Recuerdos

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     Una nueva mañana, sentía que estaba en un sueño pues no podía creer que había escapado de esas paredes blancas que tanto odiaba, a lado mío estaba el peluche que Elizabeth me había comprado, en frente mío estaba el tan precioso espejo, y detrás de mí entraba una luz brillante y hermosa, ya la había visto pero ¿en dónde?, ¡ah, claro!, al salir del hospital la luz del sol resplandecía en mi rostro, era eso, la luz del sol a través de la ventana.

     Pues bien, no demore en levantarme de la cama, para averiguar todo lo que había en esa habitación, y me fui hacia el lado izquierdo de la habitación para observar lo que parecía un armario, sus manijas tenían un tono dorado desgastado pero tan solo al mirarlas te daban ganas de tocarlas, estire las puertas y me encontré con una variedad de vestidos, de tonos añejos, largos y delicados. Agarré uno que me cautivo, y enseguida me concentre para observar los diminutos detalles del encaje.

     El vestido era color rojo, como dije con un tono desgastado, tenía un cinto hecho de encaje blanco, donde terminaba en la parte de atrás del vestido con un gran moño, no pude evitarlo y me lo puse. Me quedaba a la perfección, como si fuese hecho especialmente para mí. En el armario encontré también unas pequeñas chatitas blancas, que tenían como decoración unas perlitas pequeñas, y me las coloque.

-Te queda hermoso- me dijo Elizabeth, con una sonrisa en su rostro, mirando desde el marco de la puerta.

-Gracias, ¿es tuyo?

-Lo era, cuando tenía tu edad, me trae muchos recuerdos- esta vez la sonrisa se desvaneció, parecía como si quisiese llorar.

-¿Te sucede algo?

-Ven a la  sala Meredid, quiero contarte una historia...

-De acuerdo, pero deja que me quite el vestido.

-¡No!, quédatelo, yo ya no lo usaré, pero al vestido le falta algo...

-¿Qué cosa?- muy intrigada pregunté.

     Y Elizabeth se dirigió hacia la mesita de luz que estaba hacia el lado derecho de la cama, y sacó una caja...

-¿Qué hay allí?

-Mira Meredid, dentro de esta cajita, hay algo que yo aprecio mucho, y quisiera que tu lo tuvieras, ¡te protegerá!...- me decía mientras habría la cajita frente a mis ojos...

      Eran joyas, pero con búhos, un anillo de búho, un par de aros y una cadena con la imagen de un búho, toda la joyería era de búhos.

-Pero Elizabeth, ¡es mucho para mí!, ¿Por qué quieres que lo tenga yo?

-Lo sabrás a su debido tiempo. ¡Ven, vayamos a la sala!

     Mientras íbamos a la sala y nos sentábamos me colocaba el nuevo obsequio de Elizabeth, enserio era hermoso, parecían diamantes...

-Bueno Meredid necesito que escuches con mucha atención esta historia, ¿de acuerdo?

-Sí- muy atenta yo, y así comenzó a narrar me la historia.

-Había una vez una pequeña y linda niña que tenía un amigo imaginario llamado Ney, ellos jugaban sin cesar en un bosque que se encontraba detrás de su casa, sin falta jugaban a las escondidas, pero la niña fue creciendo, se olvido de su amigo Ney, y comenzó a gustarse de los muchachos, a interesarse más en la música y en la famosa internet. Cuando cumplió quince años, fue con su novio en el lugar donde antes jugaba con su amigo imaginario Ney, y tú ya sabrás que tenían pensado hacer... - la miré intrigada - Entre las caricias que se daban, la niña escuchó un ruido, y le pidió al muchacho que se detenga y que se vaya a ver que era el ruido, y el joven muy obediente fue a ver, pero jamás regreso, pasaron como dos horas y ella aún lo esperaba, hasta que vio una sombra a lo lejos, pero no podía ser su novio, la sombra era muy alta, muy asustada pregunto quién era, pero nadie respondió y la sombra se iba acercando más y más hasta que desapareció en la neblina...

La Hija de ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora