Capítulo 14. Amargo

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  Jack se había ido para siempre. 

Ana jamás olvidaría la imagen del barco con velas negras mientras se alejaba al horizonte. Sabía que desde ese momento su vida ya no sería la misma y que no lo volvería a ver; aunque estaba contenta porque él había podido regresar a su amado Perla Negra, le preocupaba lo que estaba por ocurrir.

 Sabía que desde ese momento su vida ya no sería la misma y que no lo volvería a ver; aunque estaba contenta porque él había podido regresar a su amado Perla Negra, le preocupaba lo que estaba por ocurrir

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Todas las noches miraba el mar desde su balcón, recordando lo que había vivido con el pirata.

 Entre sus delicadas manos guardaba un anillo de plata con grabados de calaveras y una hermosa esmeralda en el centro. Lo había encontrádo sobre su cama después de que su tío y el Teniente Brown la encerraron bajo llave en su habitación. 

La sortija pertenecía a Jack y se preguntaba si la había olvidado o esa era su forma de despedirse de ella. No lo tenía claro, pero la traía con ella todo el tiempo. Le quedaba muy grande para usarla en alguno de sus dedos, así que la llevaba colgada en su cuello como un collar. Como evidencia de una de las mejores experiencias en su vida. Para recordar al hombre más importante que jamás pensó conocer.


Habían pasado algunos meses, el famoso Perla Negra regresaba victorioso al puerto de la Isla Tortuga; la tripulación de la nave quería festejar el hallazgo de un gran tesoro. Todos estaban en busca de tabernas y burdeles, para despilfarrar el botín obtenido emborrachándose y disfrutando la compañía de bellas mujeres. 

Aunque estaba eufórico por su pago, al Maestre Gibbs le preocupaba su Capitán. Jack Sparrow siempre había actuado raro, era un hombre para nada predecible y aunque siempre se metía en problemas, se las arreglaba para salir de ellos. Pero últimamente se encontraba bastante malhumorado; nada lo complacía, ni el ron, ni las mujeres y eso ya era bastante decir. Ocultaba más cosas de lo normal, su forma de ser era aún más misteriosa, incluso podría decir que lo desconocía. En los momentos en los que Jack creía que nadie lo observaba, Gibbs podría casi jurar que había descubierto rastros de melancolía en su mirada y eso empezaba a sustarle. 

—¿Irás a la Novia Fiel, Capitán? —preguntó Gibbs a Sparrow quien se encontraba en su cabina a bordo de la oscura nave.

—Tal vez. —replicó sib ganas —¿Por qué? 

—Los chicos y yo nos adelantaremos ¿o quieres que te esperemos?

—Váyanse. —casí era como si no le importara lo que hicieran. 

—¿Te apartamos dos o tres jovencitas? —insistió para ver si cambiaba su humor.

—¡Dije que se largaran! —gritó.

Jack estaba molesto por alguna razón. Gibbs se marchó sin protestar, la nefasta actitud de su capitán lo estaba fastidiando, pero no dejaría que eso le arruinara la noche. Después pensaría en algo para que regresara a su humor habitual.

 Después pensaría en algo para que regresara a su humor habitual

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No todos los tesoros son de oro y plataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora