Capítulo 2

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Está bien, generalmente no soy de las que se desmayan por un chico, pero… ¡Santa Madre de Dios!, no puedo creer lo que acaba de entrar a mí clase de inglés. Alto, moreno, estilo de ‘chico malo’, y medio peligroso. Mmm… nada como un poco de caramelo por la mañana para comenzar el día dulcemente y posiblemente atontar mi cerebro. Y hay un punto extra. Al parecer seremos compañeros de ensayo, porque el obsesivo-compulsivo Sr. Snyder ordenó que me moviera de asiento para dejarle espacio.

Mis ojos pasan lentamente por su camisa simple negra y jeans ajustados, por no mencionar el cuerpo debajo de estos, muy agradable mientras camina a paso lento y se sienta a mi izquierda. Acomoda su alta figura al pupitre sentándose en la silla. Puedo jurar que mi temperatura acaba de subir diez grados. El  me mira fijamente con esos ojos más hermosos que he visto.

—El Sr. Snyder se pasea al frente del aula por un momento, pasando lista en silencio, y luego dice: —Saquen sus libros de composición y las Uvas de la Ira. Dado al caso de que hoy leeremos el resto del capítulo en clase y delinearemos los puntos importantes.

Chico misterioso, por fin, miro hacia otro lado. Sentí como si me hubiera revisado de adentro hacia afuera y le hubiera medio gustado lo que vio.

—Señorita Cavannauh, ¿Le gustaría opinar algo? –La voz del profesor fue como una cubeta de agua fría lanzada a mi cara, algo que probablemente necesitaba, ya que las cosas se estaban poniendo un poco raras en mi interior.

—Um… ¿disculpe?—pregunté tímida.

— ¿Podrías iniciar la lectura, por favor? Página 530.

Miré a mi alrededor y todos tenían sus libros abiertos, incluso el chico misterioso. El mío todavía estaba en mi bolso. Tampoco suelo ser de las que se ruborizan, pero sentí que mis mejillas ardían mientras lo sacaba, lo abrí y empecé a leer. Mi boca articulaba la descripción de Steinbeck sobre la muerte del predicador Casy a manos de un extraño blandiendo mientras su amigo, Tom, miraba. Pero mi mente sólo registraba un poco de eso que leía, porque estaba muy consciente de que el chico misterioso, sentado a sólo 30 centímetros de distancia, estaba mirándome. Balbuceé las palabras mientras se acercaba más y percibí un ligero olor a canela. Mmm… El Sr. Snyder vino a mi rescate.

—Gracias, señorita Cavannauh. –Sus ojos vagaron por toda el aula y eligió al ‘chico misterioso’. Me sonrió y luego su mirada se dirigió hacia el chico misterioso.

—Señor Cain, continúe por favor.

El chico misterioso no dejó de mirarme, una irónica sonrisa curvó ligeramente las comisuras de sus labios.

­—Por supuesto —dijo, su voz sonaba como miel tibia, suave, dulce y pegajosa, mientras comenzaba a leer. Pero había algo raro… Sus ojos no se movieron inmediatamente de los míos y leía ¿cómo era posible eso?

—“Tom miró al predicador. La luz atravesó las pesadas piernas del hombre. Tom caminó saltando silenciosamente. Bajo el garrote. La primera vez supo que había fallado y golpeado un hombro, pero la segunda vez su golpe demoledor encontró la cabeza, y mientras el robusto caía, otros tres golpes se estrellaron contra su cabeza…”

Parecía como si estuviera disfrutando ese horripilante momento. Realmente saboreándolo. El Sr. Snyder cerró sus ojos y parecía como si estuviera meditando. Dejo que el chico misterioso leyera hasta el final del capítulo, eso es mucho más tiempo del que nadie ha leído este año. Eché un vistazo alrededor del aula y todo el mundo, incluso el chico rudo e inteligente, Marshall Johnson, parecía hipnotizado.

— ¿Le gustaría que continuara con el capítulo veintisiete, profesor? –dijo el chico misterioso, y el profesor despertó bruscamente de su trance.

—Oh… no. Gracias, señor Cain. Eso será suficiente, leyó divinamente. Muy bien clase, el resumen del capítulo sobre los temas principales del Sr. Steinbeck en la segunda mitad del capítulo veintiséis debe estar terminado antes de la clase de mañana. Tienen el resto del período para trabajar. —Dijo el profesor y El chico misterioso se giró hacía mi, cerrando su libro, y me perdí en sus ojos por un segundo.

—Hola, Cavannauh dime, ¿cuál es tu nombre? –me habló el chico misterioso.

—Frannie ¿Y tú? –le respondí normal.

—Luc. –dijo de la manera más ardiente.

—Un gusto conocerte, Luc. Ese fue un truco bastante bueno –le dije.

—¿Qué? –sus ojos brillaron cuándo una maravillosamente malvada sonrisa se extendió en su rostro.

—Sí, eso. Leer sin mirar el libro –le recordé lo que había hecho hace un rato.

—Te equivocas… — se puso ¿nervioso?

­—No realmente no lo hago. Ni siquiera miraste el libro hasta que estabas en la segunda oración, y te quedabas atrás al pasar las páginas. ¿Por qué memorizaste Steinbeck?

—No lo hice. –Que mentiroso, pero antes de que pudiera decírselo, cambió de tema. — ¿Qué hay del artículo del Globe?

—No es gran cosa. Sólo un programa de donde enviamos cartas a los niños d Pakistán. Algo así como amigos por cartas. Más que todo, es una manera de ayudar a entendernos los unos a los otros… ya sabes, nuestras culturas y esas cosas.

­— ¿En serio? ­­—alzó las dos cejas al momento que le expliqué.

—Si… Así que… ¿Qué piensas del acertijo de Tom? –cambié de tema mientras escribía “Frannie y Lucke, resumen del capítulo 26-2” en la parte superior de una hoja de mi cuaderno. Levantó una ceja, me quitó mi pluma de entre mis dedos, tachando “Lucke”, y escribiendo “Luc” encima.

*

La miré escribir “Frannie y Lucke, resumen del capítulo 26-2” en su cuaderno, y por alguna razón realmente me molestaba que escribiera mal mi nombre. Lo compuse antes de responderle: —Creo que tomó algunas decisiones y ahora tendrá que pagar las consecuencias. Una de las cuales es quemarse en el Abismo por toda la eternidad. Me observó con incredulidad.

—Así de simple, ¿eh? ¿No le echas la culpa a los atenuantes? ¿No crees que merezca una segunda oportunidad? –hablábamos del resumen.

—No. No creo en segundas oportunidades. –Lo dije ya que el otro mundo no era fanático de ese concepto. Cruzó los brazos sobre su pecho recargándose en la silla. — ¿Nunca has cometido un error? ¿Algo de lo que te arrepientas? —No. –respondió  a mis preguntas.

Demonios PersonalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora