Décima tercera parte.

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—¿Tom?

—Estoy bien —interrumpió con suavidad, saliendo del sueño en el que se había visto envuelto. Harry mordió su labio preocupado y se acercó más a él—. Harry...

El menor beso la punta de su nariz antes de que dijera algo más. Tom casi podía explotar de ternura ante esa acción, la cual hace mucho que su pequeño no la hacía, después de la muerte de Adara, para ser exactos.

Acarició el cabello morado con cariño, tratando de tranquilizar a la criatura que se empezaba a colocar en su pecho, compartiendo su calidez.

—Encontraremos el contramaleficio —aseguró el menor con tristeza.

—Harry... —sintió unas leves sacudidas en el mismo momento que un pequeño sollozo salía de los labios del metamorfomago— Hey, vamos, estoy bien...

—No lo estás —desmintió Harry con debilidad—. Llevas tres años así, no has descansado bien... yo... realmente no sé qué hacer, es mi culpa —balbuceó abrazándose al mayor.

—Claro que no es tu culpa, ¿de dónde sacas algo como eso? —regañó sin dejar de acariciar el cabello del contrario, que había cambiado a un gris opaco.

—Halia te odia porque estás conmigo, no debo ser un genio para saberlo, Tom —replicó el menor haciendo un puchero—. Sin mencionar que fue mi propio padre quien hizo que Neux se convirtiera en... eso. Y... y, bueno, también fui yo quien le regaló a Neux cuando éste sólo era un potro...

—Harry...

—Yo realmente quería que no estuviera sola, pero parece que ha malintencionado mis acciones...

—Harry.

—¡Realmente yo no sabía que regalar un caballo en su cultura significaba matrimonio! —dijo desesperado.

—Harry.

—Si hubiera sabido nunca se lo hubiera regalado —continuó ignorando al mayor, quien ya empezaba a tener una sonrisa bajo las grandes ojeras que se habían forzado a extenderse bajo sus ojos—. Aunque sigo sin entender cómo puede pensar que fuiste tú el causante que yo dejara de quererla, ¡joder! Todos saben que te prefiero a ti antes que a cualquiera, ¿de dónde habrá sacado tal...?

—¡Harry Mort! —gritó interrumpiéndole mientras agarraba en rostro el mejor y lo levantaba para que le viera— Sé que no es tu culpa, sin importar todo lo que digas, no lo es. Hiciste lo que creías correcto, y me siento orgulloso de ti, no necesitas arrepentirte de algo como eso.

—Pero...

—Pero nada —sentenció fingiendo estar molesto—, ahora más te vale abrazarme mientras duermo o juro que patearé el trasero lo más fuerte que pueda, ¿entendido? —Harry asintió sonriendo—: bien, ahora vamos a dormir, mañana regresamos es nuestro primer día de clases y no quiero llegar tarde.

El ojiverde parpadeó sorprendido, se le había olvidado que ya habían entrado a clases. Las vacaciones se habían ido tan rápido que ni se dio cuenta cuándo había estado en el tren, ni mencionar que no recordaba el nombre de ninguno de los estudiantes de primer año por su gran despiste en el banquete.

Miró a su acompañante y luego a su alrededor, encontrándose con la mirada dorada de su compañero favorito, quien tenía en ceño fruncido viéndolo. Harry se tuvo que hacer una nota mental para luego ir a hablar con Remus de todo lo que pudo llegar a oír, eso y mandar a una editorial su libro de historia, pero lo último podía esperar un poco más.

Sonrió dulcemente al ver que el licántropo se sonrojaba y fingía estar dormido una vez que notó la mirada del ojiverde puesta en él. Harry negó con su cabeza y se abrazó a Tom con cariño, dejando que el sueño lo alejara de la preocupación que sentía en ese momento.

Vida renovada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora