Capítulo 5: Provisiones.

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Daryl

El sol hacia pocas horas que había salido y estábamos ultimando los detalles para la expedición del día de hoy. Según la información que las chicas nuevas nos habían proporcionado, el lugar al que iríamos estaba a pocos minutos de aquí.

-Es hora. Glenn y Maggie, ustedes se llevarán la camioneta. Cordelia, Zoe y yo iremos en nuestro auto, Daryl, tú...-

Kathryn me vio de arriba abajo como buscando algo, no tenía idea de qué podría ser pero no me gustaba.

-...tú puedes ir en lo que quieras o, mejor, no ir.-

No me dejó contestarle, se dio media vuelta y se fue a su auto. Odiaba la forma en que se comportaba pero al menos había servido para algo su llegada, miré hacia atrás, a unos metros de nosotros, Rick mecía a Judith entre sus brazos. Lo que fuera que Kathryn le hubiese dicho a su hermano, había funcionado.

-Puedes quedarte todo el día observando el panorama pero dinos si lo harás para que dejes de retrasarnos.-

Ignoré los gritos de Kathryn y decidí, simplemente, subirme a mi moto. Beth y Carl abrieron las puertas para dejarnos salir y Glenn, Maggie y yo seguimos al trío de chicas y a su elegante audi plateado.

Casi una hora después, llegamos a una zona exclusiva de residencias, de esas en las que en otros tiempos habitaban sólo los afortunados pero que hacía rato estaban vacías o repletas de caminantes. Por primera vez, los barrios más lujosos reflejaban la miseria y podredumbre que guardaban. Las chicas entraron al lugar sin precaución alguna, como si supieran de ante mano que estaría libre, y lo estaba, en todo alrededor sólo había cuerpos inmóviles en el piso. Nos llevaron hasta la casa, más bien mansión, más grande de todas.

La mansión tenía casi todas las ventanas rotas, una gran pila de cuerpos a un lado de la entrada principal y en el interior se veía como si ya se hubieran llevado absolutamente todo lo que podría servir para algo, bufé y me detuve en medio de la sala.

-¿Y qué se supone que nos será útil de aquí? Apenas quedan algunas cosas en pie, mejor voy a las otras casas a ver si encuentro alguna mierda que podamos usar.-

Kathryn me fulminó con la mirada.

-¿Así que lo estúpido y bocón viene de familia?-

-¿Qué quieres decir con eso?-

La pelirroja puso los ojos en blanco como gesto de que se le agotaba la paciencia.

-Que utilices mejor esos lindos labios y dejes de decir idioteces.-

Aceleró el paso, dejándome en shock ¿dijo que mis labios son lindos? Me apresuré para seguirla de cerca. Recorrimos un gran tramo hasta llegar a la cocina y no había visto nada interesante, fue cuando abrieron la puerta que daba al sótano que supe por qué nos habían llevado hasta ahí. Era un sótano amplio y con antorchas en las esquinas, una vez encendidas iluminaban bastante bien, en el centro habían tres camas con un baúl a los pies de cada una, también había un closet y muchos libros, era el refugio de las chicas. Lo mejor vino cuando Kathryn se acercó a la pared de la derecha, movió una de las bases de las antorchas y la pared se movió para dar paso a otra habitación igual de grande y llena de suministros.

-Te lo dije, calladito te ves más bonito.-

El susurro de Kathryn en mi oído me erizó la piel y me secó la garganta pero las risas de los demás me hicieron recordar que esa chica lo único que quería era hacerme sentir incómodo, la ignoré y fui a cargar la primer caja que vi, una de comida enlatada, y empecé a regresar el camino hasta los autos. Y una vez más, Kathryn no me dejó tranquilo. Su risa sí que me hizo enfadar, lancé la caja al suelo y la encaré.

-¿Y ahora qué demonios? ¿Cargué mal la caja? ¿Es tu comida favorita? ¿Quieres que te cargue a ti primero o qué?-

Sus ojos verdes mostraron sorpresa y, después, más burla.

-Por supuesto que no, sólo que hay mejores formas de subir todo esto.-

Señaló hacia el fondo de la habitación, varios carritos de compras estaban enfilados y listos para transportar las cosas, me sentí como un idiota.

-Debiste decirlo desde el principio, sólo nos haces perder el tiempo.-

Me sonrío burlona y ¿coqueta? No, no, no, debí ver mal, a esa mujer ni los hombres le han de gustar. Fui con ella, Zoe, Cordelia, Glenn y Maggie que ya estaban llenando los carritos.

-¿Chicas? ¿Y la leche dónde está? Sólo veo suministros para nosotros pero no para Judith.-

Cordelia le respondió a Maggie.

-Lamentablemente nosotras no tenemos cosas para bebé pero hay una tienda cerca de aquí, no la han saqueado y debe tenerlas, iremos una vez que terminemos con esto.-

-Sí, sé cuál tienda, ¿la que pasamos hace como diez minutos no?-

Cordelia asintió.

-Maggie y yo podemos ir, así será más rápido.-

La chica rubia dudó y fue Kathryn quién le contestó.

-Ni lo sueñes, chinito, iremos todos juntos.-

-Primero, soy coreano, y, segundo, acabamos de pasar por ahí y está despejado el lugar. Será fácil y rápido, Maggie y yo lo hemos hecho muchas veces.-

-Es cierto, piénsenlo, entre más tiempo nos tome la excursión más posibilidades hay de que algo pueda salir mal.-

Kathryn no se veía nada convencida.

-Miren, sigo pensando que es una auténtica estupidez el que quieran ir ahí ustedes dos solos pero, ya lo dije ayer, no somos sus jodidas niñeras así que por mí pueden hacer lo que les venga en gana, sólo les digo una cosa, si van ahora, van por su cuenta y bajo su propio riesgo.-

Maggie vio mal a Kathryn.

-Eso queda bastante claro, no te preocupes que no necesitamos que nos cuides.-

-Iré con ustedes.-

Me ofrecí pero tanto Glenn como Maggie me rechazaron de todos los modos posibles. Terminé dándoles las llaves de mi moto para que les fuera más fácil irse y para que nosotros pudiéramos poner las cosas en la camioneta. Quedamos de encontrarnos con ellos en la tienda en cuanto termináramos. Unos minutos después de que se fueran, Cordelia y Zoe habían ido a dejar dos de los carritos con provisiones a los autos y el ambiente entre Kathryn y yo era extraño, no desagradable, sólo raro.

-No debiste hablarles de ese modo.-

-Son niños, Dixon, y a los niños se les dejan claras las reglas para que cuando lleguen las consecuencias no lleguen lloriqueando a reclamarte.-

-Lo dice la niñita malcriada que creció en una linda familia que seguramente cumplía hasta el último de sus caprichos.-

Se quedó paralizada en su lugar, con la mirada llena de odio y furia, la misma mirada que yo ponía cuando mi padre llegaba a casa.

-¿Crees que por ser el nuevo amiguito de Rick sabes cosas sobre mí? Te equivocas, tú no me conoces, ni sabes nada de mí ni mucho menos de mi vida así que mejor cierra el maldito pico antes de que me canse y decida cerrártelo yo misma.-

Me lanzó el carrito que había terminado de llenar, me golpeó fuerte contra el estómago y me sacó el aire.

-Faltan sólo dos más, diviértete.-

Me dejé caer en el piso para tratar de recuperar el aliento, ni siquiera la vi salir, sólo escuché el portazo que dio. ¿Qué jodido bicho le había picado?

The walking dead: Coven.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora