Día 5

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Todos podemos dudar, aún cuando creamos que estábamos seguros de algo. Que ya nada podía hacernos cambiar de opinión.

Sí. Yo también.

Observo algunos segundos a Frankie que trae un calcetín en la boca, mordiéndolo y jugando, aún con su pata doblada. Qué fácil ser así, sólo necesitar un calcetín para ser feliz, sólo comer, dormir y jugar. No preocuparse por nada más que eso.

Ojalá pudiera ser así.

Es el último día del plazo que me puse a mí mismo, y sí, estoy dudando.

Y tengo miedo.

Me siento en la mesa con un cuaderno y una pluma, voy a escribir las cartas nuevamente, para mis padres, para Allison y para Camila.

Lo haré, le contaré a Camila todo, a mis padres y a Allison no, no podría.

Pero Camila lo sabrá, sabrá todo, voy a escribir aquello que sólo he contado una sola vez en mi vida, voy a decírselo a ella. Creo que será mi prueba de fuego, si lo escribo, si puedo tolerar leerlo, tendré una oportunidad más.

Yo estando en tu lugar, me diría que todo lo que he contado no es suficiente para querer quitarme la vida. Me diría que muchos han pasado por más cosas y siguen viviendo. Me diría muchas cosas más. Y tal vez es cierto, tal vez si sólo fuera eso, no estaría en este momento queriendo hacerlo.

Hubiera podido con la muerte de mi abuelo, con el desprecio y comparaciones de mis padres, con el acoso de Jack y sus amigos, con ser el perdedor de la escuela, con mi pierna fracturada. Hubiera podido con eso, pero con esto que voy a contarte no.

Con esto no pude.

Y no sé si pueda.

Comienzo a escribir la carta para mis padres, trato de no reclamar nada, les digo que los amo y que hicieron lo que pudieron conmigo. Lo hicieron en verdad. No fue su culpa. Termino la carta y la doblo.

Sigo con la carta de Allison. Me cuesta más trabajo que la anterior. Exhalo un poco y me froto las sienes con los dedos. La escribo y las lágrimas empiezan a brotar, una a una.

No puedo más que agradecerle, no puedo más que pedirle una y otra vez perdón. No puedo más que decirle que es la mejor hermana del mundo, que fui afortunado al tenerla. Termino de escribirla, dos hojas enteras. La doblo también.

Ahora la carta de Camila, la más difícil. En la anterior no le había contado mucho, ella sabe casi todo, es la persona que mas me conoce.

Sabe casi todo menos esto.

Suspiro y comienzo a escribir, no me gusta y arranco la hoja. De nuevo escribo y tampoco me gusta. Otra hoja arrancada. Una más.

Pasa más de una hora y por fin termino. Tomo las hojas en mis manos, con mis ojos enrojecidos por el llanto. vuelvo a leerla. Y llego a esa parte que me destroza...

La leo casi sin poder...

Esto nunca pude contártelo Mila, esto me jodió para siempre... estás a punto de saberlo y quiero decírtelo, quiero que sepas porque tomo esta decisión, porque los recuerdos cuando llegaron ya nunca se fueron, ya no me dejaron ser feliz.

Yo tenía 17 años, después de la fractura que me costó algunos meses con yeso y muletas. Estaba a punto de terminar el colegio, de irme de esa jodida escuela y dejar a esos idiotas atrás. Y me sentía feliz, ¿sabes?... Muy feliz porque la universidad de arte me había aceptado, porque en seis meses estaría ahí, estudiando eso. Lejos de esa escuela y de todos esos imbéciles.

Frankie y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora