Hay una calle con el pavimento mojado y las luces logran reflejarse a través del agua que cayó del cielo. Estuvo lloviendo durante todo el día. Truenos, relámpagos y ráfagas de vientos frías y hasta mortales. Es por ello por lo que esa calle se encuentra vacía y sumida en un silencio que resulta hasta ridículo. Es como si todos se hubieran puestos de acuerdo para no hacer sonido alguno, algo así como en un funeral.
La palabra "funeral" resuena en la cabeza de Sam y un escalofrío lo recorre desde la nuca hasta los brazos. Solo piensa en que en esa calle podría morir fácilmente alguien y nadie se daría cuenta. Es el escenario perfecto para cometer algún homicidio.
-¿Por qué Eros iría a un lugar como este? -le pregunta Sam a Wan Hoo, quien está caminando a su lado cubriendo sus orejas con la gabardina que lleva puesta. El frío es insoportable.
-Porque sabe que nadie se atrevería a buscarlo por este lugar -le contesta el japonés, luego suelta un breve chasquido -. Claro que siempre me tocan a mí los peores trabajos.
-¿No te cansa tener que estar cuidándole el trasero? - inquiere Daniel, quien se encuentra detrás de ellos, caminando algo aburrido.
-Oh, no, a mí me encanta tener que lidiar con Ángeles tercos y amargados -suelta Wan y Daniel logra percibir su sarcasmo -. Pero con quien lidiaremos ahora no es el mismo Eros que antes conocimos...
-¿Qué le pasó? -suelta Sam con una mirada preocupada. Wan Hoo se detiene frente a una puerta al final de la calle, en donde se logra escuchar música amortiguada por los muros de piedra gastada. El japonés empuja la puerta con su mano e incita a los chicos a pasar a través de ella.
-Será mejor que lo vean ustedes.
Sam y Daniel se lanzan miradas inquisitivas y entran a ese lugar.
Enseguida los chicos tienen que apartar de su lado a una chica que se lanza sobre ellos para besarlos. Está drogada y les regala una sonrisa beoda y una mirada perdida. Daniel la mira con disgusto y la aparta bruscamente de su lado, cayendo sobre Sam. El chico la sujeta en sus brazos y le aparta el cabello de la cara con delicadeza, como si temiera que pudiera quebrarse.
-¿Estás bien? -le pregunta Sam, realmente preocupado por el estado de la chica.
-¿Austin? ¿Eres tú, mi amor? -La chica le sonríe a Sam y acaricia su mejilla como si estuviese enamorada.
-Está drogada, Sam. Ya suéltala -escupe Daniel de mal humor. La chica ha comenzado a besar las mejillas de Sam con furor.
-¿Hay algo que pueda hacer por ti? -le dice Sam a la chica, ignorando a Daniel.
-Austin, mi vida, ¿quieres violarme otra vez? Esta vez sí dejaré que me toques. Perdóname por no haber querido aquella noche. No quiero que te vayas otra vez. -Sam se espanta con sus palabras y la chica se cae de sus brazos, vomitando todo a su paso. Daniel agarra a Sam por el cuello para obligarlo a avanzar.
-No puedes lidiar con los problemas de todo el mundo, Sam. Cada cual que viva su propio infierno -lo reprende y este parece realmente conmovido por la chica.
-¿Escuchaste a esa chica? Claramente está sufriendo. ¡Su novio la violó, Daniel! ¿Cómo eso no logra conmoverte? -Sam está descompuesto.
-Entiendo tu frustración, Sam. Pero esa chica está en el lugar equivocado para curar sus problemas - interviene Hoo, dando por tajado el asunto -. Bien. Vamos a dividirnos para encontrar a Eros. Este lugar está abarrotado. -Dos chicos se les acercan para tocarlos y Daniel los empuja con brusquedad.
-Será mejor que nos demos prisa. No soporto tanto humano cerca. -Y se aleja, desapareciendo entre la multitud que baila por todo el lugar.
Sam da la vuelta para ir en busca de Eros, pero Wan lo detiene unos segundos.
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Ángeles Caídos: La Maldición del Niño
Fantasía«Nacido como Ángel Caído, condenado a una vida sin amor; será un alma negra, guerrero de piedra. Vida por toda la eternidad, amor será mortalidad. Yo te condeno a la vida eterna sin amor, y si este hace cabida, la muerte se llevará la vida.»