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-¿No hay nadie?- le pregunto una vez dentro de su casa.

-Nop, la tenemos para nosotros solos- me dice sonriendome y haciendo entrar tomándome de la espalda.

«solos»

  La palabra resuena en mi cabeza como un eco. No puedo evitar sonrojarme y agachar la cabeza.

-No hagas eso- dice Nico acariciando mi rostro y obligándome a mirarlo.
-No sientas vergüenza de mostrar lo que sentís, no quiero que agaches nunca más tu cabeza ante nadie ¿Oiste?- Asiento hacía su mirada intensa.
-Aunque es tierno verte hacer eso-

Nos quedamos viendonos fijamente, la atracción que había en el aire era demasiado. Quería besarlo, tocarlo, sentir su piel, su calor. Pero tenía miedo de que por alguna razón el no sintiera lo mismo y que yo estuviera confundiendo su amabilidad con otra cosa.

-Marisa...-

-¿Qué?-

-¿Me acompañas arriba por favor?-

Moví mi cabeza asintiendo.

Me agarró de la mano, subimos la escalera y llegamos a su habitación creo.

-Nunca conociste mi habitación ¿No?-

-Es que nunca me invitaste-

-Quise hacerlo, pero temía que pensaras que era un pedófilo-
Me reí fuerte.

Entramos a su habitación en la cual sólo estaba prendido el velador.

-Siempre vas a ser un pedófilo para mi, pero no impo...

Y por fin sucedió... sus labios tocaron los míos. Y oh por Dios. Es como lo recordaba, un beso tan tierno y sexy a la vez. Lleno de deseo, pasión... de ganas.
Me agarró el rostro, y nuestros cuerpo actuaban por si solos, sin darme cuenta, Nico estaba arriba mío, mientras me besaba el cuello y me daba pequeños mordiscos yo me excite como nunca. Puse mis manos por debajo de su camisa y con mi dedos recorrí su espalda firme y suave.
Nico se sacó su camiseta y me empezó a sacar la mía. Paso sus manos por mis costillas mientras lo hacía, me dio un cosquilleo que me encantó.
Estaba lista. Quería hacerlo. Dios esto es tas excitante.

-Marisa... Te... deseo- me dijo entre besos.

-Yo igual, Nico... quiero que sigas-

-¿Estás segura? No quiero hacer algo que no quieras o que te haga sentir mal-

Lo agarre del rostro, hice que me mirara, le di un beso tierno en los labios y le dije...

-Al contrario, quiero que me hagas sentir bien. Vos me haces sentir bien, sólo vos-

No bastó que diga nada más. Nico me sacó el sostén, me acaricio mis senos, los besó mientras los succionaba, y se me endurecieron los pezones. Me siguió besando, la panza, hasta llegar a ese lugar.
Me desabrocho el botón del pantalón y con bragas y todo me los bajó.
Mi vagina quedó expuesta ante el.
El la miró y se saboreo, no dudó ni un segundo y se decidió por chuparmela.

Era una sensación increíble, su lengua hacía que me moje de una manera que me enloquecia.

No se en que momento o como hizo pero el ya no tenía puesto sus pantalones ni nada. Lo mire y era algo que nunca había visto. Lo quería, quería saber que se sentía.

-¿Estás lista?-

-Si...-

Se volvió a recostar encima mío, me beso y mientras los hacía. Se introdujo en mí.
Era increíble, tan tierno, y apasionado a la vez... Era perfecto.

La luz del sol de daba en la cara y me despertó, voltee y vi su cara preciosa aún dormida.
Estábamos durmiendo de cucharita, desnudos y muy abrazados.

-¿Tan lindo soy?-

Aún con los ojos cerrado se dio cuenta de que estaba mirandolo embobada, me sonroje...

-Callate... y si... lo sos- le Di un pequeño beso.

Abrió los ojos, me miró y me devolvió el beso. Pero más apasionadamente. Se puso arriba mío, me miró...

-Vos sos la hermosa... Marisa, creo que te amo- y puso esa mirada dulce y seductora.

Yo me morí, no me lo esperaba en la puta vida. Sonreí, me le puse encima yo y le dije...

-Nico... creo que yo te amo-

Nos besamos fugazmente hasta perdernos.
Llamenme cursi pero...
Dios lo amoooooo!!!

Cosas de NiñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora