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Uriel

Ha pasado dos meses desde que no veía a Samuel. Al día siguiente de lo sucedido no fue al trabajo.

Después de que salí del café y hablar con Aron, subí al auto de mi padre para dirigirnos a la casa de Samuel. Mi padre le explicó todo e incluso le agradeció por lo que había hecho. Recogí mis cosas y nos fuimos a su casa. Parece que el había comprado una casa no muy lejos de la nuestra. Era de madera, amplía, de un solo piso con un gran jardín, tenía una que otra decoración rústica. Mi cuarto se ubicaba enfrente de la de mi padre. Mi cuarto era lo suficientemente amplio para mi.

En el transcurso de los dos meses, en el trabajo nadie hablaba de Samuel, actuábamos como si nada hubiera ocurrido. Lo raro era que no sentía ningún arrepentimiento alguno. En la escuela Samuel y yo actuábamos como si nada, nos ignorábamos sólo me iba con Elena. Ella no tenía intensiones de preguntarme nada.

Al salir de la escuela mi padre no me dejaba ir caminando a la casa, el venía por mi. Cuando el vi el auto de mi padre me subí rápidamente ya que tenía mucha hambre.

-Deberías perdonarlo-mencionaba mi padre mientras acomodaba mi mochila en el auto.

-¿Porqué debería perdonarlo?-pregunte sin importancia.

-Me dijo el doctor que Samuel no ha comido ni dormido bien en estos meses-respondió. Encendía el auto y lo arrancaba. La verdad ya no me importaba, era su problema.-Tal vez el se arrepintió.

-Si tanto se arrepiente debería decírmelo en la cara-mencione.

Mi padre solo guardó silencio, tal vez por fin aya captado. Llegamos a la casa. Vi como alguien estaba parado enfrente de espaldas a la calle. Nos estacionamos, fue cuando voltio. Era Aron, cargaba una caja no muy grande. Baje del carro dirigiéndome hacia el.

-¿Aron? ¿Paso algo?-pregunte, el sabía en donde viva porque una vez yo estaba cargando muchas cosas y el me dijo que me ayudaba.

Ya era normal que Aron viniera a la casa, casi siempre me visitaba.

-Venía a traerte este nuevo postré que hice, quiero agregarlo al menú pero primero me gustaría que lo probarás primero-Aron se sonroja fácilmente al igual que yo.

-Aron que te parece si te invitamos a comer-decía mi padre que estaba atrás de mi.

-Ammm...no...creo...les estorbaría-decía agarrándose la cabeza y sonriendo.

-Vamos Aron y te diré si me gusto el pastel-mencione sujetándole la mano, se ponía muy rojo, se tapaba la cara con la otra mano y dirigía la mirada hacia otro lado.

-E...esta...bien-asistió al último.

Agarre mi mochila pero Aron me la arrebato poniéndosela en el hombro. Entramos a la casa, mi padre apenas iba a hacer de comer. No podía ayudarle, soy pésimo en la cocina. Aron se ofrecía a ayudar así que los dos empezaron a cocinar.

Escuche que tocaban el timbre, como no estaba haciendo nada fui a ver quien era. Abrí la puerta y era el doctor. Sentí escalofríos por todo mi cuerpo, me daba pena verlo.

-Ho...hola doctor, ¿có...como esta?-mi tartamudeo y mi risa fingida me fallaron.

-Hola Uriel, ¿Cómo has estado?-el doctor parecía estar muy alegre de lo normal.

-¡Uriel! ¿porqué ya no nos visitas?-dijo Samir mientras me abrazaba y haciendo pucheros.

-Hahha, perdón no he tenido tiempo-mentí. Me asegure que Samuel no estaba atrás de ellos.

-Uriel la comida esta...-no término de decir Aron. Se quedo inmóvil cuando vio al doctor.

-¿Uriel, quien es el?-el doctor parecía muy enojado.

Un Amor No EsperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora