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Un día, el 4 de Enero, vino a visitarme, como siempre.
Lo recuerdo bien. Llovía. Oía el traqueteo de las pequeñas gotas contra el cristal. Olía la humedad.
Se sentó y oí como acercaba la pesada silla hacia la cama en la que yo reposaba.

De repente, mi mano estaba elevada, y se acercaba a mi costado, a su lado, con ayuda de su mano.
Me leyó otro poema, con la voz suave y ronca que le caracterizaba.

"La vida es un segundo,
un error,
una lección,
un triunfo.
Y puede que sea tan escaso,
que no de tiempo a saborearlo.
Y puede ser tan intenso
que no se olvide en un tiempo.
Tantas paciencias,
tantas experiencias.
Tantas palabras,
tantas inacabadas...
Y solo es un segundo.
El segundo más perfecto.
El segundo con el secreto más profundo."

Y con su mano aún sujetando la mía, la apretó.
Y acto seguido besó suavemente mis nudillos.

Imagina que sobrevives ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora