Capítulo 29. Frente a frente

1.3K 146 36
                                    

La cabeza de Brown daba vueltas, además de que le dolía horriblemente gracias al golpe propinado por la detestable esposa de su mejor amigo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La cabeza de Brown daba vueltas, además de que le dolía horriblemente gracias al golpe propinado por la detestable esposa de su mejor amigo.

Después de despertar de su estado de inconsciencia, se dirigió al cuarto de los bebés para asegurarse de que estaban bien. Apenas pudo hacerlo, aún estaba todo borroso, abrió la puerta y encontró a cuatro figuras dentro, dos de ellas conocidas, eran Eugenny y la nana, las otras dos estaban de pie en medio de las dos cunas, se trataban de dos hombres extraños a los que no podía reconocer muy bien. 

Aquel dolor lo aturdía demasiado para darse cuenta de inmediato. Ambos sujetos cargaban a los pequeños. Todos parecían sorprendidos de verlo ahí. ¿Por qué habrían de hacerlo? Esa era su casa y esos sus hijos.

Uno de los sujetos parecía más viejo que el otro. Poco a poco su mente fue tomando caridad a pesar del dolor. Las figuras borrosas comenzaron a ser más nítidas. Reconoció de inmediato al hombre mayor. Era el pirata Jack Sparrow ¿Qué hacía ese sujeto en su casa? Se suponía que a estas alturas ya estaría muerto a manos del Capitán Monfort. ¿Y quién era el otro sujeto? Era un joven de cabello largo y trenzado, su rostro era muy familiar... demasiado familiar... ¡No! ¡No podía ser! Creía que su mente le estaba jugando una broma muy pesada, tal vez estaba alucinando debido al fuerte golpe, o simplemente se estaba volviendo loco. No, eso no podía ser. Realmente estaba viendo claro, no podía ser mentira lo que había ante sus ojos.

 Realmente estaba viendo claro, no podía ser mentira lo que había ante sus ojos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Ana? —preguntó con un nudo en la garganta —¿Cómo es posible? Creí que... Me dijeron que habías muerto al dar a luz.

—¡Pues estoy viva! ¡Y he venido por mis hijos!

Definitivamente era ella, era su voz, sus ojos azules la delataban. Sintió unas enormes ganas de abrazarla para asegurarse que no era un sueño, pero en cuanto dio un paso, Jack, con una mano sacó su espada, mientras que con la otra sujetaba a su hijo.

—Es mejor que no te acerques o aquí mismo te mato. —amenazó el pirata. Seguido de eso, entregó al recién nacido a la nana.

—¿Cómo pudiste? ¿Cómo te atreviste a separar a una madre de sus hijos? ¡Estuve a punto de morir y me abandonaron a mi suerte! —reclamó la joven.

No todos los tesoros son de oro y plataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora