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El sueño terminó ganándole a los pensamientos, no aguanté más y caí profundamente dormido.

Desperté al día siguiente, estaba más somnoliento de lo normal. Mi madre ya debió haberse ido. Miré la hora, eran las 13:00hrs. Me salté el desayuno y el almuerzo. Me duché con calma, me puse mi ropa casual y perdí el tiempo leyendo mi libro, pero no me pude concentrar.

Por más que tratara en concentrarme, él no salía de mí cabeza.

Debía calmarme, quizás si voy al parque, estaré mejor. Además, me gusta ser puntual, por lo que llegaré antes. Me hubiese gustado dibujar. Busqué mi sketch en la habitación de mi madre, pero no estaba, y si ella encontraba que hice un dibujo, no volvería a ver la luz del día.

Pero... ¿Y si no me llevo el dibujo a casa? Sería solo un boceto, pero algo es algo.

Llevé una hoja en blanco, un lápiz grafito, mi teléfono móvil y un libro. Puse todo en mi mochila. Eran las 14:34hrs. Me quedan menos de 30 minutos, cuando sean las 15:00hrs,, guardaré el dibujo en el libro. Nadie sospecharía de un libro de literatura.

Me senté bajo el árbol de siempre y comencé a dibujar una persona. Repasaba con delicadeza cada facción, cada detalle. Quería hacerlo lo más detallado posible. Se trataba de Ryan. Pocas veces le veía a la cara, pero me esforzaba por recordar todo.

Los minutos pasaron volando, tanto que no me percaté de la precensia de cierta persona que miraba por encima de mi hombro.

-Dibujas muy lindo.

Me estremecí al escucharlo tan cerca mío. Sin darme cuenta, arrugué completamente el papel.

-Ryan, espera ¿que pien- que crees que haces?

-Miraba como dibujabas. Tienes talento, ¿por qué no me habías mostrado?

-... No es tanto. -Dije mientras guardaba el dibujo, hecho una bola, en mi bolsillo, pero Ryan me lo quitó de las manos. -Ryan, ¡no lo veas! Ni siquiera está listo, está arrugado y manchado.

-¿Puedo quedarmelo?

Dijo mientras extendía el papel. Él no le daba importancia a lo que le decía, pero en mi mente era un caos. Él vió como dibujaba, y no dibujaba cualquier cosa. Dibujaba a un Ryan de cuerpo completo. Esto es humillante. Pensará mal de mí, pero yo no soy así, solo quería dibujarlo, nada más.

-Dámelo...

-Alcánzalo.

Odio que se aprovechen de mi altura. ¿Cuanto medirá él? ¿1.75cm, tal vez? Es injusto. Me estiré lo más que pude, brinqué lo más alto, pero haga lo que haga no lograba alcanzarlo. Cuando levanté ambas manos, Ryan con su mano libre, comenzó a hacerme cosquillas, mi debilidad.

Pero inmediatamente paró. No fue como la vez anterior, esta vez él no se mostraba divertido.

-Estas más delgado.

Lo dijo en tono serio. Yo no estaba anoréxico o algo por el estilo, aún tenía energía. Si, es verdad que últimamente no he comido nada, pero no voy tan mal.

-N-no es nada -dije restándole importancia, pero Ryan no se lo tomó igual.

-Anthony, ¿Haz comido bien? ¿Estuviste enfermo?

-No,no yo solo... Solo quería sentirme bien.

-Debes comer bien, Anthony. O no saldré más contigo

-¿Qué?... Pero... Ryan, no es para tanto, no pasa nada.

-Puede que ahora no, pero ¿y luego? No quiero que termines enfermo en un hospital.

-No llegaré a ese extremo... Está bajo control, de verdad.

-Entonces, júralo... Por mí.

-Lo juro.

-Sabes que no quiero verte mal, Anthony, me partes el corazón cuando estás asi. Come un poco más, ¿si?

-Está bien, Ryan.

-Bueno, vamos a ir a un lugar, aunque estará un poco lejos. Usaremos el transporte público.

-Vale, vale.

Ya estábamos en el transporte público. No tenía idea a dónde iríamos. Cuando bajamos, Ryan me vendó los ojos. Sentía que en cualquier momento tropezaría o chocaría con alguien. Pero Ryan me mantuvo firme. Caminamos un poco, luego escuché el ruido de una puerta abrirse. Al parecer, la cruzamos. Se oía como una tienda. Ryan me ayudó a sentarme frente a una mesa. Me quitó la venda y de sentó junto a mí. Era un café.

-Ta-rán. Pide lo que quieras, yo pago.

Ví el menú, eran cosas muy dulces. No quería nada, pero debía esforzarme, al menos por Ryan.

-Chocolate pequeño...

-¿Y?

-Galle...tas. Solo algunas.

-Muy bien, Anthony, vas progresando. -Dijo mientras acariciaba suavemente mi cabeza. No estaba acostumbrado al contacto físico, pero no me molestaba cuando él lo hacía.

-¿Puedo tomar su orden?

Ryan me miró fijamente y con una seña me dio a entender que yo tomara el pedido.

-Un café... No, eso no, un ch-chocolate pequeño... Y... unas galletas.

-¿Algo más? -dijo míentras anotaba en una pequeña libreta lo que acabo de decir.

Miré a Ryan que estaba negando con la cabeza. -No, no, gracias.

El mesero retiró el menú y se fue. Me había puesto muy nervioso. Eso me tomó por sorpresa, yo creí que Ryan haría la orden. Fue como una traición para mí.

-Esta bien, tu tranquilo. ¿Te sentiste nervioso?. -Ryan debió haberse percatado de mis sentimientos.

-Sí...

-No tienes por qué estarlo. Las personas no están pendientes de ti o de tus errores.

-Pero... algunas veces los demás se rien... y-

-Sí, quizás se rien durante un tiempo, pero lo olvidan a los minutos. ¿Acaso crees que alguien recordará que hace 3 años te caíste?

-No lo creo.

-Exacto. No todos estarán pendientes de ti. Las personas olvidan fácilmente

-Emm... ¿No comerás, Ryan?

-No, comí lo suficiente en el almuerzo.

Qué irónico. Me pide comer y él no comerá nada.

INSEGURIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora