidades de sobrevivir si me arrojo al vacío. Y bueno, aquí estoy.

Lo cierto es que no me da miedo morir, pensé que a estas alturas, sentiría mucho más miedo del que siento, sentiría ganas de huir o correr, pero no.

Tampoco me da miedo el dolor, sé que va a doler, y mucho, y no sé cuánto tiempo. Si todo sale bien y caigo primero con la cabeza, será inmediato, un golpe contundente que me dolerá mucho, pero que me dejará literalmente noqueado. Entonces, el dolor tampoco me da miedo.

No me da miedo saber qué pasará cuando muera, si es que pasa algo.

No me da miedo el aire en mi rostro.

Creo que en general, soy un hombre al que muy pocas cosas le dan miedo, y no lo digo como presunción, pero en este momento me doy cuenta de ello.

No me da miedo la oscuridad, las películas sangrientas o terroríficas, suelo verlas, bueno, solía verlas.

No me dan miedo las serpientes como a mí madre, o las arañas o las ratas. Ni el agua o la sangre. No me dan miedo los monstruos o fantasmas o extraterrestres.

Y no, no me da miedo morir.

Pero esta jodida altura, vaya que esto sí me da miedo.

Si tan sólo el idiota de Jack no me hubiera aventado aquella vez del trampolín. Jodido Jack, no sé porque nunca me dejó en paz. Siempre me pregunté qué de raro tenía yo. Porque tenía que ser tan malditamente débil ante los demás. Porque al grupo de idiotas de Jack les gustaba fregarme la vida. No pasaba un solo día en ese infierno de colegio donde no me hicieran algo.

A veces, sólo era un simple letrero diciendo: "Bennet a los 16 años no ha podido follar, seguro prefiere que se lo follen". Y todas las risas en los pasillos. Idiotas diciéndome que ellos pueden hacerlo. Alguien encerrándome en el baño, dispuesto a cumplirlo. Cosas tan simples como esas. Rectifico, cosas que para todos eran simples, menos para mí. Cosas simples que hacen los jóvenes, decían mis padres, mis profesores, los directores...

Y otras veces, cosas como lo del trampolín, nunca quise ir a ese paseo escolar. Le supliqué a mi mamá para no ir... "Bennet, te ayudará a llevarte mejor con tus compañeros, y escuché que iría Alex, tú y ella solían ser amigos". Dijo sonriendo.

Sí, solíamos ser amigos, lo fuimos y mucho, pero ahora ella tenía que evitar hablarme, no podían verla con el perdedor de la escuela, eso arruinaría su reputación. Pero mi madre no entendía eso. Y tuve que ir a ese paseo escolar, el cual me costó, aparte de varios moretones, una jodida fobia a las alturas.

Recuerdo la cara de Jack cuando caminaba hacia la orilla, me recuerdo a mí, diciéndole que se detuviera, que no sabía nadar, casi suplicante y en verdad muy patético. Y recuerdo su sonrisa, cuando llegamos a la orilla del trampolín, 4 metros arriba.

Y me sigo preguntando porque no me defendí, lo dejé arrojarme como si yo fuera un tonto trapo. Yo era más fuerte que Jack, más alto. Y aún así, nunca metí las manos. Y caí al agua.

Recuerdo también ese dolor. Como una punzada en la espalda. Y pataleé porque apenas aprendía a nadar. Y recuerdo a Harry, saltando al agua por mí. Y recuerdo cuando les dije a todos que había tropezado del trampolín y el regaño que me llevé.

"Bennet, si no sabes nadar ¡¿por qué querías aventarte del trampolín?!"...

Lo cierto es, que tuve que haber desarrollado miedo al agua, casi me ahogo, esa tuvo que haber sido mi fobia, fobia al agua. Pero no, aprendí a nadar muy bien, el agua se convirtió en una de las mejores cosas de mi vida.

Y así, a partir de ahí, no pude volver a subir a ningún lugar alto. Y ahora aquí estoy, en el lugar más alto del país.

Si pudiera decirlo, diría orgulloso que vencí mi miedo, vencí mi miedo para poder morir.

Y si pudiera decirlo, diría también que en realidad, mi verdadero miedo siempre ha sido a vivir.

Frankie y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora