Capítulo 8: Entrometidas.

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Kathryn

  —Entonces, ¿están listas? Hay que irnos ya, no quiero pasar la noche fuera.—

Zoe y Cordelia se miraron entre ellas demasiado divertidas, mala señal, algo tramaban.

—Sí, verás, Cordelia quedó de ayudar a Hershel a terminar de enfrascar los remedios y yo Glenn y yo iremos a conseguir algo muy importante así que, lo siento pero, no estamos disponibles.—

Abrí los ojos demasiado, ¿era en serio?, les estaba dando la posibilidad de ir al paraíso conmigo y ellas preferían quedarse a hacer medicamentos naturistas y a buscar quién sabía qué cosas con el chino. Bufé frustrada, bien podría ir y venir sola pero para la cantidad de cosas que quería traer me llevaría como un millón de viajes pues no quería tener que responder a las típicas preguntas de "¿cómo es que volviste tan pronto? ¿todo eso lo pudiste traer tú sola? ¿dónde dices que está el lugar al que fuiste?"   Era imposible contestarles sin darles pistas de lo que yo era realmente. 

  —Bien, iré sola, ustedes se lo pierden.— 

Cordelia me tomó de un brazo para evitar que me fuera y sin dejar de lado su sonrisita embaucadora habló tan alto que casi me deja sorda, tarde me di cuenta que no se dirigía a mí.

  —Hey, Daryl, ¿podrías venir un segundo?—

Me solté rápido y con un poco más de fuerza de la necesaria.

—Ni lo sueñen, no, no iré con el arquero a ninguna parte. Si ustedes no quieren acompañarme, mejor voy sola.—

—Vamos, Kath, pensé que las cosas iban mejor entre ustedes. Hasta los he escuchado reír juntos y todo.—

Cordelia tenía razón. Hace tres meses, cuando apenas llegamos, estar en medio de Daryl y yo era como estar entre Hiroshima y Ngasaki en 1945 pero poco a poco ambos fuimos acostumbrándonos a  la presencia del otro, más por obligación que por gusto, y a aceptar nuestro modo de ser. La verdad es que habíamos demostrado ser un gran equipo, cuando íbamos de cacería o a conseguir cosas nos comunicábamos incluso sin necesidad de hablar. Aún seguíamos molestándonos el uno al otro y desesperándonos cuando no conseguíamos lo que queríamos pero ya no era porque nos odiáramos o algo parecido, todo lo contrario.

Si había algo de lo que estaba segura era de la increíblemente enorme tensión sexual que había entre Daryl y yo. Me gustaba, no podía negarlo más, era tosco, salvaje, astuto, inteligente, fuerte, generoso, en algunas ocasiones, muy tierno y, en otras, un verdadero imbécil. Lo deseaba, con todas sus cualidades de tierno caballero y todos sus defectos de estúpido neanderthal. Que se viera tan malditamente sexy todo el tiempo no me ayudaba. 

¿Él siente lo mismo? Honestamente, no lo sé, jamás he vuelto a leerle la mente desde la primera vez que lo vi, sería demasiado fácil hacerlo y sacarme la duda pero le juré a Merle hace mucho que nunca usaría mis poderes con él ni con aquéllos a quienes amara y voy a cumplirlo pase lo que pase. Sé que le gusto, en más de una ocasión lo he atrapado observándome demasiado y en zonas dónde sus ojos no llegarían de manera inocente pero luego dice algo desagradable y se aparta. Tal vez tiene miedo de sentir algo más por mí, tal vez simplemente no le interesa ningún tipo de relación con nadie pero el hecho es que estamos creando una especie de amistad y no quisiera estropearlo todo sólo por mis ganas de... bueno de... ir más allá. Además, si me rechazara no lo resistiría, soy fuerte contra los caminantes y mis enemigos pero terriblemente débil con los asuntos del corazón. Y es en casos como este en los que extraño tanto a Merle, él se reiría de mí y me diría algo así: "Gallina, ¿por qué no vas y pones un par de huevos en vez de sentarte a esperar a que mi hermanita de el primer paso?"

—Kath, Kath...—

Una palmada enfrente de mi rostro me trajo a la realidad.

—¿Qué? ¿Dijiste algo?—

Zoe y Cordelia soltaron una gran risotada, cuando mi mente terminó de despejarse supe por qué. Daryl estaba en mi campo visual, bueno, los perfectamente apetecibles labios de  Daryl lo estaban. Agité mi cabeza y a los pensamientos inapropiados fuera de mi mente , él me vio con cara de muy pocos amigos.

  —Te espero en la camioneta.—

Supuse que en algún momento, mientras la imagen de él y yo, desnudos y juntos,  se apoderaba de mi mente, las chicas le habían pedido que me acompañara y él había aceptado. Rayos, ¿ahora cómo se supone que pase ocho horas a solas con él, lejos de todos, sin dejar que la tensión al fin rompa las barreras que nos hemos formado? El claxon desesperado de la camioneta interrumpió mis pensamientos. 

  —Más le vale que nada pase o cuando vuelva voy a asesinarlas.—

Cordelia y Zoe tuvieron el buen tino de tragarse sus sonrisitas, malditas entrometidas. Comencé a caminar hacia Daryl, con un nudo en el estómago y un calor sofocante cubriendo todo mi cuerpo. Sería un día interesante, sin duda, aunque no sabía si para bien o para mal.  

The walking dead: Coven.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora