Una vez en la casa de Andrés, Mario se tomó un tiempo para pensar en lo que había dicho Samanta. ¿Era posible que Micaela, o alguno de sus allegados sea un infiltrado de la secta?
Recordó sus encuentros y conversaciones. Siempre se
habían entendido bien. Ella sabía que él tenía problemas
y no parecía ser un obstáculo. En cambio, se mostraba
interesada y añadía su punto de vista. ¿Acaso era una
manipulación? Ella le había sugerido que Jonnie no
estuviera involucrado en la muerte de sus padres y le había propuesto irse de viaje con ella.Con el incendio de su casa había perdido contacto con ella, quedándose sin teléfono y registros. Fácilmente podría tener acceso a una computadora para buscarla,
pero todavía no lo había intentado.Tampoco tenía algo concreto para confiar en Samanta
o en su círculo. Parecían distintos que Jonnie y el grupo
de Darío Ceincig, pero formaban parte de la misma gran banda. Podrían tener los mismos objetivos. Incluso
Ramirez, con quien no había vuelto a hablar.La otra opción que tenía era desconfiar de sus compañeros. Recordó que Andrés tenía otra estación de bomberos cerca. Además de Micaela, era con quien más hablaba. Él era una de las pocas personas a las que
consideraba su amigo.Cuando tuvo tiempo, al día siguiente, conversó sobre el tema con la otra persona que formaba parte de ese círculo: su jefe, Ezequiel Torrea.
El jefe lo escuchó atentamente. Cruzó las manos sobre el escritorio y suspiró.
-Yo confío en Andrés y los otros. De las mujeres no sabría que decirte. Vos las conocerás mejor que yo. Micaela se había acercado mientras estábamos en el hospital. Habló primero con los demás, que habían ido a comer algo. Se mostraba muy interesada en conocerte. Ahora no sé como interpretar eso. El otro que queda soy yo.
Abrió un cajón y sacó un estuche para anillos. Mario lo
miró intrigado mientras lo abría, revelando uno. Vio que
tenía la figura de un dragón sobresaliendo.-Hay algo que nunca te dije. Yo también fui a ese campamento. Al principio me gustaba la idea. Me parecía que era muy útil para que los niños aprendieran
a prevenir incendios. Luego empecé esta profesión y volví a contactarme con ellos, pensando en ser instructor... -suspiró, mirando hacia otro lado- Pero entonces vi que había que cumplir ciertos requisitos extraños para que te dejen ser parte. Tenían sus rituales y me dieron este anillo. Pasado un tiempo, me alejé.
Cuando finalmente se cerró, sentí alivio. Y pensé que todo esto estaba terminado.-¿Por qué nunca me lo dijo?
-No pensaba que hubiera relación. Ahora lo veo. Quedátelo -cerró la cajita y se la alcanzó-. Y si pensás que alguien te puede atacar, hacé esta seña -extendió las palmas, juntando los pulgares-. La usé con el sujeto de la cabaña.
Mario tomó la caja y frunció el ceño.
-¿Quién se suponía que iba a atacar a instructores de un campamento?
-Les pregunté. No me respondieron. Y por eso me fui.
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La llama interior. La secta del dragón.
ActionSegunda parte. Mario saltiva está con dudas. Tiene la posibilidad de dejar su profesión de bombero y vivir más tranquilo en pareja. Pero se cruza con Samanta, quien forma parte de una banda criminal y le ofrece un trato. Unirse para resolver la muer...