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Ya había pasado el fin de semana, y con ello, había llegado el día en donde debía hablar seriamente con Min YoonGi. En sus años de profesor, nunca le había tocado tener que citar a un apoderado de alguno de sus alumnos en estos términos. Para llamar la atención, de algún modo. No le parecía correcto hacer a un niño esperar luego del colegio... Si tan solo el pudiera ser padre. Sería el mejor padre del mundo. Quizás ese es lo que lo a problema tanto en cuanto a la situación.

Se encontraba con una tasa de café y el expediente de JiHoon, en la sala de atención de apoderados del establecimiento. JiMin odia la impuntualidad, esa era una de las tantas razones que tenía para pensar que aquel hombre era un irresponsable. Pues llevaba más de diez minutos de atraso.

JiMin estaba a punto de dar otro sorbo a su deliciosa cafeína cuando al fin se escucha el sonido de la puerta siendo golpeada.

— Adelante — autorizó con su fallida voz grave.

La puerta se abrió luego de eso, dejando ver a YoonGi con un maletín y un abrigo azul marino. Ah, y su cabello desordenado. JiMin lo observa detenidamente con su expresión seria y brazos cruzados, obviamente molesto por el retraso. YoonGi se dio cuenta de esto y en seguida comenzó a excusarse.

— De verdad lamento la demora — se adentró a la sala cerrando la puerta a sus espaldas — tuvimos un problema de sabanas — dijo en tono algo despreocupado y broma, para alivianar la tensión. Pero al parecer no funcionó, ya que JiMin no cambió su ceño recto en ningún momento. Lo miraba serio, directamente a los ojos.

— Tome asiento por favor, señor Min — solicitó poniendo algo nervioso a YoonGi. Lo que menos quería era problemas con aquel profesor.

— Entonces... — suspiró YoonGi — ¿qué es de lo que quiere hablarme?

JiMin se acomodó apoyando los codos en el escritorio, dejando la hoja de vida del pequeño JiHoon en el mismo.

— Señor Min, lo he llamado para conversar acerca de sus constantes retrasos al venir a buscar a JiHoon

YoonGi tragó angustiado por que sabía que tenía razón al estar preocupado o molesto.

— Por favor, debe entender, debo trabajar y no me coinciden los tiempos — habló YoonGi suplicante.

— ¿y su madre? — de inmediato, YoonGi cambió su expresión a una de... ¿Tristeza? JiMin se arrepintió de haber dicho eso, quizás era muy delicado y el no tuvo la mínima discreción.

— Ella nos abandonó — informó el blanquecino algo serio.

Mierda, la había jodido de sobremanera. Se sintió insensible al no haber estudiado más la situación y ahora había tocado un tema doloroso no solo para el, si no para su hijo.

— L-lo siento — la seriedad y fortaleza de JiMin se habían desvanecido. El había juzgado a aquel hombre sin saber que tenía un trasfondo, YoonGi era padre soltero.

— No se preocupe, ya lo superamos — su declaración estremeció y a la vez enrernecióa JiMin, JiHoon y el son un equipo.

— Bien... — JiMin decidió cambiar el incómodo tema — ¿hay alguna forma en la que pueda enviar a alguien por el?

— Créame que ya lo intenté, pero siempre termina en pleito. Verá, JiHoon no es muy sociable, por lo que el solo quiere estar conmigo. Por eso no puedo contratar una niñera o algo así, y menos tengo familiares en Seúl. Estamos solo el y yo siempre — el corazón iba a explotar de tristaza después de todo YoonGi no era mal padre, solo le faltaba ayuda. Se golpeó internamente

Entonces de le ocurrió una idea...

— ¿que tal si se queda conmigo en el colegio y lo cuido hasta que lo venga a recoger?, ¿eso lo ayudaría? — propuso JiMin, sabía que era algo de sacrificio para el, pero se sentía con la necesidad de ayudar luego de su error. Después de todo, es su vocación.

— ¡¿De verdad?! ¡Eso sería de gran ayuda! — exclamó el chico — siempre pido salir una hora antes para poder venir por JiHoon, y eso me lo descuentan de mi salario.

— ¿a que hora sale del trabajo? — JiMin.

— a las 6:30 P.M.

— En ese caso... — JiMin meditó un momento pero luego sacó una pluma, papel, y anotó ahí la dirección de su departamento se la entregó — esa es mi dirección, salgo de trabajar a las 5 por lo que puedo llevar a JiHoon y puede recogerlo en mi departamento.

— No sabe cuanto se lo agradezco — dijo YoonGi algo distraído por la sonrisa de JiMin.

— Supongo que va tarde al trabajo — habló JiMin sacándolo de su burbuja.

— ¡Oh! — el blanquecino miró su reloj de muñeca — ¡maldición, voy a llegar tarde! — se levantó exaltado de la silla y prácticamente corrió a la puerta — gracias...

— Apresúrese — rió JiMin. Debía admitir que le causaba gracia lo distraído que era YoonGi.

—¡Hasta la tarde! — se despidió YoonGi para cerrar la puerta y salir corriendo a su trabajo.

JiMin tomó la hoja de vida de JiHoon nuevamente viendo la foto del pequeño e inocente niño... ¿Como era posible que una madre abandone a su propio hijo?, ¿qué razones tendría para hacer tal cosa? Luego de saber lo del cruel abandono, solo quería involucrarse más, ayudar a esos dos. Sabía que YoonGi no podría hacerlo solo, ¿quién era el para negar ayuda?

Era lo más cerca que estaría de cuidar a un niño, entregarle amor y afecto fuera de los salones de clase. Como si fuera su propio hijo.

Solo pensar en eso lo hace sonreír con nostalgia, hace apenas un año se enteró que es estéril. Fue algo que le dio un vuelco completo a su vida, ya que el quería tener hijos, era una de sus principales metas. Sin embargo, el destino no lo quiso así, y en cuanto lo supo, tuvo que hacer un plan completamente diferente. Solo cuatro personas saben de esto, sus padres, su hermano JiHyun y su mejor amiga, Kim JiSoo.

Alejó esos pensamientos de su mente cuando el sonido del timbre de clases lo hizo volver a la realidad, ya había pasado su horario de atención.

...

— Entonces... ¿Cuchi dijo que irá por mi luego de el trabajo?— cuestionó JiHoon girando la cabeza levemente.

— Es exactamente lo que dijo — afirmó JiMin sonriente, al volante.

Se dirigían al departamento de JiMin, como lo habían previsto con YoonGi.
Ya iban a mitad de el camino y todo eran risas y juegos, realmente JiMin adoraba la compañía de el pequeño, no entendía como alguien podía dejarlo e irse como si nada. Era una verdadera locura a su parecer.

— ¡Oh! — exclamó JiHoon, asustando un poco a JiMin — ¡es una tienda de pasteles! — señaló el niño con un brillo en los ojos.

— Si, ¿quieres que compremos uno?

— Si, por favor — ¿como podría decirle que no a JiHoon? Su sonrisa era tan tierna que decirle que no y borrarla era hasta triste.

JiMin detuvo el auto frente a la pastelería, tomó su billetera y ambos bajaron del auto. JiHoon rápidamente tomó la mano de JiMin, causando un leve sentimiento reconfortante en el mayor. Solo esperaba no encariñarse demasiado.


Taking care of them. [Y.M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora