Capítulo 17. Las sombras que asechan

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  El Capitán Sparrow tenía dos días esperando en Tortuga. 

A esas alturas, Ana ya debería de estar ahí, pero al parecer nadie la había visto en ningún lado.

No se atrevía a revelar quién era ella, solo se limitaba a preguntar por una mujer de cabello negro proveniente de la Isla de Santa Rita. ¿Por qué no llegaba? ¿Le habría pasado algo? No, no era posible. Tal vez había tomado la decisión de ir a otro lugar y no encontrarse con él. Sí, de seguro eso era. Posiblemente eso sería mejor que encontrarla, no estaba seguro si realmente quería hacerlo. No estaba seguro si quería verla de vuelta. Ya no. Pero si ya no quería verla ¿Por qué la seguía esperando? ¿Qué demonios ocurría? Sabía que algo andaba mal, por lo menos con él. La brújula lo delataba. Siempre que no sabía qué hacer, ese artefacto dejaba de funcionar como debía. Maldijo  la hora en la que llegó a Santa Rita. 

Jack se encontraba dentro de su taberna favorita, "La Novia fiel", sentado en un rincón, sumergido en sus pensamientos y terminando con el contenido de una botella de fuerte ron. El Maestre Gibss lo observaba desde el otro extremo del establecimiento. Desde que había salido de esa isla hace ya muchos meses, notaba a su capitán algo raro. Pero en esa segunda, extraña y repentina visita a la misma isla, estaba mucho peor. Se acercó a la mesa de Jack y puso sobre ella otra botella de ron. 

—¿Qué te ocurre, Jack? —preguntó.

—¡Nada!

—¡No mientas!

—¡Yo nunca miento!

Gibbis volteó los ojos ante su respuesta. Claro que mentía, él era el Dios de las mentiras. 

—Te conozco. Algo no anda bien contigo. Y si algo no anda bien contigo, no es bueno para nadie. ¿Quién es la mujer a la que esperas?

—Yo no espero a nadie.- mintió.

—¡Por favor Jack! ¿En verdad suponías que no me iba a dar cuenta de que mi Capitán pregunta por una mujer, cada que un barco arriba al puerto?

Jack suspiró resignado. 

—Esa mujer es la que conocí en Santa Rita. 

—¿La médico que te atendió? ¿Por qué vendría a Tortuga?

—Espera un hijo mío. 

El Maestre Joshamee Gibbs estaba perplejo, durante todo el tiempo en que conocía a Jack, había escuchado muchas cosas provenientes de él que lo habían sorprendido, pero ninguna como esta. No podía hablar por la impresión, estaba atónito. 

—¿Un hijo?

—Sí.

—¿Tuyo?

—Así es. 

—¿De tu sangre?

—Solo la mitad... ya que la otra mitad es de su madre.

—¡Jack! ¡Un hijo! Un hijo del Capitán Sparrow —Gibbs estaba emocionado por la idea, aunque después lo pensó —... Pobre criatura. Lo que le espera con un padre como tú. 

—¡Gracias!

—¿Cuándo te enteraste?

—Cuando fuimos a la isla. Una amiga de ella me lo dijo, Ana ya había salido para cuando nosotros llegamos. 

—Ya debería estar aquí. 

—Eso mismo pienso yo. 

—Si no ha llegado es porque algo paso. Debes empezar a buscarla, Jack.

—¿Pero dónde? 

—¿Qué hay de la brújula?

—No funciona. 

No todos los tesoros son de oro y plataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora