Capítulo XVII: Más allá de Ángeles y Demonios

367 44 6
                                    

      

Eros levanta su mano y coloca los nudillos en la puerta, pero antes de que logre hacer algún otro movimiento para llamar, esta se abre de golpe y aparece en la periferia de su visión la latina que revuelca sus emociones.

 

-Ya estabas tardando demasiado. Podía escuchar tu respiración.-Es lo que le dice Ivana en medio de una sonrisa.

 

-¿También podías escuchar mis pensamientos? -comenta Eros con una chispa de diversión.

 

-Oh, por supuesto. Estabas pensando en que a lo mejor debiste haber traído algún ramo de flores o algún otro detalle cursi para no llegar con las manos vacías -le contesta la joven igual de divertida.

 

-Vaya, ¿también tienes poderes de leer la mente? ¡Qué acertada! -La chica alza sus hombros en un gesto dramático de superioridad. Eros sonríe y, en un solo movimiento, saca de su espalda un tiesto de orquídeas y dientes de león. Ivana deja de sonreír y lo ve con contrariedad-. Aunque no solo lo pensé, también las traje... No precisamente en un ramo. Es mejor regalar flores vivas que muertas...

 

Eros le extiende el tiesto, pero esta no lo toma. El Ángel también deja de sonreír y la ve con su glabela levemente fruncida.

 

-¿Hice algo mal? -le pregunta Eros, claramente confundido. Ivana mira las flores y luego a él. Ella tiene los ojos cubiertos por una capa vidriosa.

 

 

-Eran las favoritas de mi abuela...

 

Sus palabras detonan en Eros una corriente que recorre sus brazos hasta llegar a una parte de su cerebro. De pronto escucha un tañido, luego un trueno mezclado con la risa de una mujer. Una mirada dulce y feroz aparece y luego la imagen se desintegra velozmente para aparecer una flor tan roja y oscura como la sangre y los labios de una mujer susurrar: «Era la favorita de mi abuela». Los labios intentan juntarse con los del Ángel, pero luego un grito hace que la imagen se desintegre y Eros vuelva a la realidad.

 

-Lo siento, yo... -balbucea, pero Ivana lo detiene rápidamente.

 

-No, lo siento yo. Es solo que... no me lo esperaba. -Toma el tiesto y ve las flores con una sonrisa algo cohibida. Eros está algo mareado, pero Ivana no parece notarlo cuando lo invita a pasar.

 

Ambos guardan silencio por unos minutos, aunque no uno incómodo; es solo que los dos están demasiado ocupados con sus emociones que no se han dado cuenta que están parados en medio del apartamento sin decir media palabra.

 

Eros camina hasta ella y toca su brazo con delicadeza. Ivana reacciona enseguida y lo mira a los ojos.

 

-¿Estás bien? -le pregunta Eros. Es lo único que siempre lo mantiene en vilo: saber si todo anda en orden con ella y no ha metido la pata.

 

-Sí -replica ella poco convincente-. En perfecta salud-comenta y Eros sonríe-. ¿Me dirás qué sucedió la noche de la feria? -El Ángel se aparta un poco-. ¿Quiénes eran esos chicos que ayudaste? -Eros toma una bocanada de aire y luego lo suelta despacio.

Ángeles Caídos: La Maldición del Niño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora