Capítulo 4: Tortuga

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Lolbit no podía creer lo que estaba pasando. Su capitana, aquella mujer tan fría y misteriosa, le había robado un beso...

Un montón de preguntas se estrellaron en su mente al instante en que la albina juntó sus labios con los suyos...No estaba borracha, eso era seguro. Pero si no era eso...¿Qué era entonces?.

No sabía cómo reaccionar ante la situación, simplemente decidió quedarse quieto hasta que la capitana se separó de él.

–...C-C-Capitana...¿Qué-

Antes de que pudiera terminar de hablar, la punta de la espada de su contraria fue apuntada a su garganta. La albina bajó su mirada para evitar que viera lo sonrojada que estaba luego de haber cometido semejante estupidez.

–...A menos que quieras que te use de carnada para tiburones, ni se te ocurra hablarle a alguien sobre lo que pasó. NADA pasó aquí...¿Entendido?

–...S-Si...

Luego de haber dejado claro el castigo que le esperaba si abría la boca, bajó su espada y la enfundó. Le dio la espalda al albino y lentamente volvió a meterse en su camarote.

–¡Capitana esp-

En ese momento, la puerta se cerró en su cara haciendo que se cubriera la nariz, adolorido por el golpe.

Después de estar casi dos minutos enteros masajeando su nariz frente a la puerta, el piloto suspiró profundamente y volvió a su camarote. Cuando llegó, se tiró sobre su cama boca arriba y fijó su mirada oscura en el techo de madera. No dejaba de pensar sobre lo que ocurrió entre él y la albina.

Además de seguir impactado por su acción, se sentía muy extraño y confundido por dentro. Su corazón latió con fuerza al recordar cómo ella tomaba su rostro con ambas manos y lo acercaba al suyo para luego juntar sus labios en un corto beso.

...Se había esperado cualquier otra cosa de su parte menos eso. Un grito, un silencio...una paliza. Pensó en los años que llevaba navegando a su lado, eran pocos pero hasta ahora habían sido suficientes para despertar un ligero interés en ella, lo que nunca ocurrió con Baby y Ballora, a quienes consideraba sólo como sus amigas.

A la pelirroja también la veía como la hermana menor que jamás tuvo, debido a su actitud tierna y alegre. Admitía que ella y la peliazul eran muy bellas, pero nunca sintió algo por ellas que no fuera amistad...y ahora tampoco.

Además, ellas ya tenían puestos sus ojos en dos de sus compañeros...En cuanto a él, ahora sus pensamientos tenían una sola dueña: su capitana. No dudaba que era hermosa, de hecho le parecía bellísima. Tenía un carácter singular digno de respeto y una belleza mortal...Unas orbes doradas que parecían valiosos doblones de oro. Un cabello tan blanco como la misma nieve...y unos labios tan rojos como la sangre que resaltaban su hermoso rostro...

Quizás...No. Frunció el ceño y negó con la cabeza, no podía ser que aquel beso hubiera sido real y la capitana era sólo su capitana.

Ella no podía estar sintiendo algo por él...y él tampoco podría estar sintiendo lo mismo por ella. Sería ridículo y algo grave por parte de ambos.

Si, el sólo era uno de sus marineros. Un peón más del tablero. Sólo debía seguir sus órdenes, nada más.

–...Capitana...

A su mente llegó el recuerdo de la noche anterior, en la que pasaron un tiempo juntos en su camarote. Cuando jugaron a sus juegos de mesa preferidos y sus miradas se encontraron al tomar la pequeña pieza de ajedrez que se cayó del tablero...

Esa noche le fue difícil conciliar el sueño. La expresión que puso la capitana luego de que sus manos se rozaron al intentar levantar el pequeño objeto le pareció muy tierna...y, por dentro, sentía muchas ganas de volver a verla así. Quería descubrir que secretos albergaban aquellas radiantes orbes doradas que brillaban cada vez que los rayos del sol se posaban sobre ellas.

Recuerdos de un Amor Pirata (Funtime Foxy x Lolbit) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora