Mis ojos se abrieron casi a la par de que salía el sol. Llevé una mano a mis ojos y los estrujé, uno de ellos me estaba ardiendo y ese ardor me mataba. Lo tallé más de una vez tratando de que el ardor se fuera.
Me levanté de la cama y me dirigí al baño a tomar una ducha, la necesitaba tanto. Desde el día que pensé que sería mi ultimo día no me había bañado. Eso era hace dos días. Si, no tanto, pero necesitaba sentir el agua cayendo por mi cuerpo. Comencé a quitarme la ropa y abrí una de las llaves de la regadera. Me introduje ahí, tarareando una canción. No es que mi ánimo hubiera mejorado, para nada, pero ese día me sentía al menos tranquilo. Iría por el perro, y todo estaría más cerca de suceder. No, mis planes no habían cambiado. Y al menos, hasta ahorita, no creía que pudieran cambiar.
Aquella canción no podía quitármela de la mente, era como un himno a mi estado emocional, mientras el agua caía por mi cuerpo, yo cantaba aquella canción...
Espero que haya alguien
Que cuide de mí
Cuando muera, cuando me vayaEspero que haya alguien
Que libere mi corazón
Que le guste sostenerlo cuando esté cansado...De pronto, aquella interrogante que me había acompañado los ultimos meses al planear mi muerte, regresó, ¿qué pasará después de morir?, ¿pasará algo en realidad o todo sólo se acaba y ya?... La verdad es que todo esto no me da miedo, no me da miedo saber si pasará algo o no, pero volví a preguntármelo, creo que todo el mundo se lo debe de preguntar y más cuando estás a punto de morir.
Imagino que sentirán las personas que están desahuciadas, las que sin remedio van a morir en cualquier momento, o en años, pero van a morir, y lo saben y día a día sienten que tienen menos vida, que se les escapa de las manos sin poder hacer nada. Qué pensarán sobre la muerte, sobre lo que pase después, si es que pasa algo.
Yo siento algo parecido, he sentido que cada día tengo menos vida, que cada día estoy a un paso de la muerte, aunque no esté desahuciado medicamente, lo estoy de alguna forma. Lo he estado hace años.
Salgo del baño y entro de nuevo a mi habitación para cambiarme, tomo una playera gris y un pantalón de mezclilla y comienzo a vestirme. Observo la hora y veo que son las 8 de la mañana, es momento de ir por el perro.
***
El veterinario está abriendo justo cuando yo bajo de mi auto, es un auto ya viejo, lo tengo hace unos años y nunca quise cambiarlo. Pude hacerlo algunas veces, pero ese auto era de mi abuelo y tenerlo era como tenerlo a él, o al menos una parte. Primero lo tuvo mi papá y me lo regaló. Pensé en dejarlo para Camila, claro, no para que lo use, pero al menos para que lo guarde, para que se asegure que nadie le haga nada, ella lo hará.
Bajo de mi auto y el veterinario me sonríe, como aliviado de que esté ahí, le regreso la sonrisa. Me acercó y me invita a pasar. Ya adentro me dice que espere algunos segundos, él se mete a la sala donde el día anterior tenía al perro y yo me quedo afuera, en la sala de espera. Observo todo lo que tiene ahí, juguetes, comida y diferentes objetos, todos para perros. En algún momento de mi vida, consideré ser veterinario, me gustan los animales, me gusta todo lo relacionado a ellos, no hay ningún animal al que le tema o algo parecido. Tal vez si lo hubiera sido, mis padres se sentirían orgullosos de mí, tal vez si lo hubiera sido, las cosas hoy serían diferente. No lo sé, otra de esas cosas que nadie puede saber.
El veterinario sale y me indica que entre con él, y eso hago, y observo al perro, tiene la pata vendada y ya está despierto, comienza a mover la cola como si de alguna manera me reconociera y sí, creo que lo hace, mueve más rápido la cola. Eso me hace sonreír, la sonrisa más sincera que he expresado en semanas. Me acercó a él y lo acaricio, y puedo jurar que su rostro marca una sonrisa también. Está mucho mejor que ayer, sigue igual de flaco, eso supongo llevará más días resolverlo, pero ya no se le ven esas llagas horribles, están tapadas con algunas vendas, ya no tiene el pelo enmarañado, y su pata ya no está a la vista, exponiendo su fractura. Se ve mucho mejor, sus ojos se ven diferentes. Lo sigo acariciando y mueve más la cola.
-Afortunadamente la cirugía resultó muy bien- comenzó a decir el veterinario, con el rostro iluminado- ahora, sólo necesita unos días de descanso y cuidados, es un perro muy fuerte y valiente- agregó mientras le daba una pequeña palmada- en pocos días estará bien.
Yo asiento con la cabeza y vuelvo a sonreír, aliviado. Por el perro y porque serán pocos días. El veterinario me da algunas indicaciones más, y los medicamentos que tiene que ingerir, compro algunas cosas para el animal, comida y más cosas necesarias y las subo al auto. Después de ello, entro por el perro y con cuidado lo cargo, me despido del veterinario quien me agradece mucho, supongo que le parece una buena acción lo que estoy haciendo. Y yo me siento de alguna manera bien, como no me había sentido en mucho tiempo.
Vamos en el auto y pongo un poco de música, digo están siendo mis últimos días, ya no podré escuchar a Blink 182, ni a The Smiths, ni a Pachelbel, ni nada de eso. Observo al perro que está acostado en el asiento del copiloto a mi lado. Y pienso que tengo que ponerle un nombre, es importante, para los perros su nombre es importante, y él tiene que tener un nombre. Voy en el tráfico y empiezo a pensar que nombre podrá tener. Pienso en nombres de canciones, en artistas, en personajes de libros, pero ninguno me convence. De pronto recuerdo una historia que mi abuelo solía contarme cuando era niño, eran las aventuras de un niño y su perro y recuerdo el nombre del perro, Frankie. Volteo a ver al perro y sonrío.
-¿Te gustaría llamarte Frankie?- le digo como si el pudiera entenderme.
El perro me observa y mueve la cola y para mí, esa es la respuesta.
-Frankie será...
Y conduzco de nuevo al quitarse el alto del semáforo.

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Frankie y yo
Fiksi UmumHay momentos en la vida donde parece que no hay nada más, que no vale la pena seguir intentándolo si a final de cuentas, nada resulta como quieres. Bennet está en este momento, dándose por vencido, parado en el puente más alto de su ciudad, a punto...