— ¿Dónde está Theresa?—pregunta Carisa, mientras lleva con su tenedor un bocado de arroz chino a la boca.
Harry eleva sus hombros, sin dejar de observarme fijamente desde el otro lado de la mesa.
—No lo sé—respondió.
—Bueno, hay una fiesta en Melbourne, ¿quieren venir?—pregunta Carisa emocionada.
Thom y yo fruncimos el ceño rapidamente.
—¿Por qué nos estas invitando a una de tus fiestas? ¿Qué tienes entre manos?—la interroga Thom.
Carisa empieza a reir, y le da la mejor sonrisa de todas. Se levanta de la mesa y lo abraza fuertemente, Thom la empuja tratando de alejarla de él.
—¿Qué tienes Carisa?
—Solo me pareció increible que ustedes chicos vengan a la fiesta. Va a estar muy divertid, creanme. Todas las fiestas de Melbourne lo son.
—¿Melbourne? ¿No es ahí donde quisieron hacer una fiesta del tipo “Proyecto X”?—preguntó curiosa.
—No—Carisa soltó un bufido—Claro que no.
—Yo voy—dijo Harry, tomando una de las galletas de la fortuna del centro de la mesa.
—¿Vienes?—me pregunta Thom.
—De acuerdo.
{…}
Carisa me había dicho que era una fiesta informal, y que no me molestara en arreglarme mucho que por la cantidad de personas que iban a haber ahí iba a terminar como un completo desastre.
Asi que le hice caso, y me decidí por unos shorts blancos, acompañados de un top floreado, con unas simples vans negras. Decidí dejar mi cabello totalmente suerte, dejandolo caer hasta más debajo de mi cintura.
Salí de mi habitación, y sala estaba idundada de perfume masuclino. Thom y Harry estaban ambos sentados viendo television.
—Toma esto—me dijo Thom lanzandome su gorra naranja fosforecente, la cual combinaba perfectamente con mi atuendo.
Me alisé el pelo completamente antes de ponermela. Carisa salió con unos shorts cortos—y yo penaba que los mios eran cortos los de ella eran una exageracion—y un top, azul. Y obviamente tacones. Su cabello todo arrelgado en ondas.
Llegamos a Melbourne una hora despues, y Carisa no había exagerado con el “muchas personas”. ¿Cómo cabian todos alli adentro? Iba a ser un completo infierno alli adentro.
Habíamos venido en un taxi, lo cual haria el camino de vuelta más rapido.
—Dijiste que por lo menos ibamos a ser capaces de respirar—se quejó Thom, mientras nos escabulliamos entre las personas de la entrada.
—Lo siento—canturreó, antes de alejarse siguiendo a un grupo de chicas, las cuales cuando la vieron exclamaron gritos ahohgados, abrazandose una a la otra.
Divertido.
—¿Quieres algo de tomar?—pregunta Thom en mi oido.
—Cualquier cosa que encuentres está bien—le respondí.
El asintió perdiendose entre el tumulto de personas.
La gorra fue arrebatada de mi cabeza, y me volteé para ver de quien se trataba. Harry tenía la gorra en sus manos con una sonrisa torcirda muy marcada en los labios. Me acerqué más a él, haciendo que nos arrinconemos contra la pared.
—Dame eso—le dije juguetonamente, tratando de alcanzarla.
—No uses mierda como esta—masculló.