Mi prohibido y Único gran amor

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Mi nombre es Madya, estoy en este mundo desde que tengo memoria, soy hijo de una vieja india que ahora ya está muerta, ella me otorgó sus poderes curativos, y al poco tiempo de dármelos falleció; en ese tiempo tenía yo diecinueve años, y hasta ahora los tengo, no me hacía ni más joven ni más viejo, me estanque allí.

Como ya no tenía nada que hacer en aquel pueblo decidí irme en busca de nuevas oportunidades.

Cada pueblo estaba a tres horas de otro, siempre me detenía en uno pues todos tenían árboles con frutas, y me los comía pues no tenía dinero para pagar una comida.

Al llegar a un pueblo vi un cartel enorme en la entrada que decía "Bienvenido a Pensamientos", curioso nombre. Era julio. En aquel pueblo hacía mucho frío, el sol casi siempre estaba cubierto por las nubes, eso también, llovía mucho, era un pueblo grande, con hermosas casas pero con un clima muy sombrío.

Pero como era invierno, los árboles no tenían frutos, así me resignaba a mendigar comida de puerta en puerta. Todas las casas me cerraban la puerta en la cara menos una.

Una joven de cabello largo ondulado color castaño, piel blanca y embarazada, me dijo que pasará, que tenía mucha comida y no podía comerlo todo sola.

Al principio desconfié, pero luego de ver esos ojos tan hermosos no me pude negar y pase.

Me hizo sentar en una mesa en lo que parecía el comedor, la mujer se encontraba en la habitación de en frente, en la cocina buscando donde estaba lo que me daría.

-Oye, ¿no quieres que te ayude? Una embarazada no puede agacharse.

-Si no es mucha molestia, te lo agradecería de corazón.

Fui a ayudarla de inmediato, tenía hambre pero antes que nada era buena persona, y siempre ayudada a quien lo necesitaba, mientras estaba en mis manos hacerlo.

Llevamos toda la comida a la mesa, la hice sentar, y empezamos a comer.

-Me llamo Elizabeth, Elizabeth Helhausen ¿y tú?- 

-Mi nombre es Madya, solo Madya. Dime Elizabeth, em ¿y tus padres donde están?

-Ellos ya no están vivos. ¿Y los tuyos?

-Lo siento por tus padres, no conocí a mi papá, y mi mamá no hace mucho que falleció, no quería quedarme en aquel pueblo donde había muchos recuerdos de ella, y decidí viajar sin rumbo. Pero Elizabeth vives sola, ¿y embarazada? ¿Dónde está el papá?

-Es una larga historia.

-Tengo mucho tiempo.

Ésta me empezó a contar la historia de su vida, interesante realmente. No podía creer que se enamoró de un monstruo, porque al fin de cuentas eso era aquel hombre de traje.

-Madya ¿te gustaría quedarte a vivir conmigo? Pero claro con una condición.

-Eh, no lo sé, ¿Cuál es la condición?

-Como veras, tendré un bebé y muchas cosas no puedo hacer, y me ayudarías con cosas simples, pero hay algo más especial, tú serás un protector para mi hija, la sanarás cuando se lastime o se sienta mal. ¿Te parece bien?

-¿Sanarla?

-Ya me di cuenta que no eres común, tú te curas solo. No te diste cuenta que te rasguñaste la mano, mientras comías la herida sano en dos segundos.

-Eres muy observadora, supongo que podría aceptar, no tengo nada mejor que hacer..

Me quedé con esa muchacha, todo estaba bien ese día, la ayude con la limpieza, cuando necesitaba cosas del mercado como frutas o alguna ropa yo iba por ella, ya que Elizabeth estaba en los últimos días de embarazo y tenía muchos cólicos.

Yo me quedé a dormir en el sofá de la sala, y ella fue a su habitación, claro que la ayude pues estaba arriba.

Cuando desperté fue el problema. Elizabeth ni siquiera podía levantarse y tuve que ir al pueblo de al lado en busca de su doctor, pues en aquel pueblo todavía no había personas preparadas.

Justo ese día había caído mucha nieve, llegamos a la noche, le dije al doctor que entrase a la casa, que Elizabeth estaba en la habitación de arriba, el doctor fue junto a ella y yo me quede a buscar leña para la chimenea, para que haya calor dentro de la casa.

Algo de la nada me atacó, no podía verlo.

-Aléjate de ellas...

-No sé quién eres, ni porque me atacas, pero respondiéndote fue la muchacha quien pidió que me quede.

La persona o cosa que me haya atacado desapareció, fui corriendo junto a Elizabeth, y la vi, esa beba hermosa, el doctor tenía que ir a otro lado así que me explico todo lo que tenía que hacer. Elizabeth se quedó dormida por el cansancio.

Bañe a la beba como me dijo el doctor, con mucha delicadeza y ternura. La vestí con una ropita que Elizabeth me había dicho quería ponerle a la beba, le coloqué sus aros, y la lleve junto a Elizabeth pues ya había despertado.

-¿Es hermosa no Madya?

-Muy hermosa...

-Mira, ya abre sus ojitos.

Era extraño lo rápido que crecía, la mayoría de los bebes que yo conocí habrían los ojos recién a las dos días de nacidos, esta beba no, ya abría los ojos, eran de color negro, te perdías en esos ojos saltones.

Pasó el tiempo, y la pequeña Meredid cumplía diez años, pero no tengo un lindo recuerdo de esa época, en ese tiempo volvió a aparecer el padre de mi pequeña, así la llamaba, pues la sentía mía. Elizabeth me había contado la historia del padre, y una noche, nos atacó.

Mi misión era sacar a Meredid de la casa, así que la alcé en mis brazos y corrí tan rápido como pude, pero estaba consciente de que me alcanzaría.

-Pequeña escucha bien, corre, tú solo corre como nunca has corrido, no mires para atrás. Recuerda que te amo mucho, ¿sí?

-Sí.

Y la vi alejarse, sentía que una parte mía se iba para nunca volver, me quedé allí en medio del bosque, donde había un tragaluz a esperar mi enfrentamiento con el hombre. Pero no fui lo suficientemente fuerte, en un parpadeo me derribo y fue tras Meredid. Dios, ojala nada malo le haya pasado.

Desde ese momento comencé a odiarme hasta hace poco, seis años después la encontramos, por fin encontramos a mi pequeña, pero había cambiado mucho. Esta hermosa, sus ojos siguen siendo profundos, te pierdes en ellos, su cabello era ondulado y largo color castaño, su piel tenía un poco de color, sus labios, me volví a enamorar de esos labios tan perfectos. Con Elizabeth planeamos su escapada, hicimos de todo para avisarle a Meredid que es lo que tenía que hacer. Un amigo mío se nos unió, Owl, era mi mascota por decirlo así.

Ya en la casa, no podía evitarlo, quería abrazar a mi pequeña pero como no se acordaba de mí, mejor me alejé de ella, por más que me duela. En fin, ella ahora tiene novio, ese tal Aydam. Tengo el corazón destrozado, aunque sé que por muy enamorado que este de ella, nada habrá entre nosotros. Pero no está mal tener un poco de esperanza.

La Hija de ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora