Tres.

123 15 57
                                    

La emoción me carcomía, en cuanto me encontré de vuelta a mi actual hogar, dispuse todos los documentos requeridos para el arrendamiento del apartamento: cumpliría lo dicho. Asistiría mañana mismo para comenzar los trámites, mi madre parecía entusiasmada y un tanto decaída ante la idea de que finalmente volvería a tener un sitio propio.

"Te visitaré, lo prometo. Y tú podrás visitarme igualmente". Recuerdo haber dicho eso para calmar las evidentes preocupaciones que podrían surgir en ella, insistió mucho en que tuviera cuidado y que mantuviese todo el tiempo atención en lo que sucediera a mi alrededor. No pude quitarle la idea de que la amabilidad de Víctor tenía un interés oculto, algo más allá de alquilar el apartamento, por mi edad y por la suya, claro. Negué cuantas veces pude aquella teoría que no hacía más que parecerme absurda, era obvio que ante una mínima señal de insinuación de su parte con la que yo no estuviese de acuerdo y lo habría rechazado, de eso casi no hay duda.

Digo casi porque...bueno, realmente había algo en aquel hombre que me interesaba. No necesariamente por cuestiones físicas (aunque a pesar de ello era inadmisiblemente atractivo), sino algo más, insisto en que al momento de hablar con él me sentía en absoluta comodidad. Aún sin conocerlo a fondo, parecía ya agradarme.

Disipé cualquier recuerdo o imagen del hombre, no iba ni podía clavarme con eso, aunque atrajera mi curiosidad era una idea imposible. La marcada diferencia de edad y la relación meramente profesional entre arrendador e inquilina estaban predeterminadas a ser lo que eran y no más. Inhibidores.

Me recosté en cama esperando poder encontrar descanso, pero me era imposible. Sentía como si en mi cuerpo la energía fuera inagotable, quería que el tiempo avanzara para finalmente trabajar e ir al apartamento. Miré al techo, o la sombra de éste, no es como si pudiese ver en la profunda oscuridad que me rodeaba.

El silencio era desesperante, invadido por mi respiración y la de mi perra, ella ya habiendo sido derrotada por su canino agotamiento se recostó a dormir entre mis piernas. Al ver aquello, cerré los ojos un momento intentando nuevamente conciliar el sueño, después de unos minutos por algún motivo lo lograba de a poco: encontrándome en el límite del reposo y la consciencia. Escuché un ruido en mi pasillo, movía únicamente los ojos para no advertir mi consciencia, el aire y mi entorno se niveló a un frío invernal, mi respiración temblaba, mis ideas se congelaron en su vertiginoso desenlace. 

Mi cuerpo se estremecía, desconozco si era por frío o miedo, tal vez ambos. Estaba aterrada, quería hacer lo mismo que cuando era una niña pero no podía permitirme seguir huyendo, ya lo había hecho más temprano ante todas las cosas extrañas que había vivido.

Silencio absoluto, intenté respirar por lo bajo y controlar los suspiros, mis latidos se aceleraron como caballos desbocados y buscaba irrumpirlos para prestar atención a los sonidos de mis alrededores, inhalé y exhalé. Algo apestaba, hedía y era desagradable. Una palomilla de San Juan pasó en la oscuridad por delante mío, se posó en mi nariz. No logré escuchar nada.

Giré la cabeza para retirar a la criatura e intentar ignorarla, terrible elección.

Un rostro muerto, pálido, hediondo y cubierto con sangre me miró fijamente en la oscuridad, su expresión y mirada me inquietaban, sus ojos estaban completamente abiertos, vacíos, llorosos y oscurecidos como si únicamente hubiese una cuenca con apenas una luz en el centro, la sangre seca, su cara machacada y con pedazos faltantes, no dan lo que yo describiría como una imagen apacible. Está recostada a mi lado, siento lo que parece ser su respiración helada sobre mi rostro. Abre la boca con lentitud y esto solo empeora la situación. Sus dientes se desprenden uno a uno sobre mi almohada, dejando un mar de sangre uno detrás del otro. El olor: indescriptible, no logro soportarlo. Me estremece la imagen y el aroma, ninguna de las dos situaciones me ayudan.

Retratos Carmesí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora