9. Please, don't leave me in the past

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Taehyung arrastraba delicadamente a Jimin dentro del taxi, mientras dictaba la dirección al conductor. Con cuidado de no lastimarle le recostó en su regazo tratando de que descansara un poco. Tras varios jadeos y algunos gritos de dolor, el menor logró llegar hasta el apartamento en la segunda planta. Inmediatamente después de entrar, el rubio lo guió hasta la habitación principal acostándole en la mullida cama. En el momento en que observaba el techo blanco y el lindo tocador al lado, se entregó al mundo de los sueños, pensando, que tal vez por fin había encontrado un ángel.



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Se despertó dos días después lleno de bolsitas de hielo por todo su cuerpo, sentía frío, pero al menos la hinchazón disminuyó hasta permitirle abrir los ojos sin dificultad y moverse. Se levantó y salió al pequeño pasillo encontrando a Taehyung cantando en la cocina al lado de unos panqueques.

— Ho-hola — saludó con algo de timidez.

— ¡Jimin! ¡Has despertado! — La sonrisa cuadrada del rubio era absolutamente genuina. — Pensé que debía llamar al doctor, lucías tan pálido que combinabas con mis sábanas — rió — Al menos, sé que estás bien. ¿Quieres comer algo?

— Cla-claro — respondió mirando atentamente el pequeño apartamento. Las paredes blancas contrastaban perfectamente con el piso de madera brillante, y los dos sofás color café que ocupaban toda la sala. Una mesa para cuatro se situaba cerca de la puerta de entrada llena de seguros y cerrojos como si tuviese miedo de que alguien entrara.

Había tres taburetes en frente de una encimera que permitía una perfecta vista de la cocina. Tomó asiento mientras Taehyung le servía un abundante plato de comida.

— ¿Te sientes mejor? — preguntó el rubio con curiosidad.

— Sí — afirmó con una sonrisa. — De ver-dad muchas gracias por cuidarme.

— No tienes de qué preocuparte. Jin Hyung habló conmigo días después de que entraras. Me pidió que cuidara de ti y eso es lo que estoy haciendo. Sé que las cosas debían ser diferentes, pero esto es lo que hay y no podemos hacer mucho para cambiarlo —. Jimin no podía creer que aquel chico fuera tan carismático y sincero. Lastimosamente también conocía los rumores, esos que decían que Taehyung había llegado como una venta de trata de personas y que en medio de su martirio decidió prostituirse para conseguir su libertad. Incluso, sostienen que por ausencia de papeles jamás logró regresar a Canadá, el que era presumiblemente su país de origen. Al parecer, tenían decisiones desesperadas en común.

— Así que mientras pueda, pagaré mi deuda con hyung y me haré cargo de ti. Ellos no estaban esa noche, por eso aquel hombre pudo sobreponerse de esa forma contigo —. Ahora le miraba con pena. 

— Sé que hay clientes difíciles, pero también te puedes negar.

— ¿Hy-hyung le contó algo más? — que supiera su verdadera historia tal y como Jin y Namjoon lo hacían era algo que también lo atormentaba.

— Ellos pensaron que sería mejor si lo escuchaba de ti.

Esa tarde las palabras nunca faltaron, las frases de aliento sobraron y un pacto tácito se creó. Por primera vez en muchos meses de sufrimiento Jimin sintió que tendría familia, un hombro para llorar y sonreír, un lugar al que llamar hogar.


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Al día siguiente y contra todo pronóstico un ramo de rosas amarillas fue dejado en la puerta. Esta vez la nota estaba en letras blancas sobre papel negro.

"Puedo ser el diablo pero estoy dispuesto a salir del infierno para llevarte al cielo si tan sólo me logras perdonar"

Att: S

¿Perdonar? ¿Hizo algo?

Taehyung observaba a lo lejos la confusión en el rostro de Jimin. Tenía una sutil idea de quién era el admirador secreto del chico, pues sólo tres personas en todo el lugar tenían su dirección y dos de ellas estaban comprometidas.


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Jimin reía mientras Taehyung limpiaba el helado de chocolate que se regó.

— ¡Mocoso imbécil!

— ¡Ay! ¡Hyung!

— ¡Ni que Hyung, ni que nada! ¡Era el cobertor blanco Jimin! ¡El blanco!

La risa del pelinegro incrementó y finalmente se contagió al rubio. Luego de retirar el cobertor y regresar a la cama, se acomodó entre las esponjosas almohadas. En poco tiempo había logrado encariñarse con el chico y desarrollado la costumbre de pellizcar esas tiernas y rechonchas mejillas. Le miró a los ojos, pidiendo permiso para preguntar.

— ¿Ma-mañana vuelves al trabajo?

— Es-eso creo — respondió con algo de tristeza. Con delicadeza le levantó la barbilla y agregó.

— Yo estaré allí, siempre que me necesites.

— ¿Hy-hyung no me abandonará? — preguntó con ojos llorosos.

— No ahora que te encontré — finalizó estrechándolo entre sus brazos.

Con aquel voto, sincero y auténtico, forjaron una pequeña amistad en el aquel reducido apartamento. Cada uno estaba destruido a su manera y entre los dos tal vez caminarían hacia la luz.


¡Hola! creo que esto fue como una mini maratón. Espero les guste, rián sin moderación y hasta la próxima. 

Forgotten «Yoonmin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora