FINAL

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Volví a casa junto a Ryan. Él mantenía una mirada triste, fija en el cielo infinito.

Una vez que entramos a casa, como de costumbre, no estaba mi madre. Le entregué mis apuntes de todas las materias.

-Pero necesito que me expliques los temas.

Claro, no podía ser algo tan fácil. Debía explicarle todo detalle por detalle. ¿Por qué se desconcentra tan fácil? Se supone que debe prestar atención a lo que le explico, no a esas otras cosas.

Apenas terminábamos con un tema, él ya se aburría. No podía enseñarle todo de inmediato.

-Ryan, tengo una idea... Es mejor estudiar la materia en distintos días.

-Si, me parece algo bueno... Está bien, supongo que me iré.

-N-no Ryan, no quiero que te vayas...

-De acuerdo, Anthony, pero recuerda que tampoco puedo estar todo el tiempo contigo.

-Yo lo siento, realmente lo siento.

Ryan ya no tenía esa cálida sonrisa. Lo sentía distante. No quería que él fuera así conmigo.

Lo abracé, quería que me entregara cariño, no quiero que se aleje de mí. Es mi único amigo y no quiero perderlo.

Mis ojos se estaban volviendo cristalinos, pero evitaba que las lágrimas salieran de mis ojos.

Él me encerró con sus brazos, ya no era el Ryan que yo había conocido. ¿Hice algo mal? ¿Por qué ya no me trata con cariño? Creo que ahora él me odia... Sí, debe ser eso. Pero intentaré arreglarlo, no dejaré que se arruine nuestra relación por un detalle tan poco importante. Aunque... ¿Cómo repararía mi error? Bueno, primero que nada, debo saber qué es lo que le hace enfadar a Ryan. ¿Será mi inseguridad?

Me esforcé por no tartamudear y no ser tan aferrado a él. Seguramente se siente incómodo, o simplemente no le agrada mi forma de ser.

-... Ryan, si quieres... Puedes irte.

-¿Seguro?

-Sí... No quiero aburrirte más.

-Está bien, te veo mañana en la mañana.

-Adiós, Ryan.

Esta vez solo se fue, sin hacer nada de contacto físico. Al parecer, ya no le preocupo como antes.

Cuando Ryan se fue, estaba intentando ahogar mis lágrimas. Solo quiero volver al pasado, donde Ryan era bueno conmigo, no como ahora. Se volvió tan frío que ya no sé si él es realmente Ryan.

Proseguí a leer uno de los libros que él me había regalado. Lo sentía como un álbum lleno de nostalgia y recuerdos.

La hora pasó más rápido de lo que yo había calculado. Ya había llegado mi madre. Hoy, era el día de las caras serias. Todas las personas con las que me relacionaba, llevaban puesta una de esas.

-Anthony, llamaron del establecimiento, ¿hay algo que quieras decirme? Sobre tu relación social, por ejemplo.

-Madre, yo... Es decir, no. No sucede nada, estoy bien donde estoy. No hay nada que me moleste.

Mi madre me quedó mirando con desconfianza, pero no podía decirle nada. Era demasiado arriesgado. ¿Qué pasa si me cambian de liceo? No vería lo suficiente a Ryan. No quiero eso. Puedo lidiar con lo que me sucede ahora. Además, yo no tengo la culpa, son ellos los que tienen problemas, yo estoy bien.

Cuando terminamos de hablar. Mi madre dijo que iría a una cena, para variar. Estaré solo otra vez, pero no se lo diré a Ryan, no quiero molestarlo de más.

Pero ahora, sin Ryan, todo se tornaría oscuro, debía afrontar mi cruda realidad.

Llegaron unos hombres al orfanato. Madre, la persona encargada de cuidarnos, había ido a mirar a los demás niños.

Los hombres llegaban cada año y se llevában a exactamente 10 niños. Esta vez, la suerte no estaba de mi lado. Yo estaba dentro de la lista de los 10 desafortunados que irían al laboratorio para ser utilizados como experimentos.

A "mis hermanos" y a mí, nos habían formado en una fila y nos guiaron a una extraña sala, donde había gran cantidad de productos tecnológicos y médicos. Ninguno, en todo el orfanato, sabía qué le sucedía a los que eran elegidos. Sólo sabíamos que nunca más volveríamos a nuestros hogares.

Iba entrando a la sala uno por uno, cuando fue mi turno, no ví a nadie más que yo conociera. ¿Dónde se los habrían llevado?

No tuve más tiempo para pensar, porque sentía como plasmaban un código en mi nuca e introducían un par de agujas en mis brazos. Mis sentidos comenzaron a fallar, pero logré ver a Ryan, observándome a un par de metros.

-Te lo dije, Anthony, debes vivir la realidad, yo no soy real y tu casa ya no existe, soy tu ilusión. Comprendelo, por favor. Esta es tu realidad. Este es tu destino.

De ahí en adelante, no recuerdo nada más. ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? Cuando desperté, estaba en una sala sin nadie más a mi lado. Un hombre se acercó a mí y solo me hizo una pregunta:

-¿Cuál es tu nombre?

-Mi nombre es W-012.

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