Capítulo diecinueve.

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-Al aeropuerto- dije al subirme al taxi que me llevaría hasta allí.

El taxi arrancó, mientras tanto, iba pensando en la tontería que había cometido en aceptar esa Polaroid. Esa Polaroid, que me había traído muchos disgustos mientras estaba aquí. Así que para dispersarme decidí ir a visitar a mis padres, a Madrid. ¿Cómo había sido tan estúpida al pensar en que sería una tontería? siendo que el hermano de mi amiga es odioso. Le había dejado la nota a Anne, y le dije que iría adonde extrañaba muchísimo, que estaría bien, pero no especifiqué el lugar, para que no me busque.

"No me busques, voy a estar bien" fue la última oración que le escribí a mi amiga en medio de las lágrimas.

-Estamos en su destino- me avisó el taxista.

Le pagué y salí con mis maletas. Tomé el primer vuelo a Madrid que había, en 5 minutos.

Cuando ya estuvo todo listo, subí al avión y no pude evitar que una lágrima se derramara por mi mejilla.

Me dormí en medio de las lágrimas que no dejaban de salir cada vez más de mis ojos.

Dormí plácidamente y desperté unos minutos antes de que el avión diera el aviso del aterrizaje.

Abroché mi cinturón y espere a que aterrizara, mis ojos ya dejaban de ser acuosos, a pasar en estado seco. 

Busqué mis maletas y tomé un taxi hacia la casa de mis padres.

Los extrañaba demasiado y esa era una de las razones por las que me había vuelto de California.

Me bajé del taxi y bajé mis maletas con ayuda del taxista que se había ofrecido generosamente.

Luego toqué timbre.

-¡______!- dijo mi madre al verme- ¡Mi niña, tanto tiempo!- me dio un abrazo que me dejó sin respiración.

-Hola mamá- dije abrazándola con ganas- te extrañé, ¿Papá?- pregunté.

-Aquí está, pasa linda, sigue siendo tu casa mi niña- dijo mi madre mientras me hacía pasar- Graciela recoge sus maletas y llévalas a su cuarto- le dio la orden a la mucama.

-¡______!-mi padre me dio un apretujón- ¡Cuanto tiempo mi niña! Ya te extrañábamos linda- dijo soltándome.

-Papá, yo a ustedes- dije con una sonrisa.

-Bien, ya sé que haremos hoy, cenaremos fuera de casa, ¿Les parece?- propuso mi madre- por tu llegada cariño.

-Claro, como ustedes deseen- respondí tímida.

-Bien, ahora ve a tu habitación y descansa, luego te llamo- me dijo mi madre empujándome hacia la escalera para que suba a mi habitación.

-Bueno.

Subí y abrí la puerta de mi habitación, estaba tal y como la había dejado el día que dejé de vivir aquí, pero se notaba que le daban una limpieza.

La habitación era completamente blanca y de las ventanas colgaban unas cortinas de gasas celestes, había una biblioteca muy moderna hundida en la pared con todos los libros que leía desde niña, tenía una gran cama de casi tres plazas con sábanas de seda color celeste y almohadones de diversos colores y formas. Le gustaba su cuarto, siempre había tenido un toque que no encontró en ningún otro más. Su cuarto, su espacio personal, sus secretos.

Vi mis maletas al lado de la cama, decidí que desempacaría mañana, o tal vez luego, estaba cansada, así que me tiré arriba de mi cama, sin taparme o cambiarme de ropa, solo me tiré y al instante caí en un profundo sueño.

Soñé que estaba en el fondo de la piscina de Paola, de nuevo, soñé con lo que me decía mi madre y con las imágenes que pasaban cuando caí, también con que alguien me sacaba pero no podía ver quien era, luego cuando mi vista se aclaró pude ver que era Niall que me preguntaba si me encontraba bien, pero la cara se iba transformando en Zoe, la hija de Paola, que me decía "Te tire por perra, con Niall nadie juega, con Niall nadie sale, Niall es mío" me miraba con odio, pero luego se convertía en Niall de nuevo con cara de preocupación, y así sucesivamente.

Desperté toda transpirada y en medio de un gran susto, estaba llorando en silencio, había dormido tan solo apenas 1 hora, así que cerré mis ojos de nuevo, pero no conseguí calmarme o dormirme de nuevo. Decidí tomar una ducha.

El agua que corría, me relajaba completamente, era caliente y eso me erizaba y relajaba. 

Cuando terminé de ducharme salí y me coloqué un vestido de verano color crema con un estampado de gaviotas negras, zapatos dorados y cartera a juego, la joyería en tonos dorados y los pendientes que me había regalado mi abuela, si comía fuera debería estar presentable, así que me puse un vestido.

Luego de que terminé me coloqué un poco de mi perfume "Luz" de Paula Cahen D' anvers.

Bajé para ver a mis padres y esperamos juntos para ir al restaurante.

Luego de media hora de espera decidimos que iríamos a un restaurante italiano.

Cuando llegamos al restaurante, elegimos una mesa al lado de una ventana. 

-¿Qué pedirás?- me preguntó mi padre mirando la carta de comidas.

Hace mucho que no estábamos así, los tres unidos, no solo porque yo me había ido, sino desde antes, porque sus tiempos no concordaban o yo simplemente no valoraba su compañía como lo estaba empezando a hacer ahora. Pero lo importante era que ahora, estábamos siendo felices, todos juntos, como pocas veces.

-Lasagna- dije mirando y revisando mi carta de comidas.

-Pediré lo mismo- dijo mi madre.

-Yo también- agregó mi padre.

Comimos en familia, felices por un momento.

Cuando terminamos y ya estuvimos en mi casa, subí a mi habitación y me senté en mi cama.

Saqué mi computador de la valija, y lo dejé arriba de la cama, luego vi entrar a mi madre por la puerta.

-Cariño, buenas noches- dijo dándome un beso en la frente- que descanses bien, te quiero- dijo despidiéndose.

-Yo también, que descanses bien mamá- dije sonriéndo.

Decidí que no entraría ni a Facebook ni a Twitter porque no quería comunicarme con Anne.

Así que pasé mi computador a la mesa y me puse el pijama, luego me acosté y acto seguido caí en un profundo sueño.

Golpe de suerte (Niall y tú). EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora