Tokio.

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Han pasado tres meses desde aquella declaración a Tabata, todo ha marchado bien desde entonces. Aproximadamente hace un mes viajamos al centro de Tokio a tomar unas vacaciones juntos durante una semana. Nos hospedamos en un hotel del Ayuntamiento de Tokio para instalarnos y salir de inmediato a visitar el museo Ghibli, que Tabata moría por admirar.
Entre otras cosas dimos una vuelta por el Tokio Skytree y nos subimos al mirador para observar toda la ciudad desde las nubes para después degustar la comida de un restaurante dentro de la torre.
Al siguiente día fuimos al templo Sensõ-ji (el templo de la diosa de la misericordia), pero algo pasaba.
- No llevamos ni diez minutos en este sitio y sitio y ya te noto extraño-dijo. -¿Te ocurre algo?-.
-No es de tu incumbencia-respondi sin tener consciencia de mis palabras.
Una vez estando cerca de la entrada salí corriendo lo más rápido que pude de ese lugar para ir directo al hotel.
Corrí y corrí hasta llegar al corredor donde se encontraba nuestra habitación.
-¡¡Galliard,Galliard!!- gritaba Tabata.
Al escuchar su voz me detuve aunque estaba paralizado.
Entonces, la miré a los ojos y cuando menos me di cuenta del error que cometí, Tabata, jadeando, se abalanzó contra mi para abrazarme.
La miré a los ojos, esos hermosos ojos que tanto me cautivan y, sin aviso, una lágrima se deslizó sobre mi mejilla.
Reaccioné de ese trance que me tenía inerte para abrazar a esa mujer que amo con mi corazón.
Entramos a la habitación, me tendi sobre la cama e irrumpí en llanto, no lograba entender lo que pasaba.
-Sentí que alguien me estaba buscando, que alguien me perseguía, pero no sé con que motivo- dije mientras la miraba.
-No pasa nada, aquí estoy- respondió con una enorme sonrisa dibujada en su bello rostro.
La abracé para después besarla en su mejilla y agradecerle todo lo que ha hecho por mi.
Y llegó el día, era hora devolver a casa, con nuestras familias.
Volvimos, y no volvió a ocurrir ningún inconveniente con Tabata, todo era perfecto e incluso el día en que cumplimos tres meses tenía algo preparado para ella.
Todo empezó ese día, me desperté muy temprano para salir a comprar lo que me faltaba. Ya tenía rosas, chocolates y una carta, sólo me faltaba un peluche aunque no sabía donde comprarlo.
Busquépor horas una tienda hasta que encontré una sólo con un peluche: Un panda con un bambú en su mano, así que lo compré.
Todo iba tal cual lo planee, era perfecto. Más tarde fui a la casa de Tabata, a dejarle sus regalos, y me recibió ella con un fuerte abrazo.
Me invitó a pasar a y una vez dentro me esperaban una caja de chocolates y...
¿Un oso panda con un bambú en su mano?.
Por un momento me sentí mal, pues ella podría pensar que le copié aunque fue todo lo contrario, ella lo tomó como un asunto más romántico, por qué el que yo compre tenía los ojos azules y el que ella me compró los tenía verdes, así que fue un intercambio "pandastico".
-Tengo algo que mostrarte- dijo sonriendo mientras me tomaba la mano.
-¿Qué es?- respondí.
Se mantuvo en silencio mientras caminábamos hacia su cuarto, aunque había algo que empezaba a inquietar pero no sabía que era.
Llegamos a su cuarto me dijo que cerrara los ojos y sólo esperé.
Tabata comenzaba a desnudarse...
-¡¡¿Qué haces?!!- grité.
-Te mostraré quien soy en verdad- respondió.
-No, no puedo hacer esto, te amo pero aún no es momento de esto, además te respeto demasiado como para hacerte esto- dije.
No contube lo que pasaba y salí corriendo de su casa para dirigirme a la mía, sin ningún otro pensamiento que llegar.

Ángel caído en la oscuridad. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora