Mientras los demás bomberos terminaban de apagar el
fuego, Mario y Andrés se abrían paso hasta llegar a Noelia. La
ayudaron a descolgarse. Otros fueron por Héctor, sin poder
hacer nada por él.
—¿Estás bien? —le preguntó Mario, mientras la acompañaban a salir del bosque.—No puedo creer lo que pasó. —dijo ella, mirando un punto
fijo.—Tranquila. Ya estás a salvo. —le dijo Andrés. Ella no
respondió.
Se juntaron con los médicos y policías. Luego se les unieron
los otros bomberos. El oficial Ramirez se acercó a Mario y
Andrés.
—Buenas tardes. Un día agotador por lo que veo.—Así parece —dijo Mario —. Me preguntaba si lo encontraría acá.
—No podía dejar pasar estos hechos.
—¿Creen que todo está relacionado? —preguntó Andrés.
—Podría ser. Tengo que seguir averiguando.
—Desde luego. Estamos en contacto. —le respondió Mario.
Ramirez fue a hablar con Noelia. Aunque oficialmente no
existía nada que relacione a la banda del Artista con el
campamento al que Mario y Jonnie habían ido, Ramirez se
había ocupado de buscar indicios y conexiones. Tampoco tenían elementos suficientes para reabrir la causa por la
muerte de los padres de Mario. Solo tenían su declaración, en
la que Jonnie señalaba vagamente a la gente del campamento, refiriéndose a ellos como una secta. A su vez, decía basarse en los dichos de Samanta, su otra compañera. Pero la policía no tenía datos sobre ninguno de ellos. Solo pudieron contactar a otros miembros, que habían podido continuar con sus vidas
alejados de los conflictos. La única opción que les quedaba era tratar de unificar todos los casos de las muertes extrañas de los padres.
Más tarde les tomaron declaración a todos. Los dos adultos
de las casas, en cambio, fueron arrestados sin que accedieran
a hablar. Se supo que los niños habían sido secuestrados hacía
varios días. Fueron devueltos a sus padres. No les dieron
explicaciones ni hubo un pedido de rescate durante su
cautiverio. Luego todos se reunieron con sus familias. Los
bomberos estaban exhaustos. Mario fue a su casa a estar solo
y descansar.
Los siguientes días transcurrieron sin que tuvieran grandes novedades. Mario y Micaela tuvieron sus últimos encuentros antes de que ella viaje. Estaban un rato en la habitación, abrazados de costado, sin hablar. Continuaban con la idea de no tener obligaciones de verse, pero aún así se mantenían al tanto de las novedades. Ella lo miró y rompió el silencio.
—¿Hablaste con tu jefe?—Todavía no. No encontré un buen momento. En especial
con los últimos hechos. Pero de todas formas tengo que tener
vacaciones pronto.—Eso espero —miró unos instantes hacia adelante—.
¿Tuviste noticias de la secta?—No —le respondió, sabiendo a que se refería—. Ramirez
dijo que allanaron el aeródromo y no descubrieron nada. Y los
secuestradores no hablaron. Tal vez no encuentren conexiones
—hizo una pausa —. Por ahora no me retiene nada.—Eso es bueno. No se salva la vida de alguien para no vivirla.
—¿Hablás de quien la salva o de la persona salvada?
—De ambos. —dijo ella, sonriendo.
Finalmente llegó el momento. Mario fue al aeropuerto en su
auto, sin percatarse de que había dos hombres vigilándolo
desde otro vehículo en la esquina de su casa. Otras personas observaban la despedida de ellos y la de ella con sus padres. La familia le dedicaba palabras emotivas. Con Mario se limitaron a abrazarse en silencio. Ya habían hablado todo lo que era necesario y continuaron así mientras él la veía irse,
distinguiendo apenas su cabellera castaña entre la multitud.
Al día siguiente Mario fue a hablar con Ezequiel Torrea, su
jefe. Vio a Andrés saliendo de su oficina. A él era el único al que le había hablado de Micaela. Le deseó suerte. Mario golpeó la puerta.
—Adelante. —dijo el jefe.—Permiso.
—Pasá, Mario. Sentate. —le indicó una de las sillas que había
frente a su escritorio. Él le hizo caso.—Quería hablarle de mis vacaciones. —le dijo Mario en tono inexpresivo.
—Si, ya sería tiempo. Normalmente no tenés apuro —le respondió de forma amable—. ¿A qué se debe el cambio?
—Es que estuve saliendo con alguien. Ayer se fue de viaje y
quiero pasar tiempo con ella sin preocupaciones.—No pensé que llegaría una mujer que te cambie.
—No es solo eso —sonrió de lado —. Además está lo de la
mafia, Jonnie y la supuesta secta. Y hay más.
Hizo una pausa, pensativo. No era de abrirse mucho con la
gente. Pero tenía cosas dentro suyo dándole vueltas hacía
tiempo.
—Todo eso hizo que me plantee mi vida. Pero también cuando fue el incendio del bosque tomé real conciencia de la cantidad de gente que hay dispuesta a ayudar y arriesgarse por otros. Y me pregunto si hago alguna diferencia. Creo que soy prescindible.
El jefe levantó una ceja. Suspiró, mirando primero para abajo
y luego de vuelta a Mario.
—Mario, voy a serte franco. Aunque no me gusta que te
arriesgués más de lo que corresponde según nuestro
protocolo, debo decir que eso es lo que te hace especial. Creeme: no hay otro como vos. Sos irreemplazable.—Gracias. Aunque no se si es algo bueno.
—Lo es. Pero ¿qué es lo que buscas exactamente? ¿Unas vacaciones y después volver? ¿Una transferencia?
—Son posibilidades. Por el momento quiero viajar. Después veré. Pero tal vez... —Mario hizo una pausa, mientras intentaba poner en palabras lo que tenía dentro— renuncie.
...
Hola. Volví a actualizar. Espero que les guste y que no se confundan con tantos personajes. Quería que se entienda la situación de cada uno sin hacer un repaso de la anterior. Ramírez, por cierto, es el policía que había visto a Dario con la cicatriz. En la versión publicada lo llamé así y lo hice aparecer más.
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La llama interior. La secta del dragón.
Hành độngSegunda parte. Mario saltiva está con dudas. Tiene la posibilidad de dejar su profesión de bombero y vivir más tranquilo en pareja. Pero se cruza con Samanta, quien forma parte de una banda criminal y le ofrece un trato. Unirse para resolver la muer...