Ángeles Caídos: La Maldición del Niño

Capítulo VI: La ciencia es magia

Bonnie Parker y Clyde Barrow. En los años treinta, fueron una imagen del gansterismo menor americano, acumulando una sangrienta lista de asesinatos, atracos y asaltos en el suroeste de los Estados Unidos. Ambos eran una pareja con un amor enfermizo que los llevó a cometer delitos que estremecieron a miles de personas. Fueron los medios de comunicación quienes los convirtieron en una pareja famosa. Fueron perseguidos por agentes de la policía durante años, pues los amantes se escabullían con facilidad e incluso disfrutaban el afán de su captura por parte de las autoridades. En 1934, tras una vertiginosa persecución, la pareja muere fusilada en el auto que fue el transporte de las fechorías más sangrientas de los amantes. Bonnie Parker había reflejado en uno de sus poemas escritos el deseo de ser enterrada junto a su amante, pero tal deseo no se vio cumplido, de tal forma que ella fue enterrada en el cementerio West Dallas Fishtrap y Clyde Barrow en el West Dallas. De no haber sido por la sangre derramada que teñía su enfermizo amor, la pareja sería sin duda recordada como muestra de un amor irrompible hasta la muerte, admirada por muchos, robando suspiros como bien lo hicieron Romeo y Julieta.

La pedagoga está en medio del Ala de Historia y los Ángeles la escuchan con atención, algo que no sucede con frecuencia, ya que les resulta aburrida su manera de pedagogía. Es una señorita de treinta y tantos con aspecto de mujer madura. Su pelo encrespado amarrado en un moño alto, sus lentes de media luna sujetados por cuentas pequeñas y su vestido color verde monte hasta los tobillos, le dan por lo menos veinte años más de los que en realidad tiene. Es una mujer llena de conocimiento e inteligencia, pero con muy poca gracia.

-Profesora Plumb, ¿cómo puede llamársele amor a esa manera tan retorcida de apoyarse para hacer daño? -inquiere una chica con evidente repudio en su rostro. La pedagoga sonríe, pues adora que los Ángeles participen en clase, algo que evidentemente no sucede con frecuencia.

-No puedo decirle, señorita Hans, qué es realmente el amor, solo que me resulta una relatividad que muchos no comprenden. Para muchos amar podría significar pasar todo el tiempo con esa persona la cual amas, para mí el amar significa otorgarle a esa persona la libertad de poder estar separados y aun así querer estar unidos. Para muchos amar podría significar regalar un ramo de flores, para mí amar sería que me otorgaran un buen libro de setecientas páginas de historia. -Algunos de los Ángeles ríen -. Lo que quiero decirles, mis Ángeles, es que la manifestación del amor dependerá de la manera que sea posible para la persona demostrarlo. Bonnie y Clyde manifestaron su amor de la manera que ellos podían hacerlo. Ahora bien, ¿cómo podrían hacerlo ustedes? Ahí está la relatividad del asunto: eso dependerá de la perspectiva con la que vean el amor.

Los Ángeles escuchan con absoluta fascinación las palabras de su pedagoga; uno que otro duerme en la silla, pero la mayoría atiende ese tema que tanto perturba a su naturaleza: el amor.

-Para mí amar sería que juntos comiéramos una buena orden de una hamburguesa doble carne y unas papitas fritas bien calentitas sin importarnos los rollitos de grasa en el abdomen -comenta Mateo, un joven rechoncho y bajito, relamiendo sus labios y con una mirada soñadora. La profesora Plumb lo mira con una sonrisa divertida.

-Para mí amar sería pasar horas sentados frente al mar y hablar de cosas que después no recordaremos, pero que nos harán sentir que valió la pena escucharnos -suelta una chica de bucles dorados en medio de un suspiro soñador. Un chico, sentado en la parte de atrás, suelta un bufido cargado de hastío y la profesora dirige su mirada hacia él.

-¿Qué puede decirnos usted, señor Walker? ¿Qué es amar para usted? -inquiere la pedagoga y el chico blanquea sus ojos, hastiado de escuchar tanta basura sobre el amor.

-Es una relatividad ilusoria. Es el pábulo para el iluso, es el arma que solo los astutos pueden utilizar en contra del iluso que cree que el amor existe. El amor no existe, señora Plumb, solo existe el deseo de satisfacer la necesidad carnal de la naturaleza humana, el deseo de creer que los humanos no son más que una especie hueca e inútil. Si me pregunta qué es el amor para mí, diré que es solo una idiotez que te convierte en un idiota manipulable.