82. Quiero un helado. [Cap. 4].

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✨Darliet✨

Ambos chicos caminaban sin rumbo alguno. Sin decir ninguna palabra. Lawliet estaba realmente avergonzado por lo que pasó, mientras que Daryl parecía relajado.

—¿De qué querías hablar, Lawliet?

El mencionado se sobresaltó, estaba tan pérdido en sus pensamientos.

—De... lo que pasó el otro día en mi casa...

—¿Qué?

—Y-ya sabes... lo del otro día...

Daryl hizo una mueca.

—Lo siento, me dejé llevar.

—Daryl, yo... —se vio interrumpido.

—Ya, ya. —suspiró. —Te pedí disculpas, eso debe de ser suficiente para que ambos lo dejemos atrás, ¿No crees? Tómalo como si hubiese sido un juego de retos, ya pasó.

El peli-azul lo miró fijamente, provocando que el rubio se sintiera algo incómodo.

—Daryl. —el mencionado lo miró. —Está bien, solo quería hablar para dejar en claro algunas cosas...

—Ya veo...

—¿Por qué ya no has ido a verme?

—Veamos. —suspiró. —¿No te ha pasado que te gusta alguien, pero ese ALGUIEN no quiere nada contigo?

—¡Puff! Infinidad de veces.

—¿Cómo te sientes cuando miras a esa persona?

—Incómodo. —se sobresaltó. —¿Te incomodo, Daryl?

—No, imbécil. —lo empujó. —¡Yo te incomodo a ti!

El menor hizo una mueca.

—¿Por qué no me respondes los mensajes ó llamadas?

—Porque quiero que conserves tu dignidad y me dejes en paz. —comenzó a caminar. —No quiero interferir en tu "heterosexualidad". No, no.

—¿Te gusto? —arqueó una ceja.

—Eres lento, Lawliet.

—¡Respóndeme! —lo siguió. —¿Te gus...? —se vio interrumpido.

El rubio frunció el ceño. Lo tomó del cuello de su camiseta y lo besó.

Lawliet se quedó quieto, no sabía que hacer. Daryl lo estaba besando de nuevo, ¿Qué debía de hacer?

—¿Sabes, Lawliet? —lo apartó. —Me da igual si lo que diga o haga te llega a incomodar.

—Me besa... —lo interrumpió.

—Te besaré y tocaré cuando se me de la gana. —avanzó un paso, haciendo retroceder al contrario. —Donde quiera y cuando quiera.

—Daryl, no creo que sea lo correcto...

—A mi nunca me ha importado hacer lo correcto. —le pellizcó la nariz.

—¡Daryl...! —otro beso.

Al separarse, el rubio le sonrió, para luego comenzar a caminar.

—¡Te recomiendo que te chupes los labios! Los tienes resecos. —afirmó el mayor.

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