"Tus ojos tan azules como las estrellas"

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"Desde la altura donde se encontraba Diana, se apreciaba toda la extensión de Luna Nova; aquí,la torre que alberga la Piedra del Hechicero, con sus relieves de mármol blanco y piedras preciosas, allá; el Bosque de Arcturus, cuyos enormes árboles apenas se distinguían como follaje verde. Incluso podía divisar el pequeño observatorio de la profesora Ursulla Callistis. Sostenía su escoba con firmeza, el pequeño farol colocado en la punta se balanceaba rítmicamente. . Sentía un calor reconfortante alrededor de su cintura: Akko la abrazaba con fuerza. Diana no necesitaba asegurarse si la niña de cabellos castaños seguía ahí, con ella. Le bastaba sentir su presencia."
"El cielo estaba plagado de estrellas. Justo en medio de la cúpula celeste se extendía desafiante la vía láctea; como un río blanco que cruzara el planeta. Encima de la línea del horizonte se alzaba Venus, la estrella del amanecer, también conocida por las viejas tribus del reino de Judah que cruzaron el desierto, como Lucifer, el Lucero de la mañana. Más allá, un punto rojo delataba la presencia del antiguo Ares; es decir, el planeta Marte, aquel que anunciaba la Guerra, pero la guerra irracional, la destrucción total; a diferencia de la batalla intelectual que representaba Atena. Al norte se encontraba la estrella más grande de las que ella podía ver a simple vista: Polaris. Su profesora Ursulla les habló de ese cuerpo celeste, refiriendo que los Fenicios cruzaron océanos durante la noche, guiándose solo con su luz."
"Como si invocar el nombre de Ursulla hubiera sido de mala suerte, Diana perdió un poco el equilibrio en su escoba, por lo que decidió bajar. Apoyó su pie derecho justo en la cúpula de la Torre que reguardaba la Piedra del Hechicero. Un águila voló junto a ella. Por un momento pensó que aún se encontraba en el aire. Instintivamente volteó hacia atrás para asegurarse que Akko estuviera bien. Ella dormía. Su expresión era tan serena y cálida que no pudo reprimirse, y acercó sus labios a los de ella."
"En ese momento sintió que todo temblaba a su alrededor, pero no a causa del beso, pues en verdad la Torre se derrumbaba. Perdió del todo el equilibrio, escuchó un ruido tremendo, y sólo alcanzó a abrazar a Akko para protegerla de la caída".

"En ese preciso instante Diana abrió los ojos. Sudaba copiosamente, alargó su mano para apagar el despertador de su mesita de noche. El reloj marcaba las seis de la mañana. . . Si. . Comenzaba a recordar qué día era. . Su examen de Astronomía con Ursulla Callistis, de quien tenía celos, pues sabía del cariño que Akko le profesaba, y es que Diana quería ser la única mujer en la vida de Akko. Pero esos celos tenían que terminar. . Tenía que declarársele ese día a Akko".

"El Diario de Diana Cavendish"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora