"Fue la Magia, tal vez"

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Y entonces Akko, ¿qué me dices?
Akko miraba fijamente el azul celeste que inundaba los ojos de Diana Cavendish. Un sudor frío perlaba su frente, y se retorcía los dedos de ambas manos. Las palabras, aquellos sonidos articulados no se atrevían a salir de su boca. . Diana lucia hermosa, ese día no traía puesto el uniforme reglamentario de Luna Nova, en cambio, portaba un vestido color verde aguamarina (pegado al cuerpo) zapatos de tacón (discretos) y un prendedor con perlas incrustadas adornaba su cabeza. Un ligero toque de rubor en sus mejillas completaba su "look". Una fragancia de lavanda flotaba en el ambiente. Casualmente, el aroma favorito de Akko.
-Diana. . Me pregunto si es verdad lo que afirmas sentir por mi. Eh. . Podría decirte mil razones que me hacen pensar lo contrario. . -el corazón de Akko latía tan fuerte, que casi le dolía- llevándose la mano al pecho, Akko dijo:
Diana. . .por favor, repite lo que acabas de decirme hace unos momentos, porque necesito asimilar cada palabra, y porque; quizá en el fondo de mi corazón, quiero volver a escuchar cada frase. . Verte de nuevo a los ojos cuando lo expresas, y solo entonces, sabré si lo que siento por ti es recíproco.
La expresión de Akko era cálida como la luz del sol en Otoño, y sus ojos color rojizo, tan poco comunes, parecían expandirse como las chispas de una hoguera en medio de la Noche.
Diana respiró profundamente. Las dos niñas se encontraban en un área apartada de la biblioteca escolar. Ella sabía que Akko acudiría a verificar las respuestas del examen de Astronomía que habían tenido unos momentos antes. Aprovechando que iría a visitar a su tutora Anna después del examen, eligió cuidadosamente cada prenda de su atuendo. Ningún detalle era poco para ese momento.
-Akko,  ¿sabes? He vencido muchas resistencias para decirte lo que acabo de mencionar. No he dormido bien a causa de ello.  Pero, también es verdad que ya no puedo seguir viviendo así, conteniendo y reprimiendo mis sentimientos por ti. Eso no es vivir. Debes saber, con toda mi franqueza, que no pretendo engañarte, ni aprovecharme de ti en lo absoluto. . -Diana parecía dudar- la chica con cabellos color miel tomó sus manos. - Adelante, Diana, dímelo nuevamente. Quiero volver a escucharlo. Por nosotras. ¿Querrás?
Una lágrima recorría cada centímetro, cada poro de la mejilla de Akko, hasta detenerse en la comisura de sus labios. Un leve nubarrón ensombreció la expresión de la brujita más pequeña. Diana se acercó delicadamente hasta quedar frente a Akko, y dijo:
"Mi vida cambió y comenzó a tener un nuevo sentido para mí, desde que te conocí. Contigo aprendí a ilusionarme nuevamente de la vida, a valorar las cosas más sencillas y accesibles, como contemplar un atardecer, o sentir las gotas de lluvia en el rostro. Ya no me siento sola cuando estás conmigo, pienso que venceré cualquier cosa que se ponga enfrente de mi solo con tomar tu mano, y pensar en ti. Pero no te engañes: a veces tengo malos días, como todas las personas. A pesar de leer nuestro horóscopo, Akko, no sabremos a ciencia cierta cómo nos irá en nuestra relación (si es que esta se da) pues solo son tendencias: a veces una relación es un salto al vacío. Te agarras muy fuerte de la persona que quieres, y esperas lo mejor. Yo tengo fe, Akko, en que nos irá muy bien juntas, el tiempo que esto dure. Claro, si tú sientes lo mismo que yo".
Entonces Diana tomó por el hombro a Akko, y se acercó suavemente, hasta quedar muy juntas, mejilla con mejilla. Ambas se quedaron así, en ese gesto que delataba dulzura.
Parecía que el cuerpo de Akko se había quedado sin alma, pues no se movió. Todavía con los ojos cerrados, los brazos de Akko rodearon la espalda de la rubia, y sus manos se enlazaron alrededor de su nuca. Respiró profundamente el perfume de los cabellos de Diana, y se sintió morir. Diana puso sus manos en la cintura de la chica castaña, para posteriormente corresponder el abrazo. Algo pasó, entonces; pues Diana pensó:
"¿Y entonces, Akko, que me dices."
Fue la casualidad, la magia tal vez, pero en ese momento Akko abrió sus ojos-brillantes como centellas- y sin pensarlo -porque no lo pensó- fundió sus labios con los de Diana y aspiró profundamente. Diana besaba como los Ángeles. Comenzó a marearse, y con el resto de conciencia que le quedaba, se separó un poco de Diana, y dijo:
"Seamos novias, Diana".
Diana volvió a lo suyo. Empezó a acariciar el cabello de Akko, hasta que hizo volar la cintilla con la que la brujita castaña sujetaba el mechón que coronaba su cabeza. Akko abrió del todo su boca, y de manera inconsciente, dejó que la cálida lengua de Diana entrara y jugara con la suya. . .
Alguien, a lo lejos, miraba la escena. Unos cristales de anteojos se empañaron y un Aura extraña brillaba en la oscuridad. La pila de exámenes que Ursula Callistis llevaba en el regazo voló por doquier. Unos ojos fulgurantes como la sangre no daban crédito a lo que veían. Unos celos incontenibles se apoderaban de todo su ser, y de su mandíbula desencajada sólo se alcanzó a escuchar:
"Diana Cavendish. . Vas a pagar por lo que me has hecho. ."

"El Diario de Diana Cavendish"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora