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Alargué mi brazo para abrir el pequeño cajón que hacía de espejo, en el que segundos antes me había observado.
-¡Lara! -gritó alguien desde el piso de abajo. No respondí. -¡Acuérdate de tomar tu pastilla! -añadió.
-Eso hago. -susurré, a nadie en particular.
Alargué de nuevo la mano y cogí el bote que contenía las pastillas recetadas por el médico. Leí la descripción.
-No tomar más de una pastilla. -leí en un susurro lo que anunciaba la pequeña caja.
Al lado se la descripción reposaba un pequeño dibujo de una calavera.

Imagina que sobrevives ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora