De paseo en el Pasado

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Al llegar a casa, me di cuenta que ni mamá, ni Madya, ni Ed, ni Owl estaban en casa. Le pregunte a los vecinos si no vieron a ninguno de ellos saliendo de la casa, me dijeron que no, solo que una luz brillante se podía apreciar de lo lejos, y que provenía de casa. 

Me pareció muy extraño, así que volví a casa para buscar en cada rincón por si encontrase alguna nota donde me diga su paradero. 

Busqué por una hora y no había nada, excepto que en la biblioteca todo estaba revuelto, cenizas por todos lados y algunos libros que al parecer se intentaron quemar sin resultado. 

Mire dentro de los libros y todo hablaba de una época muy lejana, eran libros de historia y fantasía, más de fantasía pues hablaba de magia en algunas partes. Un párrafo no pude entender porque al parecer estaba escrito en latín, otra cosa rara de estos libros medio quemados es que estaban escritos a mano, y a juzgar por la letra del autor era muy antiguo, no se podía leer bien el año de su publicación o terminación solo el nombre del autor que era ‘’Por Honheim’’, ¿será alemán? 

Bueno busqué más en la biblioteca para ver si encontraba otra cosa, y vi, debajo de la lámpara, un poco escondido, en el escritorio de mamá, una nota que decía ‘’Toca el piano’’ 

Hice caso a la nota pues la tinta estaba fresca, lo sé porque mamá escribe con una pluma y tinta negra como en ‘’los viejos tiempos’’, fui directo al salón donde se encontraba mi piano, y también había mucha ceniza, sobre todo en las teclas del piano, al parecer alguien había tocado alguna música. 

Me senté frente al piano, cerré mis ojos, y toqué una música que compuse para mamá, en ese momento una imagen paso por mi mente era mamá pero más joven, me asuste y me detuve, luego volví a tocar y cerré mis ojos, esta vez ya no abrí mis ojos, de hecho parece ser que me traslade a otro lugar.

No era mi casa, era mi piano, era yo, pero no mi casa. Esta era todo de madera, tenía muchos cuadros de pintura, y no había ninguna ventana en aquella habitación, era grande y espaciosa, pero no sabía dónde estaba.

Pero espera, ¿era yo? Mis manos se veían más pequeñas, como las de una niña. Mi cabello parecía ser más corto y ¿rubio? 

-Mariana, ¿De nuevo tocando el piano?

¿A quién le hablaba el señor? Era un hombre, de aspecto viejo, tenía una barba blanca que a la par formaba un candado o algo así, sus ojos eran verdes, de hombros grandes y gran altura.

-Mariana, ¿ya practicaste lo que te encargó la bruja?

-¿La bruja?, ¿quién es Mariana? – dije yo.

-Creo mi joven hija que debes de estar cansada por la práctica. Tú eres Mariana, gran Maga de nuestra época, hermana menor de Honheim. ¿Te encuentras bien mi bella?

-Sí. – respondí, pues al parecer en el cuerpo en el que estaba era la de esa tal Mariana.

-Bien, me voy, no tardes en ir con tu maestra al patio. 

-Sí. 

Poco después de que el hombre saliera, fui hacia la puerta, pues si estaba en el cuerpo de otra persona mínimo tenía que hacer todo lo que la niña hacía. 

¿Por qué estoy yo en este cuerpo? ¿Cómo llegue? Pensaba mientras buscaba una salida.

-Señorita Mariana, ¿quiere que la acompañe hasta donde está su maestra?- me dijo una jovencita, que al parecer era una sirvienta.

-Sí, por favor. – le respondí.

Me llevo de la mano hasta el patio, ¡y qué patio!

Fuimos hasta lo que parecía unos rosales, y a lejos veo a una mujer de vestidura negra, cabello enmarañado y la ropa era abultada mente extravagante. 

-Señora Hokai aquí esta Mariana.

-Está bien, vete. – le dijo aquella señora a la sirvienta.

Y sin más espera me atacó. Como aún recuerdo quien soy supe cómo defenderme, pero la señora insistió en atacarme sin decirme nada, las personas que pasaban alrededor no hacían nada para defenderme, les parecía normal. 

-¿¡QUIÉN ERES!? – me preguntó la mujer.

-Soy Mariana…

-No, tú no eres Mariana. – gritó la mujer, de repente se forma un aura negra a su alrededor.

-Hokai, basta.

-¡NO! Sea quien sea esta niña le hizo algo a Mariana.

-Hokai, dije basta. 

La mujer de extrañas vestiduras y cabello enmarañado desapareció, bueno en realidad se hizo cenizas. 

-¿Estás bien niña? – me preguntó un señor abrazándome. 

-Sí, ¿quién eres?

-Me he olvidado de que tú no eres Mariana. Yo me llamo Por Honheim, soy el hermano de Mariana, la verdadera dueña de este cuerpo. ¿Y tú quien eres?

-Yo me llamo Meredid. No sé cómo es que llegué hasta aquí. Y luego me llamo Mariana, esa señora me ataca y, y…

-Cálmate Meredid, yo te ayudaré a volver a tu cuerpo pero necesito que te calmes y me cuentes todo, ¿de acuerdo?

-Sí.

Fuimos a dentro de la casa y le expliqué todo al hombre, luego me pidió que me quedase sentada allí y no le hable a nadie, le hice caso, cuando me acorde de el nombre Por Honheim, el es el autor de uno de los libros, en el cual se hablaba de magia.

-Sabes Meredid, tus amigos ya volvieron al presente futuro. Aún desconozco él porque Elizabeth te hizo venir sabiendo que ella no estaría más aquí.

-¿Conoce usted a mi mamá?

-Sí, yo fui su maestro, o lo seré en todo caso. Tú al tocar una música para tu mamá, te trasladaste a donde ella estaba, hablamos de tiempo y lugar. 

-Eso significa que cuando yo vine aquí, ¿ella se fue?

-Pues al parecer, eso fue lo que sucedió, no te preocupes, tú también podrás volver. Pero antes de que te vayas, quiero que tengas este libro, léelo detenidamente, y mira dentro de la verdad.

-Está bien – y tomé el libro en mis manos.

-Ahora, quiero que digas estas palabras después de mí. Si te sientes mal o vomitas al llegar a tu tiempo, no te asustes, es normal.

-¿Vomitar? – dije indignada…

-Sí, pero no te asustes. Repite después de mí.

-I denna plats jag inte vill vara Över…

-I denna plats jag inte vill vara Över…

-Ta mig tillbaka I mitt hem tid…

-Ta mig tillbaka I mitt hem tid.

-Adiós Meredid, ¡fue un placer verte!

-Espera, ¿Qué me pasa?

-Te estás yendo a casa…

Sentía que mi cuerpo ardía por dentro, me mareaba, muchas imágenes pasaban por mi mente, hasta que sentí caer en el suelo. 

-Meredid, Meredid, Meredid…

-¿Mamá?

-Pudiste llegar, descansa mi niña, duerme un poco, luego te explico todo.

-¿Mamá? – Dije y vomite, era cierto lo que me dijo Honheim - ¿Llegué a casa? ¿Sí?

-Sí mi niña, no hables, descansa, mañana hablaremos bien de esto, duerme.

La Hija de ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora