Noche Tormentosa

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No pude dormir en toda la noche, lo máximo era que cerraba mis ojos por el cansancio, eran las cinco de la mañana más o menos cuando Madya entra en mi habitación.

-¿Estas bien? – solo me destapé los ojos, para mirarlo y con la poca voz que tenía por el susto que me lleve ayer le conteste.

-Sí.

-Por favor Meredid, no finjas estar bien conmigo, al menos no conmigo, ¿si? – parecía querer llorar de tan preocupado que estaba, esos labios color carmesí que pedían a gritos una respuesta mía que no fuese fingida – ¿Cuándo fue que dejaste de contarme tus cosas?, ¿cuándo fue que dejaste de confiar en mí? 

-Madya, yo... - mi voz cada vez se hacía más temblorosa. Estiró las sábanas y recostó su cabeza en mi pecho.

-Quédate así, hasta que puedas recuperarte, estoy cansado.

-Yo... - no pude negarme, pues cuando hizo eso sentí una paz tan grande, que ni siquiera sabía por que lloraba, Madya se dio cuenta y se levantó.

-Si te molesta mis actos, dímelo – otra vez esa mirada de preocupación. 

No pude evitarlo, me arrodillé frente a él estando todavía en la cama, y lo abracé llorando como una niña llora por su mamá. No se si eran esos brazos fuertes que me daban protección, o ese corazón latir tan fuerte lo que me daba consuelo, no podía cesar de llorar, pero él tampoco se apartaba de mí, el mismo me decía que me descargue, que el se quedaría conmigo hasta que esta tristeza se me fuera.

Lo aparte de mí, pues ya paré de llorar después de un largo tiempo, coloqué mis manos sobre su pecho, donde se encontraba su corazón, el las apretó con las suyas, me miró y me dijo:

-Meredid, deja que yo me deshaga de tus preocupaciones, no llores mas mi pequeña, no sabes lo mucho que me duele.

-Madya, yo...

-No te fuerces a hablar si no puedes...

-¡No! Déjame hablar por favor – hubo un silencio entre nosotros y continué – El conde ayer se me declaro, pero fue terrorífico, tenía mas fuerza que yo, y por primera vez después de mucho tiempo sentí miedo...

-¿Más que cuando hay tormentas? – me pregunto interrumpiéndome. 

-Sí, no puedo decirte o confirmarte si era o no un vampiro, pero si es cierto lo que el Padre Severino me ha dicho, fue mi hermano el que me dijo que me quería como su amante. Salí corriendo despavorida, y escuchaba a lo lejos una risa tan tétrica que mataría a cualquiera que la escuchase. 

Madya, apartando mis manos de su pecho me abrazo.

-Mi pequeña, yo te cuido, el ya no esta aquí, ya no pienses en eso.

-Pero – y comencé a llorar de nuevo, Madya con sus dedos de la 
mano derecha, lo mas delicado posible secó mis lágrimas, agarro mi barbilla para que lo mirase y me dijo...

-¡Cálmate! Yo estoy aquí...

Esas palabras eran un consuelo, no solo por venir de él, que mujer no quiere escuchar que su amado le diga que siempre estará para ella. Nos abrazamos, el acariciaba mi cabello, yo solo me limite a agarrar con fuerzas su camisa por atrás.

-Venía a decirte algo, que Elizabeth me pidió que te diga...

-¿Qué paso? – sentándonos ambos en el borde de la cama.

-No es nada malo, ella y Owl fueron a un viaje importante, prefirió que te quedes aquí pues ella también vio que no podías dormir, y me pidió que me quede a cuidarte, y eso haré.

-¡Esta bien! Y ¿Qué tienes planeado para esta tarde?

-No podemos hacer nada afuera, pues esta lloviendo.

No me había percatado de eso, las nubes ni siquiera eran grises, eran negras como el carbón, pero gracias a Dios aún no había relámpagos o truenos, esos ruidos si que me asustaban.

-Esta bien, pero ¿Qué haremos aquí? – le pregunte.

-Pues antes de que lloviera fui a alquilar algunas películas las cuales veremos mas tarde. Te parece si desayunamos ahora...

-Sí, seguro – sonriéndole y aun en pijama fuimos a desayunar.

Cómo no estaba mamá teníamos que preparar el desayuno, aunque Madya insistió en que el prepararía todo. Yo hice jugo de naranja, el preparo algo llamado ''wafless dulces'', eran una especie de masa dulce que se como con miel 

Después de desayunar nos pusimos a limpiar la casa, pues estaba un poco sucia, fui a la biblioteca, donde no me había percatado estaba todo desordenado y me fije en una hoja cerca del teléfono, era una inscripción para el colegio ''Libertad'', ¿será que mi mamá me quiere meter a estas alturas a un colegio? No sabía como era allí.

Madya me pregunto si que quería para el almuerzo, no tenía nada en especial, así que me aviso que cocinaría milanesas con ensalada de arroz. 

Después del almuerzo nos fuimos juntos a acostar en la pieza de mamá, la cama de mamá era la más grande y la más cómoda de la casa, y había una televisión enorme así que no me preocuparía por los ruidos de afuera.

Era temprano, pero Madya puso una película de comedia con un actor que admiro mucho ''Jim Carrey'', es impresionante ese hombre, Madya me tenía entre sus brazos, no objete pues me sentía segura en ellos.

Y así pasó la tarde, pero Madya tuvo que salir por una urgencia por un momento, y me quedé sola en casa.

Ya se hacía de noche y se fue la luz, Madya aún no ha regresado y ya me preocupaba por él, y por mí. Y pasó lo que más temía, comenzó a haber relámpagos y truenos. 

Un ruido se escucha desde la puerta de la sala, ¿será Madya? Cuando se abrió la puerta, era él, todo empapado, detrás de el un fuerte relámpago hizo su aparición y salí corriendo junto a el, cayéndonos ambos al suelo.

No podía moverme del miedo, estaba paralizada. Madya me alzo entre sus brazos, me llevó a mi habitación, cerró la ventana y me pidió que guarde silencio. Hice caso como una pequeña obediente. 

El se fue a su habitación, tomó un baño y vino junto a mí, no tenía ninguna remera, solo tenía puestos su vaquero azul oscuro. Y se acostó a mi lado, me recosté por su pecho.

-Madya...

-¿Sí Meredid?

-Tengo miedo... 

Hubo un corto silencio entre nosotros.

-Yo estoy aquí...

La luz volvió pero se fue al instante, y me volteé para ponerme encima de Madya, el no hizo nada en contra de mi acción, al contrario me abrazó aún más fuerte. Al levantarme sin alejarme tanto de él, delicadamente me acaricia la mejilla con la palma de la mano izquierda y baja a mi cuello, esos labios carmesí reposaron en los míos, por un largo tiempo, su mano fue para detrás de mi espalda, atrayéndome hacia él, yo sólo me dejé llevar por el momento.

Era una común escena de película romántica, dos amantes en plena escena carnal entregados el uno con el otro. Sentía como nuestros corazones se hacían uno, nuestros sentimientos chocaban, los ruidos de afuera no me importaban ya, estaba con mi amado y eso era todo.

El tiempo se detuvo para nosotros los amantes, era tiempo de amar, acariciar, besar y abrazar. Ni siquiera un recuerdo podía turbar aquel momento maravilloso. 

Espero mamá no llegue nunca, y mi pasado no moleste. Solo quiero estar a tu lado Madya, ya no me importa lo demás. 

Te amo mi amado.

La Hija de ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora