La potente luz blanca en el techo me obliga a cerrar los ojos otra vez. No entiendo muy bien donde estoy, pero sé que no es un lugar en el que haya estado antes. Una fuerte punzada de dolor me atraviesa la cabeza cuando intento recordar qué fue lo que pasó, haciéndome gemir de forma lastimera.
-¿Natalie, estás despierta?
Oigo que pregunta mi madre de forma desesperada. Sus sollozos me obligan a levantar mis párpados, justo para ver el momento en que mi hermano sale corriendo a toda velocidad de la habitación.
Pronto todo se vuelve más claro. Puedo notar el típico aroma a desinfectante de piso en el ambiente y suaves murmullos que provienen del otro lado de la puerta. Mi hermano vuelve a aparecer seguido por un doctor, lo que confirma mi sospecha de que estoy en el hospital.
-Natalie, ¿cómo estás? -Me pregunta el médico de manera suave mientras me examina.
-Me duele la cabeza ¿Qué me pasó? ¿Por qué estoy aquí? –Hablo sintiendo un poco rara la boca.
-¿Qué es lo último que recuerdas? –Vuelve a hablarme el profesional con el mismo tono de antes.
-No lo sé ¿Estaba en la florería? -Pregunto confundida. El dolor no me permite pensar bien- ¿Pueden darme un poco de agua?
David, mi hermano, se apresura a servirme un poco para luego alcanzarme el vaso. Cuando extiendo la mano para agarrarlo diviso mi sortija de matrimonio en el dedo anular y todos los recuerdos me bombardean como flashes.
-¡Dios mío! Estaba con Jon en el auto y tuvimos un accidente.
La última vez que lo vi estaba inconsciente y malherido. Por un momento dejo de sentir dolor u otra molestia. Observo al doctor hablar con una enfermera que no estaba allí antes, o tal vez yo no la había notado.
-¿En dónde está? Quiero verlo.
La mirada que intercambian mi mamá y mi hermano logra que se me ponga la piel de gallina. El profesional pone una mano en mi hombro antes de hablar.
-Lamentablemente, la situación de Jon era mucho más complicada. Sufrió varias heridas internas. Hicimos lo que pudim...
-No, no, no, no –Interrumpo al doctor mientras intento levantarme de la cama.
No voy a escuchar el final de esa oración, porque no puede ser cierta. Siento una fuerte opresión en el pecho que no me deja respirar y las lágrimas se agolpan en mis ojos, listas para salir. David se acerca y me sostiene mientras me inyectan algo en el brazo.
El efecto es casi inmediato. Mis músculos se relajan y caigo en la cama mientras me niego a soltar la manga de la camisa de Dave. Con mis últimas fuerzas le suplico que me deje ver a Jon, pero la oscuridad me arrastra con ella.
Una semana después...
David abre la puerta de mi casa y yo entro detrás de él. Finalmente me han dado el alta en el hospital. Mi madre me insistió para que me quedara con ella, pero quería volver a mi lugar, con mis cosas y las de mi esposo.
Siento ese olor tan familiar que posee nuestro hogar y veo la sala llena de fotos nuestras, cosa que me representa un duro golpe. Me abrazo a mi misma mientras contengo un sollozo.
-Tali... ¿Segura que no quieres quedarte en casa de mamá? También puedes quedarte con April y conmigo –Me dice con las manos apoyadas en mis hombros.
-Estaré bien, Dave. Es solo que... son demasiados recuerdos.
Lo veo suspirar y asentir. De seguro no es fácil para él tampoco. David y Jon eran amigos desde la escuela, así fue como lo conocí yo. Eran más hermanos que cuñados. Y conozco demasiado bien a mi hermano como para saber que intenta aparentar cierta fortaleza para sostenerme a mí.
-Bien. Escucha, hermanita. Ayúdame a preparar la lista de las cosas que necesitas y yo iré a hacer las comprar mientras tú desempacas –Señala la pequeña maleta que habíamos traído del hospital.
Agarro mi equipaje y vamos hasta el comedor. Dejo mi bolso en la mesa y le tiendo un bolígrafo con un papel para que pueda anotar. Yo me dirijo a la cocina para ver que me hace falta en la alacena y la nevera.
-Galletas saladas y un paquete de Oreos –Digo alto para que me escuche.
-Listo ¿Arroz? ¿Harina?
-Arroz. Y un paquete de tallarines secos. Café, Dave, subraya eso que es importante.
Lo escucho reír por mi pedido. Camino hasta la nevera y comienzo a revisar.
-Necesito pollo y algo de carne para preparar hamburguesas. Tomates y lechuga. Algunas manzanas...
-No olvides la leche –Escucho decir a mi esposo junto a mí.
-Cierto, siempre se me olv... ¿Jon? –Doy una vuelta entera sobre mi misma buscándolo- ¿David, oíste eso? –Pregunto alto y un poco alterada.
-Lechuga, manzanas. Ya lo anoté.
-No. Acerca de la leche.
-Lo siento, hermanita. Ya lo escribo –Me dice totalmente ajeno a lo que yo acabo de vivir.
Seguramente mi mente me está jugando una mala pasada. Pero es que su voz se oyó tan clara. Muerdo mi labio inferior intentando no llorar. No quiero asustar a mi hermano tampoco, porque seguramente no me dejará estar sola si le comento lo que acaba de ocurrir. Voy directo al comedor y me paro a su lado.
-¿Algo más? –Me pregunta- Podría hacer la compra para toda la semana. Sé que a ti no te agrada mucho hacerlo.
-Descuida, con eso estaré bien. Así tendré una excusa para obligarme a salir y no quedarme aquí encerrada más de tres días.
-Vendré a visitarte de todos modos. Y, si es necesario, te sacaré a la fuerza de este lugar.
-Eres el mejor hermano del mundo –Lo abrazo y su largo pelo rizado me hace cosquillas en la nariz, cosa que me provoca soltar una risita.
-Estarás bien –Dice más para sí mismo mientras me besa en la coronilla.
Unas horas después, en la noche, ya no estoy tan convencida de las palabras que mi hermano dijo. Encontrarme en mi hogar, cocinando solo para mí, sin otra compañía más que la del televisor fue demasiado fuerte. Llevo puesta una camiseta de Jon, la cual tomé después de ducharme, su aroma me embriaga. Y si cierro los ojos, por un momento puedo imaginar que él está abrazándome.
Me acuclillo en el suelo de la habitación y comienzo a llorar mientras me cubro el rostro con las manos, ¿es posible morir por extrañar tanto a alguien? Porque así me siento en ese momento.
-Jon, no puedo hacerlo sin ti –Suelto en voz alta, hipando debido al llanto.
El olor del perfume de mi esposo se hace más fuerte, como si alguien lo hubiese rociado hace instantes en su piel. Levanto la vista y me encuentro sola en el cuarto. Vuelvo a ponerme de pie mientras sorbo por la nariz.
Me dirijo al baño a asearme un poco y luego me tiro en la cama, usando solo mis bragas y la camiseta de él. Me cubro con las mantas y me acurruco abrazada a la almohada que pertenecía al amor de mi vida. Sigo llorando en silencio hasta que los párpados comienzan a pesarme y mis pensamientos se tornan algo incoherentes.
-Eres fuerte, no te dejes caer. Despierta, vive... -Escucho la voz de Jon regañándome con dulzura.
Una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios antes de rendirme ante Morfeo.
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Despierta (Jon Bon Jovi)
FanficJon le prometió a Natalie que ni la muerte podría separarlos. Ahora ella tendrá que descubrir si está lidiando con el fantasma de su difunto esposo o está volviéndose realmente loca.