Capítulo 9

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—ayer JiYeon compro un conejo, me recodo a ti...— dijo Myungsoo en voz baja admirando como Sungyeol tenía sus ojos cerrados, respiraba tranquilamente y como disfrutaba de sus caricias

Los dos chicos se encontraban sentados en el sillón del salón viendo caricaturas en la televisión, aunque en verdad no le prestaban atención, solo hablaban de lo que les viniese en mente. Sungyeol entre las piernas de Myungsoo, recargándose en su pecho y el mayor aprovechando a acariciar el cabello de Yeol haciendo que este se tranquilizara hasta el punto de obtener sueño

Había ya pasado una semana desde que Myungsoo había salido con Sungyeol. Había conocido muchas maneras de evitar que la madre de Yeol se diera cuenta del contacto que su hijo tenía con él. Sabía exactamente a qué hora llegar y a qué hora irse de la casa de Sungyeol para no ser descubiertos

Y es que Myungsoo estaba impresionado de lo accesible que era Sungyeol, de lo sumiso que el chico era y eso le fascinaba. Ya que, si por el fuera ya se hubiera acostado con Sungyeol, porque era capaz si él le manipulaba y decía cosas lindas al pido -aunque ya lo hiciera-, pero él quería más tiempo, quería enamorarlo perdidamente para luego disfrutar de su dolor al dejarlo solo y devastado así alimentado su excesivo ego.

Yeol se removió y se sentó para ver a Myungsoo a los ojos con curiosidad —¿Por qué un conejo te recordaría a mí, hyung? — Myungsoo sonrió y tomo la mano de Yeol y la empezó a acariciar lentamente. El castaño de inmediato sintió su cuerpo temblar ya que aun no se acostumbraba a el trato que Myungsoo le proporcionaba

Aun recordaba cuando le había preguntado a Myungsoo el porque era así con él, porque le tomaba de las manos, porque acariciaba su cabello y siempre se apegaba mucho a él. En Inglaterra hacen esto, cosas de amigos Yeollie, se defendió el mayor

—porque es pequeño, suave, sus mejillas son regordetas y tiernas, son sumisos y adictivamente peligrosos...como tu Yeol, ¿puedo llamarte conejito? — pregunto el mayor con una sonrisa ladina y mostrando sus hoyuelos, mientras su mano posada en la barbilla de su menor

—conejito s-suena ti-tierno

—eso quería escuchar— Myungsoo revolvió su cabello y se levantó, tomo su chaqueta del sofá y la coloco en su hombro, Yeol solo le miro confundido —ya no hay más soda, iré al supermercado a comprar ¿quieres algo? — su compañero negó y bajo la mirada tímido mientras se acurrucaba entre las sabanas que se encontraban en el suelo

Así el mayor salió de la gran casa con billetera en mano, tomo un cigarro de su chaqueta y le prendió en el camino hacia el supermercado pensando -como siempre- en la persona que en esa semana no dejaba de inundar su cabeza: Lee Sungyeol

El castaño le estaba volviendo loco. Myungsoo no entendía como podía ser tan perfecto, tan ingenuo y tan peligrosamente engañoso. El mayor tenía ganas de besarlo, tocarlo y escuchar su voz suplicante pidiendo más y más. Necesitaba tenerlo bajo sus brazos gimiendo únicamente por él. Ver sus labios rojos e hinchados, su frente sudorosa y escuchar sus dulces gemidos

Contrólate, Myungsoo

El mayor tiro el cigarrillo y lo aplasto con la suela de su zapato antes de entrar al supermercado y tomar una canasta para colocar su compra. Myungsoo visualizo un pasillo lleno de golosinas al lado del de las sodas, mordió su labio abultándolo mientras pensaba hasta que se decidió en comprar algunos chocolates a Sungyeol

El pelinegro admiro la variedad de chocolates en el lugar, no sabía el cual comprarle así que se decidió por un de cada uno, haciendo que más de veinte chocolates agregara a su canasta de compra, imaginando lo feliz que se vería su pequeño al ver tal cantidad de sus dulces favoritos

Matrimonio [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora