Capítulo 9: Preguntas y respuestas

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Daryl

  —Tu turno.

Sus ojos verdes me miraban con demasiada atención, después de dos horas de silencio, me di cuenta que no podía aguantar más. Era cada vez más complicado soportar estar cerca de ella, Kathryn me enloquecía, de buena y mala manera. Un momento quería ahorcarla con mis propias manos y al siguiente deseaba probar sus labios y el resto de su cuerpo. No es que sea un novato en cuestión de mujeres, había tenido algunas en el pasado pero esto era diferente. Estábamos en "el fin del mundo", no podía simplemente coger con ella y luego desaparecer, vivíamos juntos, dependíamos el uno del otro así que no debía arruinar la buena racha que había entre nosotros sólo por unos minutos de placer. Lo peor era que no sólo quería unos minutos, quería horas, días, mucho más tiempo del que seguramente estaría dispuesta a darme.

Kathryn no sólo me gustaba, estaba empezando a hacerme sentir esas estúpidas cosas de las que siempre escuché y de las que siempre huí. Nunca me interesó tener una relación sentimental mucho menos ahora, eso era cosa de imbéciles y yo no lo era pero aún así no podía evitar sentirme como idiota cada que la tenía cerca. Por eso inicié el fastidioso juego que me enseñó Beth el otro día, uno pregunta una cosa y el otro puede responder o cumplir un reto, me pareció que sería entretenido, conocería más de ella y le demostraría que realmente me esforzaba porque fuéramos amigos.

Las preguntas fueron absurdas, color favorito, comida que más extrañas, prefieres tal o cual cosa, ninguno nos atrevíamos a ir más allá, una vez que cruzáramos la línea entre superficial y serio no podríamos regresar. Pero ¿qué más podría preguntarle?

  —Vamos, Daryl, me salen canas.

Si no me quedaba más remedio.

  —¿Por qué estás tan furiosa con Rick? 

Guardó silencio y miró hacia la ventana, tal vez era muy pronto para esa pregunta, como sea, decidí esperar. Un buen rato después, cuando pensé que escogería un reto, me respondió.

  —No estoy furiosa con él.

Bufé, ¿en serio tanto para eso? Debió darse cuenta de mi decepción porque siguió hablando.

  —Lo estuve, llena de enojo por mucho, mucho tiempo pero ahora ni siquiera creo sentir algo hacía él.

—Es tu hermano.

—No, él lleva mi sangre pero no es realmente alguien en mi vida. Es decir, cuando era niña, él era mi héroe, lo idolatraba como no puedes imaginarlo, era mi ejemplo a seguir, mi mejor amigo; luego murió papá y yo tuve que ir a vivir con él y la perra de Lori, que en paz no descanse,  y pensé que no sería tan malo si al menos estaba con mi hermano pero me equivoqué.

La miré de reojo, estaba con la mirada perdida en el parabrisas y jugando con su cabello. Se veía triste.

  —Mi vida en esa casa no fue agradable, diría que fue un infierno pero el infierno llegó después. Lori nunca me agradó y yo para ella fui como un grano en el trasero, odiaba tener que hacerse cargo de mí, odiaba verme invadir su espacio todos los días y odiaba, aún más, no poder ocultarme lo que hacía siempre que Rick miraba para otro lado. No le digo perra sólo porque hayamos tenido una discusión absurda por la comida o el corte de cabello que debía usar, la llamo así porque es exactamente lo que era, jugaba con mi hermano, jugaba con Shane y con cualquier otro al que le tocara el turno.

  —Vaya...

Mi sorpresa era evidente, no podía creer lo que decía, conocí a Lori y, ok, sí, tuvo lo suyo con el poli malo pero de eso a ser una perra infiel había una gran diferencia. 

  —No lo crees, es obvio, la conociste. La muy maldita tenía cara de mosca muerta y nadie podía desconfiar de su acto de abnegada esposa pero yo viví con ella por varios años y la conocí sin máscaras, sé lo digo. Claro que Rick tampoco me creyó, ni siquiera cuando le dije cosas que ni siquiera ella podía negar o desechar, él prefirió a su mujer, eligió creerle a ella y culparme mí. Él me abandonó cuando más lo necesitaba, él me destruyó.

Su voz se escuchó cortada, una lágrima cayó por su cara, quería detener la camioneta y limpiar su rostro, componer el dolor que sentía, si Rick aparecía, por milagro, en ese momento, le rompería la cara sin dudarlo. Mejor, le correspondí a su sincera confesión.

  —Mi hermano también me abandonó.

Se quedó estática y me vio como si supiera de lo que hablaba, seguramente se sintió identificada.

—No tuve una infancia linda ni un padre de revista, el infeliz era un alcohólico al que le gustaba abusar de cualquiera que estuviera a menos de dos metros de distancia. Era joven pero entendía que lo que pasaba no estaba bien, no tenía a dónde ir ni a nadie más que al idiota de Merle pero él se fue a hacer lo que sea que haya hecho y cuando regresó ya no era importante. el infeliz de nuestro padre ya estaba muerto y había hecho todo el daño que podía. Tarde mucho en perdonar a mi hermano pero lo hice, por muy infeliz que fuera, era lo único que me quedaba.

  —¿Y qué pasó con él?

Su desesperación por saber sobre mi hermano me confundió pero no le presté atención a eso, había dejado de llorar y es lo que importaba.

—No murió si es lo que quieres saber, estuvimos juntos al principio, encontramos el campamento de Atlanta donde estaban Lori, Shane, Carl, Carol y otros. Merle fue con Glenn y un pequeño grupo a buscar provisiones a la ciudad, según lo que me dijeron, estaban en el centro comercial cuando apareció Rick, lo ayudaron a llegar con ellos y Merle, bueno él es un patán de lo peor, se puso a pelear con el grupo y proclamarse el rey así que tu hermano tuvo que esposarlo al techo para controlarlo, las cosas se salieron de control y volvieron al campamento sin él.

-¡¿Qué?!

Su grito me hizo dar un salto, casi salimos del carril por su culpa.

  —Tú, tú ¿dejaste a Merle esposado al techo de un centro comercial?

No sé que me molestó más, si su acusación o la manera en la que dijo el nombre de Merle, como si lo conociera de toda la vida y fuera lo más importante de su vida.

—No es asunto tuyo pero volví con Rick, Glenn y T-Dog por él, ya no estaba, el muy infleiz se cortó la mano para deshacerse de las esposas y después nos robó nuestro transporte. No sé dónde esté pero está vivo, estoy seguro de eso.

Dio un grito de horror, se cubrió la cara con las manos y empezó a respirar con dificultad.

—Para la camioneta.

—¿Qué?

—Que pares, ahora.

Frené de golpe y ella se bajó casi tropezando, fue hacia el primer árbol que vio, se inclinó un poco y vomitó. Genial lo que me faltaba, la había enfermado. Me acerqué a ella, tomé su cabello, gracias a Dios no era muy largo, y acaricié su espalda para tratar de ayudarla. Cuando terminó de vomitar, no regresó a la camioneta, empezó a tener raros temblores en todo el cuerpo hasta que al fin terminó llorando a todo pulmón mientras negaba con la cabeza como si no quisiera que algo fuera realidad, no entendía lo que pasaba pero aún así no pude hacer más que abrazarla y desear que acabara rápido, odiaba ver llorar a las personas y odiaba más ver llorar a Kathryn.


  

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