14

7 2 0
                                    

Al cabo de unos segundos después de golpear la puerta, se abrió, y pude ver a una señora que me sonreía con simpatía.
Era alta, tenía los ojos azules y grandes, una nariz respingona, y la piel morena.
-¿Si? -me sonrió, y un mechón de pelo rojizo se deslizó por su hombro derecho.
-Ho-hola. -tartamudeé, nerviosa. -¿Está Darren Welsh? -pregunté al final. Su sonrisa flaqueó un poco, pero no desvaneció de su rostro.
-Ahora mismo no está... -comenzó. Y mi mirada calló al suelo instintivamente. -Pero puedes esperarle dentro, si quieres. -añadió.
Sonreí y asentí mientras ella me hacía sitio para poder pasar al interior de la habitación.

-Voy a la cafetería. -anunció después de unos minutos de silencio. -¿Quieres algo?
-No, gracias. -respondí, con una sonrisa de agradecimiento.
-Ahora vuelvo, entonces. -dijo. -De todos modos, tardará poco en volver... -miró el reloj que reposaba en su muñeca. -A esta hora suele volver del tratamiento de quimioterapia. -añadió. Y salió, cerrando la puerta a su espalda.

Me quedé petrificada en mi lugar. No podía creerlo.

¿Quimioterapia?

Imagina que sobrevives ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora