Solo sé que tu eres quien importa.

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P.O.V. Farah.

Solo sé que tu eres quien importa.

2.

Mi cuerpo entero temblaba de nervios y ante el miedo. No podía contenerme, no quería que el chico recargado en mi hombro se diera cuenta, no quería que pensara que tenía miedo de él. Pero era inevitable para mi, todo lo que estaba sucediendo sobrepasaba mi límite de adrenalina y mi cuerpo estaba respondiendo, al igual que mi mente, que no dejaba de hacerme imaginar los peores escenarios para nuestra situación.

Toqué desesperada la puerta del hogar de mis amigos, era cuestión de tiempo a que el Servicio Centinela, el cual se encargaba de todo lo que sucediera con mutantes apareciera, estaba segura que alguno de los harapientos amigos de Cole ya estaría sacando la sopa frente a un agente, y eso por sobretodo me tenía aterrada. Los federales no eran personas razonables y estaba segura que no habrían tomado a la liguera aquel incidente en el gimnasio.

Vimos la figura de la señora Strucker acercarse a la puerta, murmurando molesta ante mi insistencia, en seguida quise disculparme aunque claro, no iba al caso. En cuanto la madre de mis amigos abrió la puerta, aún murmurando cosas inentendibles, su rostro cambió radicalmente de tan solo ver a su hijo quien era incapaz de mantenerse solo, que temblaba con la mirada gacha y, bueno, que estaba empapado. 

- ¿¡Andy!? ¿está bien? ¿qué pasó?- cuestionó la señora S, arrebatando de mi lado y el de Lauren a mi amigo, enseguida quise protestar ante tanta brusquedad, pero mi mente hizo una buena jugada y me quedé callada, sintiendo frío donde Andy había estado.- ¿ustedes están bien? ¿alguna herida?

-Tenemos que hablar mamá.- exclamó la chica a mi lado, entrando a toda prisa a la casa. Su madre la miró confundida y luego a mi, me encogí de hombros y entre cerrando la puerta tras de mi, aún temblorosa. Abracé a Caitlin con fuerza y le asegure que estábamos ilesos.

- Debemos hacer una maleta, todos nosotros, vendrán pronto.- advertí a Lauren antes de tomar a Andy sobre mis hombros delicadamente y guiarlo al pie de las escaleras. Dejando a madre e hija hablar. 

- Vamos Andy, consigamos algo para ti.

[...]

- Te dejo cambiarte Andy.- dije tratando de cerrar la puerta de la habitación, pero Andy la mantuvo abierta con sus poderes. Aunque al final la puerta terminó azotándose al abrir. Me sobresalto el fuerte sonido y miré a Andy sorprendida.

- L-lo siento, no quise... solo, no me dejes... Tengo miedo de que si me dejan solo, otra vez pueda, ya sabes, aparecer.- susurró con la mirada fija en el piso.

Mi corazón se contrajo de inmediato y entré a la habitación, cerrando cuidadosamente la puerta tras de mi. Me dolía ver a Andy de esa manera, el siempre había sido un chico alegre, tal vez no se la pasaba saltando y cantando por todos lados, pero siempre había sido alguien bromista, alguien con quien era agradable pasar el rato. Y desde hacía semanas... parecía cansado y roto, había parado de bromear y cuando lo hacía eran bromas de humor forzado, acompañadas por una sonrisa triste y amarga.
Quería a mi Andrew de vuelta, como solía serlo, porque me dolía ver que el mundo podía acabar con una persona tan buena en cuestión de días.

- ¿Sugieres que te vea desnudo?- dije con una sonrisa traviesa. Siempre había sido nuestro humor, tal vez en el fondo el sabía que me gustaba y por eso bromeabamos de esa forma. Recordaba los veranos calurosos donde Lauren me invitaba a albercadas en su casa, los tres jugábamos horas y reíamos bajo el sol, sus padres bromeaban sentados en camastros, diciendo que sólo cuando yo venía ellos dejaban de pelear. Andy nos daba conciertos improvisados de beatbox y al terminar alardeaba porque nosotros no podíamos hacerlo.
El chico frente a mi terminó sonrojandose y me arrojó su sudadera mojada, haciéndome reír. Me acerqué a él lento, mientras el aún veía a otra sitio, aparentemente avergonzado de si mismo.

- Hey.- llamé su atención. El suspiró y me miro con sus grandes ojos inundados en miedo.- no debes sentirlo como algo malo o peligroso... lo que haces, es asombroso. Algo explosivo, tal vez, pero finalmente genial. No puedes esperar que todos te quieran ahora, pero qué mas da, nunca le agradaremos por completo a todos. Ni siquiera te atrevas a pensar que eres un monstruo Andrew, porque te golpearé.- trate de bromear, aunque fue en vano, porque en cuanto vi esos ojos de nuevo, supe que el estaba aterrorizado al igual que yo y por primera vez en la noche, sentí ira contra todos.
Ira contra Servicios Centinela, quienes decían proteger pero no sabías hacer nada más que ser injustos, contra las personas, por permitir que esto sucediera y ser tan intolerantes con las personas que eran diferentes.

- Ok, bien. Te diré algo- susurré en tono cómplice mientras me acercaba aún mas y acariciaba su brazo, frío, tratando a la vez de calmar mi enojo y mi respiración nerviosa. Elevé la mirada a sus ojos, sus hermosos ojos miel con verde.
》- Me gustas Andy, me gustabas antes con tus pasiones extrañas por los X- Men, con tu obstinación e impulsividad, con tu inseparable relación con tu skate-board y beatbox, con tu sarcasmo y tu ego... Y me gustas igual y quizá un poco más con tus nuevos poderes-sonreí traviesa.-, eres la misma persona con o sin ellos. Mientras sigas siendo el amable, tierno y sarcástico adolescente que conozco, seguiré enamorada de ti, no importa lo demás.

Lo había dicho, no puedo creer que tuve el maldito valor de decirlo. Todos esos años de cobardía habían dejado de tener sentido en cuanto abrí la boca, y lo único que lamentaba era haber tardado tanto, y era mi suerte que me confesaba ante de que una organización federal viniera a destruirnos.

Mi mirada se desvió a sus labios y comencé a acercarme a él, con los deseos de tocar sus labios con los míos.- Quiero besarte.- admití con voz queda, casi inaudible si no hubiéramos estado tan cerca. Los nervios y el miedo habían desaparecido. Me sentía tan bien.

- Por favor hazlo... Porque yo también estoy enamorado de ti, Farah.- respondió con voz suplicante con los ojos ya cerrados. Mi corazón se aceleró al instante pero me detuve unos segundos, odiándome por ello.

- Tienes que saber algo antes.- susurré aunque en realidad no quería apartarme y no quería que ese momento terminará nunca.

- Lo que sea, puede esperar.- dijo rápidamente antes de cerrar el espacio entre nosotros y chocar su labios con los míos.

Sentí la desesperación bailando en nuestros labios, la necesidad que teníamos de estar juntos, y en ese momento, desconocí como pude estar tanto tiempo lejos de él, como nunca me había arriesgado. Mis brazos viajaron a su cuello, mientras mis dedos jugaban con su cabello. Una de su manos se posó en mi cintura, juntándome más a él y la otra descanso en mi mejilla, intensificando el beso, sentí su pulgar acariciar levemente mi mejilla y sonreí entre el beso, aprovechando para tomar algo de aire, logré sentir la sonrisa de Andy y reí feliz viendo sus ojos, el me acompañó, pero en seguida nos volvimos a besar, esta vez, con ternura y delicadeza, sabiendo que ninguno de los dos queríamos que acabará ese momento tan perfecto. Sabiendo que no dejaríamos de pelear contra el mundo, no mientras hubiera una oportunidad de estar juntos.

- ¡Andy! ¡Farah! ¡Abajo, ahora!- gritó la señora Strucker, haciéndonos sobresaltar.

Ambos reímos.
















IDÍLICO {Andy Strucker.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora