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Me tendí sobre mi cama boca arriba.
Deslicé los dedos por mi pelo, en un vano intento de distraer mi mente, de apartar mis pensamientos y centrarme en otra cosa. Mas, no pude.
-Asquerosa.
-No sirves para nada.
-Fea.
-Nadie te quiere.
Esas eran las duras palabras que llevaba escuchando durante toda la mañana.
Y durante toda mi corta vida.

Imagina que sobrevives ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora