Amores que Enferman

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No sé qué hora era, si era muy temprano o muy tarde, pero cuando mi mamá entro a mi habitación para hacer correr las cortinas de las ventanas de atrás, los rayos del sol como que me lastimaban. Sentía que estaba ardiendo, por dentro y por fuera, sentía un fuerte dolor en el pecho, la respiración se me dificultaba, a penas entraba y salía el aire en mis pulmones, mi nariz la sentía tapada, mis oídos me dolían mucho, no sentía mis piernas ni mis manos, y mis ojos, los sentía tan pesados que a penas y podía abrirlos para ver a mamá.

-Hija despierta, quiero saber que haremos por tu cumpleaños mañana. Después de todo, será el primero después de mucho tiempo en el cual la pasaremos juntas.

No podía responderle a mamá, mi boca estaba seca y mi garganta estaba hinchada. Había olvidado por completo que era mi cumpleaños, como nadie me visitaba en el hospital, y ninguna de las enfermeras me quería tanto, no recordaba mi cumpleaños. Creo que me enfermé.

Con la poca voz que tenía, y las pequeñas fuerzas que me quedaban en el cuerpo le respondí a mamá, pues tampoco quería preocuparla.

-Mamá, decide tu sola, estoy segura que sabrás hacer bien las cosas.

-Meredid, ¿te sucede algo?, te veo mal.- Se acercó a mí y me tocó la frente con su mano derecha.

-Hija mía, ¡tú estás ardiendo en fiebre! Iré por unos paños fríos. No te muevas.

Lo último me lo decía sin sentido, era obvio que no iba a moverme, a penas y podía hablarle. Y escucho que alguien entra a mi habitación, pero no era mamá acaba de salir y si era Owl escucharía el aleteo de sus alas.

-¿Te encuentras bien?- era una voz temblorosa y cuando medio abrí mis ojos, observé que era Madya.

-Estoy bien- le respondí.

-Pues no parece. ¿Dejas que me acerqué para aliviar tu dolor? Descuida, después de todo soy tu protector- sonrojado se acercó a mí, yo solo asentí la cabeza pues me dolía mucho el hablar. Me besó en la frente, fue tan tierno.

Después de eso, podía sentir mis manos, brazos, pies y piernas, sentía como la hinchazón de mi garganta iba bajando, los oídos ya no dolían, el dolor en el pecho desapareció y ya podía abrir mis ojos sin problema y sin dolor. Pero la fiebre y la falta del aire no se fueron.

-Lamento no poder quitarte los demás dolores, es lo máximo que puedo hacer por ti.- Luego se alejó, se alejó hasta la puerta y desapareció.

Me preguntaba constantemente desde anoche si el realmente se gustaba de mí. Pero no sé porque eso me hacía feliz. Se supone que me tiene que dar igual, puesto que tengo novio, y yo quiero mucho a Aydam, pero al escucharlo hablar anoche mi corazón latía fuerte, como si quisiese salir de mi cuerpo. En fin, llegó mamá, y me colocó los paños fríos en la cabeza y en las manos.

-¿Fue tierno verdad? Eso solo lo hace con las personas que realmente quiere, una vez lo hizo conmigo.

¿A qué se habrá querido referir mamá?

-No te hagas de la desentendida Meredid, yo se que Madya te dio el beso.

-¿El beso?

-¡Sí! El tiene un poder curativo, pero solo con un beso puede otorgarle a otra persona ese poder, pero muy poco. En ti actuó, pero como te diste cuenta no te quito la fiebre.

-Ni el dolor en el pecho.

-Exacto, ay mi niña, lástima que jamás podrán estar juntos...

-¿Por qué lo decís?

-¡Opa! ¿Acaso te gustaría estar con él?

-¡No, claro que no!

Pero no me percate de que Madya estaba detrás de la puerta, y entró junto con nosotras...

-Era de esperarse, ella prefiere al doctor ese...

-¡Te equivocas!- grite, y él se sonrojo y agacho la mirada.

-Deja de mentirnos a nosotros, y de mentirte a ti misma. No compliques las cosas. Yo  jamás estaré contigo, así que ¿Por qué mejor no te callas de una vez?

-Amargado, vete de aquí.

Y se fue. Mamá me hablo...

-Sabes hija, cuando un amor es prohibido, atrae más, pero cuando hay dos amores prohibidos, lucha por el segundo... Hay una frase que dice "Si te enamoras de dos personas, quédate con la segunda, porque si estabas enamorada de la primera, no estarías enamorada de la segunda". Medítalo hija, descansa.- me dio un beso en la frente, me colocó nuevos paños fríos y se fue.

¿Qué habrá querido decir mamá? ¿Estaba yo enamorada de Aydam y Madya?

Me quedé viendo mi techo, tenía algo nuevo, alguien había pintado mi techo, eran muchas rosas y estrellas, la luna y el sol juntos, en la vida real eso no es posible, pero verlo en mi techo fue hermoso, la pintura parecía tan real.

Después de un rato, de quedarme medio dormida, la fiebre subió, tenía más o menos cuarenta grados de calor, la falta de aire se fue, pero aún así me sentía muy mal. Con las fuerzas que tenía le grite a mamá para viniese junto a mí, pero al parecer no me escuchaba, pero Owl sí, y entró en mi mente.

-Meredid, tu mamá no está, y no tengo idea de donde se metió Madya.

-Está bien Owl, no importa.

-¿Qué no importa? Meredid, estas ardiendo en fiebre, buscaré a tu mamá.

Y Owl se fue volando por la ventana que estaba detrás de mí.  Intenté levantarme para ir al baño, y darme un pequeño chapuzón en la tina. Preparé el agua tibia, me desvestí, me quite la joyería que tenía puesta y entré en la tina.

Al principio me sentía dolorida, pero luego me sentía bien. Estuve más o menos como diez minutos sumergida hasta la barbilla, pero luego de esos diez minutos, ya no me podía sentar, y como había mucha agua, mi cabeza estaba sumergida en el agua, ¿así iba a morir?, por más que intentaba salir no podía, y veo a un ángel gritando mi nombre, me sacó del agua, después ya no pude ver nada puesto que el jabón entro a mis ojos. Sentía como me vestía, cuidadosamente para no lastimarme, me recostó en la cama, me ató el cabello para que esté más cómoda, luego me cambio de almohada por una mas acolchonada, me tapó, me colocó un paño frío y al rato, la fiebre desapareció. 

Me quedé profundamente dormida.

La Hija de ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora