Capítulo 28. Ejecutado

1.2K 138 8
                                    

El sol se alzaba en el cielo, iluminando la Isla de Santa Rita

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sol se alzaba en el cielo, iluminando la Isla de Santa Rita. El Perla Negra aguardaba escondido en la bahía, alejado del pueblo, su tripulación despertaba con los primeros rayos de sol, en espera de las órdenes de su Capitán, quien había ideado un plan durante toda la noche. Para Jack Sparrow, el mejor de los planes siempre había sido la improvisación, pero con dos niños en juego, debía ejecutarse todo al pie de la letra.

Pero todo comenzaría en cuanto dieran la señal. Los piratas estaban atentos, unos vigilaban el mar y otros la selva. Todos estaban nerviosos, pero aun así, confiaban en su Capitán. Él siempre elaboraba los mejores planes y de alguna u otra forma siempre resultaban.

Jack Sparrow, desde la nave, escudriñaba la selva con su catalejo, vio que algo se movía, de entre la vegetación, un hombre con uniforme salió.

—¡Hey! ¿Ese no es el uniforme de los soldados? —preguntó Pintel.

—Tal vez es un uniforme nuevo. —le respondió su mejor amigo Ragetti.

—Ese es el uniforme de los sirvientes de la casa del Gobernador de la isla. —aclaró Jack.

—¿Y qué hace aquí la gente del gobernador? —preguntó el pirata del parche.

—Lo envía su esposa... Y lo envía su esposa porque ella es parte del plan. ¿Savy?

El par de piratas se miraron el uno al otro, preguntándose qué tenía que ver esa mujer con ellos.

—¿Ya llegó? —preguntó Ana a su marido, el asintió —Deja que me acerque primero yo. Él me conoce, si los ve a ustedes, puede que se asuste.

—Tienes razón, hay unos muy feos... —respondió Jack mirando en dirección a Ragetti y a Pintel.

El hombre se intimidó al ver la nave a lo lejos, había visto muchos barcos en el puerto en toda su vida, pero jamás uno con bandera pirata. Aunque Lady Collins le había pedido que no tuviera miedo, no podía evitar sentirlo. Aun así, la lealtad hacia ella y a Lady Olid, podían más que cualquier cosa en ese momento.

El sujeto, de nombre Rubén, entregó a Ana un saco con un par de uniformes iguales a al que él traía puesto.

—El plan realmente no es complicado —explicó el Capitán Sparrow —, solo tenemos que infiltrarnos en la casa de Brown, y dejar entrar a los demás, tomar a los infantes y después salir sin ser vistos.

—Si la esposa del gobernador está de nuestro lado ¿No sería mejor que ella sacara a los niños con cualquier excusa y nos los entregue? —preguntó uno de los piratas.

—Brown no le permite sacarlos. —Ana respondió —. Solo la nana está con ellos todo el día.

—¿Y quiénes son los que se infiltrarán? —preguntó otro pirata.

—Marty y Cotton, son los menos idiotas. —Jack contestó.

Todos los hombres se preparaban para la ejecución del plan, unos irían a la casa de Brown y otros se quedarían en la nave y tener todo listo para salir huyendo sin dificultades.

No todos los tesoros son de oro y plataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora