Capitulo 24

79 1 0
                                    

Después de haberle rogado a los cielos, no recibir el almuerzo de Harry encima de mí todas mis plegarias funcionaron, y en todo el recorrido al departamento de Thom, Harry logró quedarse dormido con sus brazos alrededor de mi cuerpo. 

El enorme problema fue al llegar al lugar, estaba tieso como una momia, y por más que lo movía y sacudía no lograba despertarlo. El conductor se acercó de él, cansado de nosotros, tirándole una bofetada, y él al instante despertó. Thom y yo intercambiamos personas, él se encargó del pesado cuerpo de Harry, mientras yo me hacía cargo de la liviana morena. Carisa iba delante de nosotros, enojada por haber abandonado la fiesta antes.

Cuando logré subir las escaleras y llegar a la sala del departamento, Thom apareció minutos después. La morena quien estaba media despierta, se sentó en el suelo, apoyando su espalda con la pared.

— ¿Cómo demonios vamos a dormir?—pregunté.

Thom pasó sus manos por su cabello, lleno de frustración y estrés acumulados. 

—La chica y yo nos la podemos arreglar en la habitación de Carisa, tú puedes dormir con Harry en mi hab…

—¿Y Theresa?—preguntó realmente incomodada.

—No tengo idea, si viene cambiaremos de plan pero por mien…

Thom se detuvo por el sonido de una puerta cerrándose fuertemente, dejó a Harry en el sofá y corrió hacia la puerta de la habitación de Carisa. Comenzó a golpear fuertemente su puerta de madera.

—¡Carisa!—gritó—Abre en este mismo instante—le ordenó.

—No pienso compartir cama con una desconocida. Ni siquiera sabes su nombre, ahora tú te la arreglas—le respondió ella.

La luz de su habitación, la cual se podía ver por el vidrio superior a la puerta se apagó. Thom golpeó la puerta más fuerte, pero fue un desperdicio de tiempo. Carisa ni siquiera se había vuelto a acercar a la puerta.

—El maldito juego de llaves está adentro—se quejó. —Y no pueden dormir en el maldito sofá porque son como una tabla de madera.

— ¿Entonces?—pregunto nuevamente.

—Nos arreglaremos todos en la habitación de Harry…o la mía como sea.

Ugh, parecía que iba a ser una noche muy, pero muy larga. 

Fiesta de pijamas, ¡wi!

{…}

— ¡Me estas pateando!—le grité a la morena desconocida, haciendo que esta se ría y vuelva a abrazar la almohada que había conseguid antes que yo. 

Esta iba a ser una de las noches de las cuales me encargaría de borrar de mi memoria, para siempre. Punto número uno, tenía a la morena pateándome el trasero y por más que le decía que parara ella simplemente no lo hacía. Thom se quejaba de lo cerca que estaba Harry a él, mientras yo intentaba alejarlo más posible de él.

Unas manos comenzaron a subir por mis piernas deteniéndose a la altura de mi abdomen, volteé a ver quién era el dueño de las manos, Harry tenía una enorme sonrisa en su rostro. 

Lo que me faltaba, realmente.

Los parpados me pesaban cada vez más, y agradecía que al fin iba a ser capaz de cerrar los ojos.

—¡Fils de pute!—gritó la morena a todo pulmón, despertándome por completo.

A Thom y a Harry parecía no haberlos despertados ni siquiera un poco, tenían el sueño tan pesado que en este momento podría estar sucediendo la tercera guerra mundial allí afuera y ellos ni enterados.

—Me violer maintenant, bébé. J'aime les gars avec les yeux bleus—murmuró ahora ella.

¿Qué demonios se supone que estaba diciendo? Como si la chica no tuviera demasiados problemas. Asesinaría a Thom mañana. Y sobre todo, a la morena quien parecía no parar de hablar en, esperen, eso era francés. ¿Cómo no pude haberlo reconocido? Ahora que observaba a la morena, tenía muchos rasgos que fácilmente podría ser una verdadera francesa.

Antes de pensarlo, mientras observaba la sonrisa en el rostro adormilado de Harry, me quedé dormida.

{…}

Sentía unas manos en mi trasero, mis piernas estaban sufriendo un calambre en este momento, y este era el momento en el que me preguntaba porque no me había tirado al suelo en la noche, cualquier cosa hubiera sido mejor que esto. 

Descubrí que las manos en mi trasero, eran de Harry. Me aparté de ellos, y logré ponerme de pie. Maldita sea, el calambre era doloroso, muy doloroso. Froté mis piernas con mis propias manos tratando de que el dolor se fuera. Cuando pude caminar, llegué hasta mi bolso que estaba en el suelo y revisé mis mensajes.

“Mira esto —Jordan”

Adjunto a este mensaje, me había llegado un video. El primer ultrasonido del bebé. Reproduje el video unas mil veces, donde salían Jordan y Ana dentro del consultorio. En un momento Jord había enfocado la pantalla del monitor, permitiéndome ver a mi nuevo pequeño hermanito.

Una lagrima se derramó de mi mejilla antes de siquiera darme cuenta.

“Lo amo completamente, puede que esté llorando en este momento. Necesito ver el video original, cuando llegué a casa. Te amo, mándale saludos a Ana”

Guardé el teléfono después de haberle respondido. No tenía muchas ganas de seguir durmiendo, a pesar de la muy mala noche que había pasado. 

Estaba a punto de levantarme para ir a preparar café para todos cuando la puerta de la habitación se abrió.

—¿Qué demonios ha pasado aquí?—preguntó Theresa.

Volver a Vernos (Tercer temporada de "Red de mentiras")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora