Capítulo 6

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Hay un brillo de diversión en sus ojos mientras camina a mi lado hacia la puerta. —Así que, déjame adivinar Mary Frannie… una buena familia católica con… espera no me lo digas… ¿ocho hijos? –lo dijo en tono nada agradable.

—Cinco. —no me gusta su tono. —Adiós. —le dije mirando sobre mi hombro mientras me dirijo a la cafetería.

—Adiós —dijo, pero puedo sentir sus ojos quemando en mi espalda mientras camino por el pasillo.

Entro a la cafetería, y encuentro a Riley y Taylor en nuestra mesa habitual, junto a la puerta de emergencia. Las paredes, el suelo y las mesas, son todas de color verde vómito, con solo mirarlo siempre me siento mareada.

Riley está inclinada sobre un libro, clavando su tenedor en la ensalada. Taylor está acomodándose en su asiento con su cabello suelto y decolorado de las puntas de amarillo y rosa. Sé que es imposible mantener a Luc para mí misma. Ella lo sabe.

A pesar de todo, Taylor siempre ha sido siempre lo que necesité de una amiga, porque, realmente somos parecidas en todas las cosas que importan. Ninguna de las dos es caliente confusa o loca. Ambas tenemos fronteras para que nadie se nos acerque demasiado. En cambio, Riley y todos sus sentimientos son peligrosos. La primera vez que vi su rostro, Angelique Preston estaba ensuciándola con un helado de menta con chispas de chocolate en ella. Fue el verano en séptimo grado, Taylor y yo habíamos entrado a la tienda de helados, donde Angelique estaba presionando a Riley contra la pared exterior de un edificio. Me di cuenta de las palabras que salían de la boca de Angelique, algo acerca de insultos para ofender a Riley, y la mirada herida y humillada en los ojos de Riley, por lo que no era ninguna broma inofensiva entre amigas. Sin detenerme a pensar, tiré del brazo de Angelique que lejos de Riley lo torcí en su cabeza con una llave. Y en ese instante, de un solo golpe, hice una amiga por accidente, y una mortal enemiga.

Mirando ahora a Riley, es una simple sombra de sí misma. Aún con curvas, pero de una manera que hace que la gente se gire cuando pasa. Apostaría dinero que fue en aquel momento, en el empujón contra la pared de ladrillo de la tienda de helado de menta con chispas de chocolate, que decidió perder peso.

— ¡Cuenta! –dijeron ambas a coro mientras tire mi mochila en el piso.

— ¿Qué? –pregunte sin entender. –Taylor me fulmina con la mirada, cosa en la que es muy buena.

— ¡No lo retengas, Frannie! ¡Sabemos del nuevo magnifico chico! Así, que cuenta, ¡ahora!

— ¡Eres una perra! –dijo en broma, pero fulminándome con la mirada

—Dices eso como si fuera malo –reí.

— ¡Dilo! –insistió Riley, cerrando su libro contra la mesa.

—Muy bien, Tranquilícense. Déjenme ir por mi comida –dije mirando el irreconocible alimento en las bandejas de las otras personas que pasan. — ¿Qué diablos es eso? –dije frunciendo el ceño.

—Pues comida obviamente. El colegio se quedó sin dinero la semana pasada. –Dijo Riley.

—Genial. Déjenme ir antes de que toda la ensalada haya desaparecido. —Miro la puerta, esperando que Luc haya cambiado de idea y así fugarme del interrogatorio de ambas. Me tomo mi tiempo en la fila para escoger los mejores restos de lechuga, pasando por lo menos cinco minutos eligiendo el mejor brownie, bebiendo y volviendo a llenar mi Coca-Cola dos veces, antes de hacer mi camino lentamente hacia la mesa. Cuando llego allí juro que podía ver el humo saliendo de las orejas de Taylor.

—Cuenta, maldita sea –dice mientras me siento en la silla.

—Es solo un chico nuevo,Luc. –mis ojos se dirigieron hacia la puerta, esperando verlo aparecer por ahí.

— ¿De dónde salió?—preguntaron ambas mirándome pidiendo explicaciones

—No tengo ni idea –dije tomando un sorbo de refresco. Los ojos de Taylor me presionan.

— ¿Cómo lo conociste?

—Resumen en parejas, con el señor Snyder.

— ¿Ya te lo pidió? —preguntó Riley. Miro nuevamente la puerta y rodé los ojos en blanco.

—Ni siquiera he logrado que venga a comer con nosotras –confesé.

—Mmm… --puedo ver a Taylor tramando algo. —Realmente no parece de tu tipo. –me encogí de hombros. Sus ojos están ansiosos.

—Así que, ¿crees que pueda tener algo con él? ­–Y ahí está el nudo en mi estomago más bien conocidos como ‘celos’.

—Como sea. –le respondí fríamente.

— ¿Qué pasa con la fiesta del viernes? La que será en Gallaghers. ¿Crees que iría si se lo pidiera? –pregunto Taylor.

—Tú ni siquiera lo has conocido. —El ácido en mi voz me asusta. Sabía que esto iba a pasar. ¿Por qué estoy celosa? Su expresión cambia a modo de planificación. Se da golpecitos en la barbilla con el dedo índice.

—El día del partido es pasado mañana. Si no vas a pedírselo, es mío. –me sonrió. Le devolví la sonrisa tan falsa y dulce como el azúcar.

— ¿Sabes, qué, Tay? Vete al infierno

*

Me encuentro debatiéndome más allá de la puerta de la cafetería, no una, o dos, sino cinco veces, hasta que al final me rindo y entro. Me acerco justo detrás de donde está Frannie sentada cerca de la puerta, a tiempo para escuchar decir: — ¿Sabes qué, Tay? Vete al infierno.

Sonrío, porque creo que es lindo que invite a sus amigas tan lejos.

— ¡Hey! –Le dije — ¿Este asiento está ocupado? –Mi risa se detiene en una sonrisa cuando casi salta de su piel. Mmm… ¿Qué es eso? ¿Tienes un poco de miedo chica inteligente? Pero entonces noto un ligero toque a jengibre mi sonrisa se agranda. Ella me quiere. Excelente.

Sus amigas, una esbelta rubia con toques rosa brillante, un brillo en sus ojos color obscuros y una belleza de aspecto tímido de cabello castaño con intensos ojos, que me miran. Trabajaré en ellas más tarde.

—Supongo que no. —Frannie se mueve de su asiento y me mira. —Pensé que tenías cosas que hacer —me dijo. La decepción de su voz está disfrazada con el jengibre que está emitiendo.

—Ya terminé.

Con un destello en los ojos, la rubia presiona las manos en la mesa, mostrando su escote mientras se inclina hacia mí. ­–¿No nos presentarás Frannie ?

Demonios PersonalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora