Cruzadas dolorosas

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Fue una noche difícil, no es fácil dormir con un cachorro a tu lado haciéndote cosquillas todo el tiempo o queriendo ir a hacer sus necesidades. 

A parte de eso, todo bien y tranquilo luego de aquella muerte tan pesada para mí. Ed me despertó a las siete y media de la mañana, quería salir a fuera, mamá ya estaba desayunando con Madya, fuimos a un costado de la casa, en lo que Ed marcaba su territorio vi a lo lejos un caballo blanco, de hecho, se parecía mucho a Datrebil, sólo que este si era un caballo.

No lo había visto en el pueblo, no creo que sea de nadie pues parece ser un caballo ‘’puro’’, tal vez sea de mi hermano, bueno, el conde Fragnot, no, el único caballo blanco que tenía era una yegua y era Sasha, este era macho.

Fue cuando me fije en los ojos de aquel caballo que se me había acercado bastante, eran negros y saltones, y luego me hizo una corta y sencilla reverencia, como lo había hecho Datrebil. ¿Será algún familiar de él? Pensé como una pequeña burla.

Elizabeth salió como de costumbre para apreciar el amanecer, cuando se dio cuenta del caballo, y también de que Ed orinó en sus flores.

-¿Y ese caballo mi niña, de quién es?

-No se mamá, cuando salí con Ed, de lo lejos se me acercó, no parece tener dueño.

-Es un caballo hermoso – dijo Madya mientras se le acercaba, el caballo relinchó y escupió en la cara a Madya.

-¡AJÁ! Al parecer no te quiere Madya – dije y mamá y yo comenzamos a reír. 

-Entremos a la casa – dijo mamá – Hace frío.

-Espera mamá, ¿Qué pasará con el caballo?

-Déjalo ahí…

-Pero mamá, tiene frío, ¿me lo puedo quedar, si?

-¡No!

-¡¿Por qué no?!

-Ya tienes un perro, a demás, los cuidados de un caballo son muy 
costosos, y por lo que veo este es un caballo ‘’puro’’. 

-Y si consigo un lugar donde se quede y lo cuiden, ¿me lo puedo quedar?

-En tanto sus cuidados no salgan de mi bolsillo, no tengo objeción…

-¡YES! Gracias mami, te amo – y abracé a mamá.

-¡Sí! Pero escucha, si no le encuentras casa para esta tarde, lo dejas por allí…

-¡Ok! No te preocupes, ahora mismo lo busco. Madya, ¿me acompañas?

-Si, en tanto a este animal no se le ocurra escupirme de nuevo.

-Ajá, está bien, me cambio y vengo.

Como hacía frío, me coloqué unos vaqueros azules, mis botas caño bajo color gris, una camisilla negra y una polera blanca encima, con una bufanda. Dejé a Ed con mamá, pero al final parecía llevarse mejor con Owl, pues se quedaron jugando. 

-Y dime Meredid, ¿A dónde vamos primero?

-No tengo ni la menor idea Madya.

-Oye, tú me habías dicho que el condecito ese, Alexander tenía caballos, y una caballeriza, tal vez si tú se lo pides, puedas dejar a cargo de sus empleados al caballo.

-¿Volver allí, estás loco?

-Siempre fui loco, eso no es nuevo. Pero cálmate ¿sí? Yo estoy contigo ahora, no dejaré que te haga daño.

La Hija de ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora