Debo irme.

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Ya casi terminaba el segundo grado de secundaria, ¡Estaba tan emocionado!.
¿Qué podría salir mal?.
Tuve promedio ejemplar en todas las materias, tuve un concierto que marcó mi vida, conocí a los mejores músicos de la cuidad y además tengo la mejor familia del universo, al menos eso pensaba.
Era la semana de la obra, todos estaban ensayando sin descanso, nadie quería que esta obra saliera mal, sólo faltaban cinco días y todo debía ser perfecto.
Mi madre quería festejar nuestra salida de segundo y para ello organizó una cena con todos nuestros amigos.
Estaban todos reunidos:Sofy,Ziegler, Hatsako, Vlady, Maruko, Honoka y mi bella familia.
-Olvidé algo, debo ir rápido al super por él- dijo mamá apresurada, así que tomó las llaves del Prius y Kaiv fue detrás de ella, pues jamás se le separaba.
Esperamos a mi madre para partir el pastel y para que no se quedara atrás en este festejo que ella misma organizó.
Así pasó una hora y mi padre la llamó para saber donde estaba, aunque no contestó, rápidamente salió para buscarla, estaba demasiado preocupado.
Dos horas después nos llamó al teléfono de su escritorio:
-¡Galliard llama a una ambulancia!- dijo llorando y gritando.
-¿Qué pasa papá?.- dije desesperado mientras que con mi móvil llamaba a la ambulancia.
-Fuera del centro comercial de Zúrich Galliard, apresurate por favor- gritó.
Indiqué a la ambulancia la dirección.
Sofy me sugirió ir al hospital al que irá la ambulancia, dijo que su padre nos llevaría a todos y así fue.
En el camino al hospital me iba preguntando que había pasado.
¿Estará mamá bien?¿Qué será de Kaiv?.
Una vez en el hospital mi padre estaba en la recepción llorando.
-¿Qué pasa?¿Mamá está bien?- grité.
Él sólo calló y se sentó para tranquilizarse.
El silencio corrompió la sala de espera durante tres horas.
El médico salió de urgencias con la cabeza mirando el suelo.
Ahí, mi corazón se desvaneció, de rompió, se destruyó.
-Lo lamento señor, su esposa no sobrevivió a la operación, al parecer el accidente fue muy severo, hicimos lo que pudimos, pero aún su hijo tiene esperanzas- dijo con voz baja.
-Por favor doctor, salve a mi hijo- respondió mi padre sollozando.
¿Por qué? ¿Por qué pasa esto?¿Mi madre está muerta?¿Cómo pudo pasar algo así?.
Caí al suelo llorando y gritando, todos a mi alrededor me vieron,¿Cómo podría responder un chico de catorce años ante la muerte de su madre?.
Espera, aún Kaiv puede vivir, sé que él es fuerte.
Dormimos en el hospital, al despertar los vi a todos, nadie de mis amigos se había ido, todos estaban allí, conmigo.
El doctor despertó a mi padre en el momento exacto que yo.
Sólo recuerdo ver a mi padre gritar y caer rendido al suelo.
¿Kaiv?. No, él no puede irse,¿Qué haré sin mi hermano menor?¿Ahora quien cuidara de el?.
Todos en la sala lloramos, juntos, pero había algo en este día que no terminaba de entender: ¿Quéme esta pasando?¿Por qué no puedo sonreir?.
Ese mismo día fue el entierro de ambos, algo dentro de mi se estaba destruyendo, cayéndose a pedazos.
Esa noche no dormí nada.
-Yo tampoco puedo dormir- dijo Honoka al entrar a mi habitación.
-¿Puedo quedarme contigo?- sonrió.
Sólo moví la cabeza para indicarle que entrara.
Se acostó a mi lado, como siempre lo ha hecho, me abrazó y me dijo que fuera fuerte.
¿Fuerte?.
No puedo ser fuerte, he perdido a mi madre, a mi hermano, no puedo ser fuerte.
Gracias a ella fue que pude quedarme dormido, al igual que ella a mi lado, aún tengo que cuidar a mis hermanas, no puedo dejarlas solas.
Una vez amaneció Honoka me despertó para desayunar con ella y Tiwa, pues mi padre no estaba en casa por su trabajo y papeleo del seguro de vida de mi madre.
Pasamos todo el día juntos, en silencio pero juntos.
Al anochecer mi padre llegó del trabajo muy cansado.
-Chicos, necesito que empaquen sus cosas, nos iremos de aqui- dijo frotándose los dedos contra su frente.
-Parece que hay un plan de intercambio, nos mudaremos a Japón, por mi trabajo, allá reharemos nuestras vidas, y seguiremos adelante-.
Tenía tanta razón, no podemos estancarnos, debemos seguir adelante.
Llamé a todos mis amigos, para que fueran en la mañana a mi casa para poder despedirme de ellos.
Empacamos lo escencial para poder mudarnos sin muchos inconvenientes.
Al día siguiente todos mis amigos fueron a vernos, mi padre ya nos había dado de baja en las escuelas y tomado todos nuestros papeles para seguir estudiando en Japón.
Me despedí de cada uno de ellos con lágrimas corriendo por mis mejillas.
Les prometí que no me despedía de ellos para siempre sino hasta luego.
Partimos al aeropuerto, dimos los boletos y nos subimos al avión.
Lo recordé todo, cuando fuimos a Italia, a Alemania, a todas partes que fuimos los seis juntos, aunque ahora somos cuatro.
Sólo miraba por la ventana y los recordaba a ellos, a las personas que amaba y ahora ya no tengo a mi lado.
El amor es lo más hermoso del mundo, te hace sonreir, vivir, sentir y morir.

Ángel caído en la oscuridad. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora